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El rey pide al Apóstol una salida “solidaria” de la crisis económica derivada del coronavirus

El rey Felipe VI en Santiago

Gonzalo Cortizo

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Felipe VI ha protagonizado este sábado la invocación al Apóstol Santiago, con motivo de del 25 de julio, jornada en la que se celebra el Día de Galicia en medio de las fiestas de la capital gallega. En su intervención el monarca ha recordado que “la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 deja miles de víctimas cuyo recuerdo debe acompañarnos siempre”. Felipe VI ha asegurado que “además de mantenernos diligentes y prudentes ante el virus debemos afrontar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia que requieren una unidad profunda y un compromiso firme con la búsqueda del bien común”. “Nada mejor que evocar al Apóstol Santiago para entender esa necesidad”, ha asegurado durante la misa que se celebró en la Iglesia de San Martín Pinario, a causa de las obras que se están realizando en la catedral en donde supuestamente descansan los restos del Apóstol.

El papel de Europa en la solución de la crisis económica que se avecina ha ocupado buena parte de las palabras dirigidas por el rey al Apóstol: “El principal reto europeo en estos tiempos consiste en salvaguardar los valores al tiempo que se responde con prontitud y eficacia a la crisis derivada de la pandemia, algo que solo es posible con medidas solidarias que nos permitan seguir caminando juntos con mayor seguridad y solidez”.

Sin referencias a su padre, Juan Carlos I, el rey ha recordado que la tradición de visitar Galicia el Día del Apóstol viene de mucho antes: “Fue establecida por mi antepasado el rey Felipe IV en 1643 y no ha perdido vigencia cuatro siglos después”.

Para la visita de los reyes se ha cerrado buena parte del casco histórico de Santiago. El público, muy alejado del itinerario de los monarcas protagonizó un pequeña protesta reclamando mayor cercanía al visitante. Tan solo hubo a la llegada de la comitiva por la Rúa Porta da Pena un grito solitario de un vecino que no quiso quedarse sin decir “viva la República” mientras el Mercedes de los reyes pasaba frente a la puerta de su casa. En el interior de la Iglesia, la escasa nómina de invitados ocupaban los bancos con distancia social y mascarilla. En cada banco del tempo, sólo tres personas. Entre ellos, el presidente de la Xunta, el alcalde de la ciudad y el presidente del Tribunal Constitucional. A pocas calles, los camareros han seguido la misa desde los televisores de sus cafeterías vacías a la espera de que la Policía abriese de nuevo las calles a los turistas.

Mientras, en el interior del templo el rey acababa su intervención con las siguientes palabras: “La vocación de la Corona es ser punto de encuentro que permita recorrer unidos y en libertad el camino por el que discurre nuestra historia. Así, le pedimos al santo patrón de España que siga siempre a nuestro lado, inspirándonos y protegiéndonos”.

Tras la misa, los monarcas han dado un breve paseo por las calles que rodean la catedral. Casa Real ha impedido el acceso de los periodistas.

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