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La huerta morisca de Arroyo de la Luz recobró su vida

Los colegios arroyanos visitanto sus huertas

Jesús Conde

Hace años, incluso décadas que no se regaban las acequias moriscas del la huerta de Arroyo de la Luz. Tras años de decadencia este emblemático espacio ha recobrado su vida. El agua y la tierra vuelven a ser los protagonistas de unos terrenos dedicados al cultivo tradicional y sostenible desde hace siglos. El legado de la agricultura ha vuelto con fuerza a Arroyo, que se ganó antaño el nombre de la ‘despensa de Cáceres’.

La huerta arroyana ha sido restaurada y su suministro viene de dos embalses o charcas construidas con fecha anterior al siglo XV. Allí se han instalado varios jóvenes, que han convertido este oficio en su modo de vida, en su trabajo y en su dedicación. Algunos por vocación y otros, tras descubrir los encantos de una faena –que reconocen que es dura—no se plantean una vuelta a la ciudad y al trabajo de oficina.

Todos trabajan con cultivos ecológicos y sostenibles, y recogen unas producciones libres de pesticidas que son distribuidas a grupos de consumo y a consumidores directos. Lo hacen dentro del proyecto ‘La semilla de un pueblo’, impulsado desde el ayuntamiento en unos terrenos que han cedido propietarios particulares para darle uso y permitir el desarrollo de estos jóvenes.

Arroyo tiene sus propias peculiaridades. El municipio está englobado en municipios de la Red Natura 2000, distando tan sólo 21 km de la capital cacereña, y es una de las dos localidades de Extremadura declaradas oficialmente ‘libre de transgénicos’.

Tradicionalmente sus tierras han sido explotadas por personas de avanzada edad, siendo una tradición familiar. Ahora se ha convertido en una oportunidad laboral, pero también una forma de coger el testigo a un legado vivo en desuso en la mayoría de las ocasioones.

Alrededor de un centenar de jóvenes de Arroyo han sido formados en el mundo de la agricultura ecológica en los últimos años. Varios de ellos han dado el paso y se han convertido en hortelanos ecológicos.

Producen y venden a través de una cooperativa integral, fundamentalmente en el pueblo y en Cáceres capital, a través de pedidos semanales y cajas que son llevadas a los domicilios de los consumidores finales.

Según explica el alcalde de la localidad, Santos Jorna, se ha creado un banco de tierras perteneciente a unas 20 personas que las han cedido a jóvenes que las quieren trabajar, a través de la mediación del consistorio y mediante un contrato temporal.

El regidor pone de manifiesto que los vecinos están “encantados” con la nueva puesta en valor de las tierras de las huertas, tras el abandono de muchas de ellas, y porque al final, y lo más importante, se evita el éxodo y la salida de los jóvenes al exterior en búsqueda de una oportunidad laboral.

“En mi opinión ha supuesto beneficios para todo el mundo, para los propietarios que han comprobado cómo sus tierras se adecuaban y volvían a dar frutos, para los jóvenes que han comenzado a trabajar, y para el ayuntamiento y el pueblo en general que ha vuelto a poner a sus huertas en el valor que realmente tienen”, según destaca.

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