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Feijóo reclama el liderazgo moral del Partido Popular tras el último fracaso electoral de Pablo Casado

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, y el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, charlan en un acto sobre economía y fondos europeos en diciembre pasado.

Gonzalo Cortizo

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Cada vez que el PP tiene una mala resaca electoral, Alberto Núñez Feijóo aparece en Madrid con su receta de 'menos Gelocatil y más votos'. Esta vez, la crítica interna del barón gallego del PP tiene un peso específico por su coincidencia en el tiempo con el plan de Pablo Casado para absorber a Ciudadanos, abandonar la sede de Génova y romper con todo aquello que esté de Mariano Rajoy para atrás. Está por aclarar si el presidente de la Xunta ha decidido iniciar su enésimo amago de asaltar el cetro de la derecha española. Feijóo ha decidido encabezar el malestar interno con Casado y reclamar para sí el liderazgo moral de un Partido Popular en sus horas más bajas.

El presidente de la Xunta decidió no acudir presencialmente a la reunión del Comité Ejecutivo del Partido Popular que el pasado martes analizó los dramáticos resultados obtenidos en la noche electoral catalana. Conectado por videoconferencia, Feijóo eludió participar en el debate, como sí hicieron sus colegas José Antonio Monago o Isabel Díaz Ayuso. Solo 48 horas después de aquel silencio, el político gallego tomó un avión hacia Madrid, con la excusa de una reunión con la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera.

Ya en la capital, y sin advertirlo en sus agendas públicas, se buscó un hueco en el informativo nocturno que dirige en TVE el periodista gallego Xavier Fortes. Allí discutió la tesis oficial de Casado sobre el abandono de su cuartel general en la calle Génova para romper con el pasado. En esa entrevista dejó frases como las que siguen: “Si cada vez que un partido tiene problemas con algunas personas se tiene que ir del lugar en el que está, es que igual aquí no quedaba ninguna sede”, “No sé si se va a vender. El que lo sabrá es el que lo anuncia”, “El Partido Popular lo que necesita es ganar elecciones”.

A la mañana siguiente de decir todo eso, el presidente de la Xunta seguía con ganas de hablar y ahí estaban los micrófonos de la Cadena Cope para recoger sus argumentos, similares a los que la noche anterior había deslizado en el canal 24 horas de TVE. Tras su aparición en la cadena de los obispos, Feijóo recibió una llamada de teléfono: al otro lado del aparato, Casado le pedía un encuentro en Génova antes de que que tomase su avión de vuelta hacia su residencia en A Coruña.

Llegados a este punto, la maquinaria de prensa del Partido Popular puso en marcha una frenética labor para quitarle hierro al hierro. Según fuentes de la dirección del PP –informa Iñigo Aduriz– ese cara a cara se enmarcó en la “normalidad” de las reuniones que suele mantener el presidente de los populares con sus barones autonómicos. Los dirigentes consultados negaron que la visita del presidente gallego a Génova tuviese que ver con las críticas de Feijóo a la mudanza del histórico edificio anunciada por Casado el martes e insistieron en pedir que no se hiciera una lectura más allá de esa “normalidad” antes citada. El equipo de Casado sostiene que su relación con Feijóo es “excelente”.

Las fuentes consultadas en la dirección del PP al margen del discurso público hacen un análisis diferente y explican que el cabreo interno con Casado viene de lejos. Antes incluso del batacazo en las urnas catalanas, a muchos dirigentes de la formación les molestó el primer amago de ruptura con el pasado que se empezó a esbozar en plena campaña electoral catalana. Cuando el pasado 9 de febrero Casado reescribió su papel durante el 1-O para decir que a él no le gustó la dureza esgrimida por el Gobierno de Rajoy contra los independentistas, los teléfonos de históricos de la formación empezaron a llenarse de mensajes airados. Miembros de la cúpula de Rajoy relatan a este periódico que el actual líder del PP pedía en aquellas reuniones internas más dureza y recomendaba la participación del Ejército para impedir las votaciones en el referéndum. Lo contrario a lo de ahora.

A mayores de lo anterior está el hecho de que Feijóo siempre ha dado la batalla cada vez que su partido ha dado síntomas de flaqueza. En mayo de 2018, el dirigente gallego inició una ronda de contactos para recabar el apoyo de otros barones para forzar un Congreso Extraordinario ante la debilidad de Rajoy. Llegó la moción de censura y el proceso para relevar a Rajoy. Tras semanas insinuando su concurso, el político gallego decidió no presentarse.

Para el imaginario periodístico quedará siempre sobre la mesa la tesis sin confirmar de que la candidatura de Soraya Saénz de Santamaría amenazó al político gallego con nuevos documentos sobre su relación con el narcotraficante Marcial Dorado. La última vez que elDiario.es le preguntó a Feijóo por esa amistad, el barón gallego respondió despreocupado: “Que yo sepa, Marcial Dorado no me ha quitado nunca un voto”.

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