La mitad de las colmenas mueren en invierno: SOS de la apicultura

Las organizaciones agrarias y cooperativas de Extremadura han lanzado un “SOS” a las administraciones públicas y a la sociedad en general para hacerles partícipes de la “situación de ahogamiento que vive el sector e insta a implementar de manera conjunta un plan de acción que incluya la mejora y mantenimiento de las ayudas públicas al sector.
En un comunicado conjunto, denuncian que las ayudas agroambientales de la anualidad 2020 están aún sin pagar, y apela como vías de solución al fomento del consumo y producción de los productos apícolas extremeños, la mejora de los aspectos sanitarios y la protección medioambiental, tanto de las abejas como de su servicio de polinización, y mantenimiento de la biodiversidad.
Señalan que el sector apícola extremeño ha logrado situarse entre los de mayor importancia a escala nacional, tanto por su valor económico y ambiental, como por su gran repercusión y componente social, siendo uno de los sectores ligados fundamentalmente a zonas periféricas y de alta montaña como las comarcas de Las Hurdes y la Siberia Extremeña.
Aunque gracias a la labor desempeñada en estos últimos años se ha incrementado el presupuesto en el Plan Nacional Apícola, algo que vendrá a paliar parte de los gastos de explotación para el mantenimiento de esta actividad.
Sin embargo, el sector apícola extremeño atraviesa en la actualidad uno de los momentos más críticos de las últimas décadas en cuanto a mortalidad apícola se refiere, superior incluso a los problemas sufridos durante las campañas 2003/2004.
Mortalidad
Asegura que está en juego la propia supervivencia de un sector que suma ya tres campañas con una mortalidad de colmenas a lo largo de la invernada que en la mayoría de las explotaciones alcanza el 50 por ciento, con picos puntuales de hasta el 70-80 por ciento.
Entre las causas, a las conocidas por la meteorología, se unen otras como el fuerte incremento de la parasitación por varroa, como consecuencia de la falta de nuevas materias activas para el tratamiento, el agotamiento y falta de eficacia de las existentes.
Otros factores no menos importantes, que pueden influir en este problema son la intensificación de cultivos, enfermedades emergentes (fundamentalmente virosis), incremento de fitosanitarios y agrotóxicos agrícolas y pérdida de biodiversidad.
El sector asegura que la gravedad de esta situación se acrecienta por el escaso margen de actuación que posee el apicultor profesional extremeño para “ni tan siquiera paliar dicha catástrofe”, ya que enmendar estas cuestiones escapa la mayoría de las veces a su control.
Otro grave problema añadido recientemente a la actividad apícola regional hace referencia a las trabas que por parte de algunas entidades municipales y apicultores estantes de otras CCAA, mediante las que se impiden o dificultan en gran medida la realización de una de las actividades que son “santo y seña”, como es la trashumancia.
En este sentido, consideran “imperiosa la necesidad” de protegerla y articular una regulación nacional de esta actividad para evitar disparidad de situaciones en función de la comunidad autónoma.
La pérdida de abejas y la imperiosa necesidad que el apicultor tiene de multiplicar en primavera sus colonias conlleva “a una tremenda disminución de la producción”, que agrava todavía más la economía de los apicultores.
Como muestra, cita que la producción de mieles monoflorales, muy demandadas en el mercado, cayó en Extremadura en 2020 un 80 por ciento, mientras que la miel poliflora lo hizo en un 50 por ciento y con una cosecha de polen prácticamente residual, siendo posiblemente la peor campaña en cuanto a producción de los últimos 30 años.
Para el sector, la actual situación de crisis supone también un problema general para todos, dado el papel esencial que desempeñan las abejas en la polinización de las plantas y recuerda que el 84 por ciento de las especies de cultivo y variedades vegetales de Europa existen gracias a la polinización por abejas.
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