Pablo Guerrero pone una banda sonora de esperanza a su despedida de la música
El músico y poeta extremeño Pablo Guerrero, uno de los máximos representantes de la llamada canción protesta, ha compuesto una banda sonora para su despedida, después de más de 50 años de carrera musical, que es “un canto a la empatía” entre los seres humanos y a la “esperanza” en crear una sociedad nueva.
“Y volvimos a abrazarnos (Duetos Inesperados)”, un disco que contiene doce temas y que se financiará por medio de una campaña de crowdfunding lanzada por la productora Mirmidón, se gestó antes de la crisis sanitaria, pero también es de alguna forma un álbum “pospandemia”, según explica.
Por ello, el disco surge como “un abrazo, un latido y habla sobre todo del tiempo, la amistad, del amor y de los cuatro elementos naturales”.
Y en este viaje emocional le acompañarán en los duetos músicos de prestigio como Luis Mendo, Olga Román, Javier Paxariño, José María Guzmán, Christian Pérez, Javier Palancar, Juan Ferrari, Lagar Sitar y Santi Vallejo.
“Sin duda alguna vamos a sobrevivir a la pandemia queriéndonos un poquito más; esta situación ha sido un revulsivo brutal y debemos terminarla sabiendo que nos necesitamos y que necesitamos tocarnos y hablar unos con otros”, dice Guerrero (Esparragosa de Lares, Badajoz, 1946).
A su juicio, “el amor y la música son más necesarios que nunca”.
“Los seres humanos no somos solo personas que trabajan de por vida hasta la extenuación; el ser humano tiene también espíritu y el arte que yo apoyo se dirige a esa parte más espiritual de las personas”, considera Guerrero, autor de ocho libros de poesía y de once de los doce temas de su nuevo disco, que se grabará en verano.
La única composición que no es suya, “Islas de bajamar”, es obra de Santos Domínguez.
El cantautor asegura que decir adiós siempre cuesta, pero a la vez se rinde al inevitable hecho de que las cosas se acaban y “aceptar esta especie de finitudes me parece una etapa muy importante”.
“He dedicado toda mi vida tanto a la poesía como a la música y ya creo que ha llegado la hora de poner punto y final; de hecho, ya en el 2020 escribí mi último libro de poemas”, dice Guerrero.
Su carrera musical estuvo marcada por la lucha por la democracia en unos años en los que la reivindicación política en España tenía voces y banda sonora.
Muchos años después considera que la canción protesta seguirá vigente mientras “haya gente que se emocione con la voz cantada” y “causas por las que luchar”.
“Fue un momento muy difícil en el que vi a mucha gente sufrir, e incluso murió mucha gente para que la Transición fuese posible; entonces por respeto y por memoria de la gente que impulsó a España hacia la democracia yo no me cuestiono la Transición”, aclara.
Y precisamente uno de los logros que vino con la democracia fue la libertad de expresión. Como compositor dice que se “cuestiona muchas veces lo que hace”, pero que las únicas limitaciones a la que debería de enfrentarse un creador son las personales.
El que viviera guitarra en mano aquellos años convulsos, afirma que ahora es otro tiempo de cambio “que desembocará en una civilización nueva”, ya que la juventud aspira a una sociedad donde la gente sea libre y solidaria.
Guerrero reniega de la actual política de “estrellato” de los líderes, aunque destaca la labor que hace la gente anónima de los partidos, que trabaja en el día a día y que propicia los cambios más importantes.
En referencia a la pandemia, tiene claro que el ser humano se tiene que reencontrar con la naturaleza y recuerda unas palabras que solía decir cuando venía a su Extremadura natal.
“O estamos a favor de la tierra o la tierra se volverá en nuestra contra”.
Y justamente de su “tierrina natal”, este extremeño afincado en Madrid no se explica cómo después de tantos años de un gobierno de izquierdas Extremadura siga estando a la cola de todo.
“Pido a las autoridades que velen por nuestra tierra”, reclama Guerrero, que se lanzó al mundo de la música en 1969 con la publicación de su primera canción, “Amapolas y espigas”.
El álbum más vendido de su carrera fue “Pablo Guerrero en el Olympia” (1975), grabado en directo en la sala Olympia de París.
Pero el primero de sus trece discos salió en 1972, “A cántaros”, cuya tema principal con la letra “tiene que llover, tiene que llover...” se convirtió en todo un himno para los perseguidores de utopías.
Explica que él ve la lluvia como una metáfora de anhelo y de evolución del ser humano como persona y como sociedad: “es siempre un comienzo nuevo de la vida”.
Cinco décadas después invita a cada uno a sacar sus propias conclusiones sobre si ha llovido ya lo suficiente.
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