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Feijóo entrega las Medallas de Galicia con un discurso contra el “nacionalismo desaforado”

Discurso de Feijóo durante el acto de entrega de las Medallas de Galicia

David Lombao

Por quinto año consecutivo la Xunta no organiza acto alguno por el Día Nacional de Galicia, que se celebra este martes. Tras la suspensión de la entrega de las Medallas de Galicia el 25 de julio de 2013 a causa del accidente de Angrois, que había sucedido en la jornada previa, al año siguiente el Gobierno gallego decidió desplazar la ceremonia de sus máximos galardones al 24 para hacerla coincidir con el aniversario del descarrilamiento que le costó la vida a 80 personas -movimiento que buena parte de las víctimas rechazaron- y en esa fecha ha permanecido hasta ahora. En este 2017 el Gobierno gallego ha otorgado sus Medallas en un evento en la Cidade da Cultura que Alberto Núñez Feijóo ha aprovechado para lanzar un discurso contra lo que ha definido como “nacionalismo desaforado”.

Como había aprobado el Consello da Xunta, las condecoraciones de este año han estado encabezadas por el homenaje póstumo a Miguel Ángel Blanco, el concejal del PP en Ermua (Bizkaia) asesinado por ETA hace 20 años. En su nombre recogió la Medalla su hermana, María del Mar Blanco, la también diputada popular que definió a su hermano como un “joven valiente” que “fue capaz de enfrentarse a los terroristas” y consideró también que “ETA sigue siendo el presente”. Tras la intervención de Blanco y un brevísimo discurso de la aristócrata y empresaria Isabel Castelo, también galardonada, intervino el expresidente conservador portugués Aníbal Cavaco Silva, que elogió la relación de Portugal y Galicia como “espacio europeo privilegiado de interacción y cooperación”.

El discurso más prolongado de los galardonados fue el de José Manuel Romay Beccaría. El exconselleiro, exministro, actual presidente del Consejo de Estado y mentor político del presidente de la Xunta llenó su intervención de agradecimientos simbólicos y concretos, desde Quevedo a Churchill, Adolfo Suárez, Felipe González, Albor y Fraga, el Papa, Amancio Ortega o “las madres gallegas”. Romay se detuvo también en la referencia “al PP, el partido de Miguel Ángel Blanco y Gregorio Ordóñez” y justo a continuación “en la decencia y la honradez, el único patrimonio que nadie puede expropiar a un hombre” y, en un discurso pronunciado case íntegramente en castellano, evocó sus tiempos de conselleiro de Sanidade e hizo mención expresa a Feijóo, “ese otro hijo” que “representa todos mis sueños políticos”.

El presidente gallego alienta el “patriotismo legal”

Tras los discursos de las personas galardonadas llegó el del presidente de la Xunta, que la veinticuatro horas del Día Nacional consideró que “Galicia celebra cada 25 de julio su fiesta de la unidad”. Entre menciones más o menos implícitas al soberanismo catalán -“pretendiendo reafirmar una identidad mal entendida se pierde la cohesión”, reflexionó- el jefe del Gobierno gallego llamó ante un auditorio atestado a confrontar “el patriotismo que se inspira en las leyes” con la “modalidad de nacionalismo sustentado en historias míticas en las que no falta un enemigo real o fabulado”, dijo entre citas del padre Feijóo.

“Todos sabemos las consecuencias” de ir “hacia el nacionalismo desaforado”, dijo el presidente, y por eso, dice, es necesario alentar el “patriotismo legal y constitucional”, que “da forma a los estados más libres y avanzados” y hacerlo combinando estos elementos con la “galleguidad, que se nutre de la historia, de la cultura, del paisaje...” y con el propio autogobierno de Galicia, “que descansa en el marco constitucional y estatutario”, marco legal que define como “catedrales de una piedra diferente, capaces de acoger a todos”.

El jefe del Ejecutivo culminó su discurso, como habitualmente, con una mención a los premiados comenzando por Miguel Ángel Blanco, que “se rebeló contra el terror” y a quien contrapone a las “modernas rebeldías que no suponen riesgo o amenaza para los autores” del asesinato del edil, dijo. Tras presentar a Cavaco como “el principal dirigente de la historia democrática de Portugal” se deshizo en elogios hacia Romay, “sobredosis oportuna de prudencia y moderación” que, asegura, ha dado “toda una vida al servicio de Galicia y de España”. “Somos muchos -proclamó- los que con éxito desigual nos empeñamos en seguirlo”.

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