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Los caprichos goyescos de Manzano

Fernando Manzano es el presidente de la Asamblea

Pablo Sánchez

Mérida —

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El presidente de la Asamblea de Extremadura, Fernando Manzano, comenzó su periplo en esta legislatura contratando a su primo como su conductor favorito. Fue un gesto de nepotismo inolvidable porque además Manzano ni corto ni perezoso justificó el asunto diciendo algo así como que en los coches oficiales se hablan ciertas cosas, ya me entiendes…

Y a punto de acabar la legislatura se ha propuesto celebrar unas oposiciones que despiden un olor poco saludable. Hasta tal punto despiertan recelos esas oposiciones que un partido político ha puesto un nombre y un apellido a cada una de las cinco plazas convocadas. Si por una extraña casualidad cuadran esos nombres con los que obtengan la plaza habrá que pedirle al coordinador de ese partido, Paco Sigüenza, que nos adelante en qué terminará el gordo de Navidad o pedirle directamente a la fiscalía que mire a ver.

Entre las plazas que convoca Manzano hay una de antropólogo para que estudie nuestros orígenes, sostiene Manzano. Noble objetivo, por supuesto, pero por ese mismo razonamiento la Asamblea de Extremadura podría convocar una plaza de hortelano para que conozcamos la diversidad de nuestras huertas, otra de odontólogo para que examine la salud dental de la población y así en este plan acabar con el paro.

La última ocurrencia del presidente de la Asamblea ha sido comprar por 11.500 euros las cartas de amor de Godoy a su amante Pepita Tudó. Es probable que esas cartas deban estar en algún archivo o museo extremeño pero qué pinta Manzano firmando esos contratos y quitándole trabajo a la consejera de Cultura Trinidad Nogales, que de ese asunto sabe todo lo necesario.

Entre ocurrencia y caprichos goyescos Manzano tiene además la costumbre de viajar mucho por ahí con amplio séquito para intercambiar opiniones de sus cosas.

Y así, entre viajes, caprichos goyescos y más obras y más despachos para los políticos, la Asamblea incrementa su presupuesto un 4% (más de 600.000 euros) en plena crisis, con miles de personas pidiendo una renta mínima para comer, con los sueldos de funcionarios congelados, con más paro que nunca y con la ciudadanía harta de estas ligerezas con el dinero público.

Posdata: En la misma Asamblea de Extremadura en la que Manzano gasta con ligereza hubo la pasada semana una propuesta del diputado de IU Víctor Cascos para que se cambiase el nombre del hospital Infanta Cristiana. Por razones obvias. Ni el PP ni el PSOE estuvieron de acuerdo en ese cambio. Decían que eso significa más gasto. Al parecer a ambos partidos les parece bonito tener como hospital de referencia de Extremadura el nombre de una infanta imputada. ¿Regeneración democrática, dicen?

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