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50 años

Sociólogo y Gerontólogo Social
Gente paseando protegida con mascarillas

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Quien me conoce sabe del pudor al hablar públicamente de sí mismo, en este caso de escribir sobre este momento vital. Llevo años colaborando con distintos medios informativos observando la realidad social desde una perspectiva sociológica, con mirada crítica para transformar aquello que considero injusto, especialmente cuando afecta a quienes más dificultades tienen para elevar sus voces. Ha sido mi compromiso con la acción social y la ciencia mediante la aportación de conocimiento al debate público sobre tantos problemas que nos aquejan día a día.

Me avergüenzan los reconocimientos, aunque alguno haya recibido durante mi trayectoria como activista; pues la vida son retos continuos, alcanzables o no, que casi siempre son recompensados por el esfuerzo propio y compartido con otras personas. Y es que como enredador social he querido estar acompañado de las mejores en cada aventura, no solamente para lograr metas, sino como enseñanza mientras nos divertíamos. Quizás haya sido el leitmotiv que siempre me movió a emprender proyectos a favor de causas sociales y solidarias.

Ahora cumplo 50 años, que no son nada como me dirían mis amistades octogenarias de las que aprendo tanto de la vida. Sabéis de mi interés por la gerontología, pues pretendo entender el envejecimiento para que resulte activo y sano. Primeramente hay que probarlo consigo mismo, si quieres transmitir naturalidad en cuanto a la edación o la vejez; evidenciando así que el ser humano transita por distintas etapas de la vida a explorar para encontrar aquello que nos produce satisfacción, mientras abandonamos lo obsoleto. “La vida es cambio, el cambio es vida”, como me enseñaron ciertos mentores y sabios.

Hay otras personas que me dijeron que estaba jugando la segunda parte del partido de mi vida. Sabéis que no consumo fútbol, pero diría que quisiera cambiar de alineación, seleccionar a más “jugadores” para mi equipo renovado, decidir cuando y donde disfrutar cada partido, entrenar para ser mejor persona y jugar sin competir, pero emocionando igualmente a la afición. Espero que algún entrenador o entrenadora me motive lo suficiente para vestir la camiseta cada día en el terreno de juego. Ahí cuento con mi familia como afición incondicional, nutriéndome física, espiritual, intelectual y emocionalmente. Así, no puedes fallar un gol en la vida.

Debo confesar que tenía previsto una celebración especial para este cincuenta aniversario, pero decidí cancelar cualquier evento ante las circunstancias pandémicas. A pesar de todo, he querido estar presente con este artículo autobiográfico para conmemorar mi cumpleaños, con una llamada a la importancia de mantener la confianza y la esperanza en estos tiempos extraños. Es posible la metamorfosis del ser, la reinvención en cualquier faceta en estas fechas, aunque las incertidumbres rebroten en las cabezas, pues las oportunidades son para quienes arriesgan a lo largo de la vida. La Buena Suerte la creamos, por eso dura siempre, como sabemos.     

Seamos constructivos ante las adversidades como el mejor recurso para afrontar este periodo de crisis, que vendrán para cualquiera, dado que nadie tiene nada asegurado como estamos experimentando. La salud es la prioridad, lo demás es complementario. Tengamos proyectos de futuro, aun siendo cortoplacistas, para remover tantos obstáculos que amenazan cada horizonte. El virus del miedo no puede apoderarse de nuestras vidas, continuamos aquí. Compartamos dolor para ser empáticos y compasivos con quienes nos rodean, pues nos lo agradecerán mañana. Estemos en la cuerda fuerte, pues lo emocionante es andar juntos, sabiendo de la suerte de nuestras pieles para amarnos.

En definitiva, se trata de seguir buscando la felicidad, desde el interior hacia los demás, sin tener en cuenta la edad. Los años no limitan, sino que estimulan, aunque el sistema social practique el edadismo, nos conviertan en personas pasivas con la madurez. La revolución de la longevidad es una evidencia científica por hallazgos genéticos y epigéneticos, además del ambiente social, la alimentación y los estilos de vida que influyen en la forma de envejecer.

Que los cincuenteños y las cincuenteñas seamos una generación orgullosa de tantos avances que ahora disfrutan otras cohortes demográficas. Los ochenta siempre son fashion por los revival de música, moda y pensamiento de aquella época. Me siento orgulloso de Felipe VI y Pedro Sánchez, símbolos de la generación X que ahora gobierna en España con el mejor legado de nuestras madres y padres babyboomers, pero con la mirada en el futuro de hijos y sobrinos. Espero no haber molestado a nadie, simplemente quería relatar algo de mi historia de vida hasta los 50, por si alguien necesitaba un pequeño manual de supervivencia en la sociedad posCOVID-19. Dixi.   

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