‘Viejo amigo Cicerón’ desvela en el Teatro Romano de Mérida la solución a los eternos males del hombre
Tras la colosal puesta en escena de la ópera ‘Sansón y Dalila’, el célebre orador romano Marco Tulio Cicerón ha devuelto al Teatro Romano de Mérida un ambiente intimista y reflexivo con la obra ‘Viejo Amigo Cicerón’, el segundo estreno de la 65 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico emeritense.
Rescatar del pasado respuestas a los males presentes es la propuesta que plantea el dramaturgo Ernesto Caballero en esta obra, que bajo la dirección de Mario Gas y un elenco encabezado por José María Pou, reúne a un tridente de altura en la escena española.
El Cicerón en el que ha trabajado Pou aborda asuntos tan candentes como el conflicto catalán sin más pretensión que la de suscitar el debate cívico a partir de las enseñanzas del político y jurista aún válidas en nuestro tiempo: ¿están las leyes por encima de cualquier poder?, ¿y si la ley es injusta?, ¿deben ser modificadas democráticamente?, ¿está justificada la rebelión en pro de los derechos y la felicidad del hombre?
De esta forma el montaje demuestra que no hay grandes diferencias entre aquel mundo antiguo y el presente. El último defensor de la República Romana bien podría considerarse un intelectual contemporáneo, ya que sigue siendo una figura interesante en cuanto que encarna el eterno conflicto entre razón y poder, el debate entre “togas y espadas” que ha perdurado hasta nuestros días.
En este clásico no hay túnicas, el autor ha traspasado las barreras de una época lejana y extraído la universal y atemporal potencia de Cicerón para dibujar al antiguo personaje en la figura de un hombre del siglo XXI. Lejos de la estética historicista, el escenario está cercado por estanterías repletas de libros, un atrezo que contrasta con el altilocuente frente del Teatro Romano y en el que Pou se pasea ataviado como si de un catedrático de Oxford se tratase.
La figura de Cicerón
Hace cuatro años el actor catalán ya meditó sobre la Grecia clásica encarnando a Sócrates. En esta ocasión vuelve a Mérida y repite como filósofo bajo la piel de Cicerón, un hombre íntegro que mantuvo sus ideales políticos hasta las últimas consecuencias y entendía el comportamiento moral como forma de ser en el mundo.
Pero también un hombre humano que dudaba de sus propias convicciones, según explicaba Mario Gas esta semana en rueda de prensa, algo excepcional entonces y ahora, cuando los dirigentes políticos “carecen de ideología” y el compromiso y posicionamiento se estiman “anticuados”.
Este Cicerón que se sabe imperfecto, da cuenta de sus errores, reconoce sus decisiones equivocadas y confiesa haber sido soberbio, tiene mucho que decir a la clase política de hoy, “no necesitamos héroes sino encontrar a los mejores para que nos representen”. Con su discurso el protagonista confirma la máxima de Terencio, “nada de lo humano le es ajeno”.
Durante algo más de una hora, habla sobre legalidad, política y filosofía, pero también del amor, la amistad, la vejez, que es como el vino, “agria a los malos y mejora a los buenos”, e incluso de la muerte, que provoca “el dolor más inmenso en el alma”, porque las emociones humanas también son ácronas.
Metateatro
La obra es una apuesta insólita y abierta, un metateatro en el que los actores se desdoblan en varios personajes. El misterioso profesor Marco Tulio acaba mutando en un remedo del propio Cicerón para completar un viaje a la Roma tardorepublicana.
A la trama se suman, Miranda Gas y Bernat Quintana en el papel de dos jóvenes estudiantes actuales que investigan al humanista romano guiados por su profesor, aunque en determinados momentos de la obra, jugando a ser quiénes no son, interpretan a Tulia, la amada hija de Cicerón y Tirón, su fiel secretario.
El plácido ritmo de la obra persigue un movimiento pendular en un diálogo entre pasado y presente, una yuxtaposición de tiempos que sugiere cuestiones de rabiosa actualidad y pretende encender el pensamiento crítico del público que debe revelar quién es realmente Cicerón. ‘Viejo amigo Cicerón’, que es una coproducción del festival y el Teatro Romea de Barcelona, tiene programadas cinco obras y podrá verse hasta el próximo domingo, 7 de julio, cuando dejará el espacio al siguiente espectáculo, “Pericles, príncipe de Tiro”.
0