El cemento del búnker
España es la locomotora económica de Europa. He dicho. El ministro de Economía Luis de Guindos volvió a exhibir, en el debate económico del domingo por la noche, una epidermis cuya dureza ya habría querido para sí el espesor en los muros del búnker de Hitler.
Esta vez, tras la reciente legislatura, no solo queda una España arruinada moral y culturalmente, como había pasado las veces anteriores tras gobiernos conservadores, sino también en lo económico.
De Guindos, el ex dirigente para España y Portugal del banco quebrado Lehman Brothers, no debiera ser ministro hace tiempo porque, como le recordó bien Alberto Garzón, probablemente mintió anunciando que el rescate bancario no le iba a costar un duro a los españoles, porque las entidades rescatadas se venderían a buen precio; y si no mintió, porque uno ingenuamente puede pensar en que creía lo contrario, el resultado ha sido tan nefasto que por vergüenza torera es para renunciar al cargo.
Son más de 70.000 millones de euros –otros afirman que 100.000 e incluso más- los que en los últimos años los españoles hemos enterrado en las entidades bancarias, que pese a eso siguen siendo de propiedad y control privado. El ministro de Economía en funciones negó una vez más un rescate europeo e intervención más que evidentes, en una desfachatez que solo es equiparable a la pasividad con que los españoles asistimos a nuestro propio saqueo.
Entre mentiras y medias verdades, el ministro, al verse acorralado sobre la evidencia del rescate bancario ruinoso, lanzó una que podría entrar en el segundo capítulo: “No, no rescatamos los bancos, rescatamos a los impositores”. Es decir, confesión de que el fondo de garantía de depósitos, en el que Estado y bancos garantizan hasta un límite el dinero del ahorrador, es una filfa, y gran media verdad o mentira porque si hubiera sido así la propiedad de esos bancos sería al menos de control público.
¿Alguien se imagina a este señor, cuando sonríe en los corrillos de Bruselas anunciando medidas duras, que esté pensando en nosotros, los ciudadanos, de a pie, los impositores? Ni con la fe del carbonero.
“No se ha rescatado ningún banco, sí cajas de ahorro”, continuaba el trilerismo. Sí, cajas que luego han sido regaladas, tras sanearse las deudas pero con sus correspondientes activos incluida la clientela cautiva, a los cuatro grandes bancos.
Y siguen pensando en bajar impuestos. La consecuencia ya sabemos cuál es, unos euritos a los mortales si acaso, miles de euros a grandes empresas y entidades financieras, y al final como no hay para pagar el sistema público –sanidad, pensiones, educación, correos, transportes-, facilidades para el negocio privado.