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Feijóo exige al Gobierno la intervención del Ejército para asegurar el suministro de bienes básicos si la Policía no basta

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, a su llegada a una sesión de control en el Parlamento de Galicia.

Daniel Salgado

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Alberto Núñez Feijóo ya ha acabado su gira interna como candidato único a la presidencia del PP español, pero no ha cambiado el foco. Todavía presidente de la Xunta -sigue sin desvelar cuándo va a dejar paso a su relevo-, su ocupación y preocupación se encuentra en realidad fuera de Galicia. Este martes utilizó una comparecencia por sorpresa en el Parlamento gallego sobre las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania para arremeter contra Pedro Sánchez. Y, fiel a su retórica, aprovechó para estar en misa y repicar. Afeó al Gobierno central las críticas a la plataforma que ha convocado el paro del transporte, pero al mismo tiempo exigió la intervención del Ejército y Policía para garantizar “corredores seguros” para los alimentos perecederos.

La implicación militar era una de las diez medidas que, solemne, Feijóo presentó ante la Cámara legislativa gallega. Pero no se trataba de las medidas que va a adoptar su gabinete. Eran los deberes que prescribe al Gobierno central. “Los gobiernos responsables no buscan culpables ni delegan tareas propias en los demás”, afirmó antes de pasar a desgranarlas. Bajadas de impuestos, exenciones en la Seguridad Social, flexibilizar los contratos públicos, agilización de los fondos europeos o la búsqueda de nuevos mercados forman el núcleo de lo que exige. “El Gobierno central tiene que tomar ejemplo y tomar decisiones de manera inmediata”, añadió, antes de insistir una y otra vez en que la Xunta no dispone de competencias para hacer frente a la crisis. No mencionó la desidia al respecto de sus 13 años de mandato: ni solicitó ni obtuvo ninguna transferencia nueva, algo inaudito en la historia de la autonomía.

Pero en lo que más se extendió Feijóo fue en la justificación de lo que denominó “decálogo de medidas urgentes”. “España está en manos de dos gobiernos y huérfana de políticas de Estado”, sostuvo. Se refería a las discrepancias entre Partido Socialista y Unidas Podemos y, especialmente, al brusco giro de Pedro Sánchez en torno a la ocupación marroquí del Sáhara Occidental. “Impacta el volantazo en la política estatal”, aseguró. No entró en detalles. Su diagnóstico del estado de la economía española, en todo caso, osciló entre la extrema dureza y el catastrofismo. Y con un único responsable: el Gobierno central. La inflación, que afecta a todos los países occidentales, los fallos en la transición energética -que llamó “ruptura energética desordenada e injusta”- o la crisis mundial de suministros son únicamente resultado de las políticas del Ejecutivo de Sánchez. Tan intenso fue su esfuerzo en desviar hacia Madrid el origen de todos los males que la oposición se lo reprochó con acritud. “Usted echa balones fuera, busca culpables y viene a este Parlamento con propaganda”, le espetó Ana Pontón, del BNG. El portavoz socialista, Luis Álvarez, incluso hizo sus cálculos: “Cuatro quintas partes de su comparecencia, y soy generoso, fueron para poner deberes al Gobierno central”.

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Feijóo comparecía ante la Cámara gallega de urgencia. La semana pasada lo había solicitado la formación nacionalista en la junta de portavoces, pero el PP lo vetó. Este martes, la derecha se desdijo y accedió a que el presidente se personase para defender su política ante la crisis desatada por el paro del transporte y la grave situación del sector primario. Pero a esto apenas dedicó diez minutos de la hora que duró su intervención inicial. Las novedades no eran muchas, dado que la mayor parte ya lo había anunciado en el último Consello de la Xunta la pasada semana. Una pequeña ampliación del bono social térmico que llega a 66.000 familias, un anticipo de las ayudas para ganaderos vinculadas a la Política Agraria Común o la exención de dos meses en las tasas de los puertos dependientes de la Xunta son las principales. Ana Pontón le recriminó, con todo, que el Diario Oficial de Galicia todavía no haya recogido ninguna.

Sucede que el presidente gallego acudía al Parlamento de Galicia con otra hoja de ruta y otro objetivo. “En el Gobierno central vemos la misma actitud que observamos durante la pandemia. Su respuesta es ninguna”, llegó a afirmar, al tiempo que se excusaba: “El margen de maniobra autonómica es escaso. Colaborar con el gobierno central no implica asumir responsabilidades que no se corresponden con la Xunta de Galicia”. En realidad, Feijóo aplicó su táctica habitual. Criticó con aspereza a las demás administraciones y eludió comprometer a la que preside, el Gobierno gallego, en acciones de fondo. El socialista Luis Álvarez lo vio así: “Emplea el Parlamento de Galicia para una proyección que no tiene, porque ya ha acabado su gira, y eso es bastante feo, deja en bastante mal lugar a Galicia y al presidente de la Xunta”.

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