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Las elecciones en Madrid amenazan la posición de Feijóo como referente del PP frente a los fracasos de Casado

Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso.

Daniel Salgado

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Alberto Núñez Feijóo nunca ha dudado en ofrecer su opinión sobre la estrategia estatal de su partido. Todavía después del descalabro en las elecciones catalanas, se permitió recordar a Casado lo obvio: “El PP lo que necesita es ganar”. El presidente de la Xunta ejercía, tras su cuarta mayoría absoluta consecutiva, de único referente interno cuando en la formación venían mal dadas. Pero la maniobra de Díaz Ayuso y su adelanto electoral lo sitúa ante la posibilidad de perder pie: si esta repite como presidenta, emergerá un nuevo liderazgo, próximo además al presidente del partido. En caso de ser derrotada, la perspectiva de heredar los restos del naufragio tampoco coincide con el futuro brillante como dirigente que durante tantos años le han augurado a Feijóo buena parte de los comentaristas políticos de la capital.

Lo primero que hicieron Feijóo y su equipo de comunicación nada más se desató el embrollo madrileño este miércoles fue presumir en las redes sociales de la estabilidad de su gabinete. Que su partido se enfrentase al riesgo de quedarse fuera de tres gobiernos autonómicos -Madrid, Castilla y León y Murcia, donde el PSOE registró mociones de censura- era secundario. “A esta hora del día no tenemos constancia de que Ciudadanos vaya a presentar una moción de censura con el apoyo de Podemos en el Parlamento autonómico”, bromeaba el community manager de los populares gallegos.

Al día siguiente, el tono del barón gallego cambió. Su defensa de Isabel Díaz Ayuso fue más o menos clara. “Ayuso no convoca elecciones como consecuencia de que se le ocurre, sino que está preavisada de que va a haber una moción. Hizo lo que podía hacer”, afirmó. Su tesis es que el Partido Socialista cometió “una irresponsabilidad histórica” al intentar cambiar gobiernos “en plena pandemia, en el país con la mayor depresión de la Unión Europea y con una escalada imparable de paro”. Y que el comportamiento de Ciudadanos ha sido “sorprendente”.

También resultó sorprendente que el barón gallego del PP abriese la puerta a rehacer los puentes con la formación de Inés Arrimadas. “¿Quién se fía de Ciudadanos? Es una pregunta que no me atrevo a responder”, dijo retórico, “los gallegos no, y yo se lo agradezco”. Ciudadanos no tienen escaños en la Cámara gallega y tampoco ningún diputado en el Congreso elegido por las circunscripciones gallegas. A continuación, añadió una hipótesis que ningún otro dirigente popular ha planteado: “Si retiran la moción en Murcia, volveríamos a reconstruir esa confianza, hoy destruida”. Añadió una apostilla: eso ya no depende del PP.

Algunos analistas señalan que el adelanto electoral estaba en algunas agendas desde hace meses, y que uno de los propósitos de Díaz Ayuso sería reducir el espacio de Ciudadanos y ensayar un ejecutivo apoyado únicamente en la extrema derecha de Vox. Feijóo, que en su día acudió a la manifestación españolista de la Plaza de Colón de Madrid, donde se sacó la foto de las tres derechas -Ciudadanos, PP y Vox-, ha preferido sin embargo alejarse de estridencias ideológicas. Su ambigüedad le permitía asumir planteamientos cercanos a los ultras sobre el estado de alarma o el 8M y el coronavirus y, a la vez, aparecer como abanderado del breve giro centrista de Casado tras la moción de Vox contra Sánchez e Iglesias. Tal vez esa ambivalencia le sirve para mantener unido un territorio político, la derecha, que en otras partes del Estado se ha dividido en dos o en tres.

Pero este jueves se ha referido a lo sucedido en Madrid como si fuese política local. A preguntas de la prensa sobre si los acontecimientos cuestionaban el liderazgo de Pablo Casado, respondió de manera oblicua. “En mi opinión quien se la juega es la comunidad de Madrid. Casado autorizó la decisión que le trasladó Ayuso en el ejercicio de sus competencias”, expuso, “y lo que se decide es entre dos modelos, el centro derecha versus el socialismo, el populismo y otras adherencias”. Feijóo se entregaba a la estrategia de Ayuso -ella habló extemporáneamente de que se elegía entre “socialismo o libertad”- y obviaba que, de haber finalmente elecciones, la demoscopia augura que Vox está al alza y el PP deberá contar con su escisión ultra para formar gobierno.

El enemigo común en La Moncloa

En cualquier caso, si hay algo que une a Feijóo y a Ayuso es el enemigo común. Y para ellos este se encuentra ahora en La Moncloa. Por eso el presidente gallego, que hace solo 15 días se descartaba como aspirante a liderar el PP español, justifica ahora algunas de las extravagantes medidas del gobierno madrileño sobre el coronavirus. Lo volvió a hacer este jueves. “Madrid fue al Consejo Interterritorial a defender sus intereses epidemiológicos”, aseguró. Y estos implican que, mientras 16 comunidades autónomas han decidido mantener sus cierres perimetrales de cara a la Semana Santa, Madrid no.

Para Feijóo, la inmunidad de la población en esa comunidad es del 18% y eso la habilita a no ser tan estricta con las restricciones. A lo que no se refirió es a que su índice de contagios por 100.000 habitantes a 14 días es el más elevado de España tras Melilla y Ceuta. Y que su tasa de muertos por millón de habitantes en la última semana es la sexta más alta. No se trata de la primera vez que el presidente gallego sale en ayuda de su homóloga madrileña, cuyas acciones le valieron a lo largo del último año algunas sonadas polémicas. Hasta el punto de tildar de “acoso político” las críticas que recibió Ayuso en su día por residir en un apartamento de lujo cedido por un empresario.

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