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Sobre este blog

Interferencia (Wikipedia): “fenómeno en el que dos o más ondas se superponen para formar una onda resultante de mayor o menor amplitud”.

Interferencias es un blog de Amador Fernández-Savater y Stéphane M. Grueso (@fanetin), donde también participan Felipe G. Gil, Silvia Nanclares, Guillermo Zapata y Mayo Fuster. Palabras e imágenes para contarnos de otra manera, porque somos lo que nos contamos que somos.

#23F o la vulgaridad de lo extraordinario

Amador Fernández-Savater / Llámalo X.

  • Relato anónimo sobre la manifestación del 23F en Madrid encontrado en el blog Al final de la asamblea, “no sea que por no contarnos lo obvio, lo vivido, lo que vemos, se nos escape algo. A ver si nos vamos a estar acostumbrando a la vulgaridad de lo extraordinario”.

La primera persona conocida que me encuentro en la calle, cerca del Congreso el 23F es una mujer que conozco por el trabajo. Hasta ahora sólo la había escuchado un discurso de ultra-La-Razón-a-saco, verdadera vehemencia “derecha/liberal”. Hacía un tiempo que no la veía. Estaba supersonriente en la plaza de Neptuno frente al Congreso, muy contenta, en la marea de mareas.

Las dos siguientes personas que me saludan, en otro lugar del paseo del Prado, son otras dos enfermeras y auxiliares de enfermería del mismo palo, menos vehementes, pero nada sospechosas de sindicalismo, rojerío o perroflautismo.

A esta mani ha venido también mi tía, es su primera mani en 78 años. No la he invitado yo. Nunca ha creído que meterse en política o manifestarse fuera cosa que trajera nada bueno. Recuerda el sonido de los obuses de la guerra civil en los sótanos refugio. Es católica y apostólica. Ha decidido estrenarse y estaba entusiasmada.

Me cruzo al bajar la calle Alcalá con una señora y quizás su hijo, con sendas banderas constitucionales en alto. Luego veré más, mezcladas entre banderas republicanas y otras blanquinegras de los anarquistas. Esto ya lo vimos aquel 19J del 2012 con los funcionarios y la poli de manifestantes.

Me encuentra también un compañero del trabajo que no ha asistido a ninguna manifestación, que yo sepa, en décadas y cuyo discurso y preocupaciones políticas hasta ahora han sido igual a cero. Hace no tanto me decía que él no conocía a nadie afectado por la crisis, y cosas así. Está francamente emocionado.

La extracción social de la manifestación en Madrid del 23F, a ojo, es el sueño húmedo de cualquier partido o convocante, se puede decir que lo de ayer se parecía mucho a una muestra representativa de la sociedad. Había de todo en abundancia. Mayores, madres, niños, padres, clase media, rojos, pijos, perroflautas, médicos mayores, familias, estudiantes, parados, pelos de colores, laca y tintes rubios, perlas, rastas, camisetas verdes, batas blancas, banderines de algún partido, de algún sindicato, banderas de distintos colores, zapatos caros, alpargatas, cabeceras de asambleas de barrio, de ayuntamientos, de Iberia, de Telemadrid, de mineros, de colectivos dispares, y sobre todo, por encima de todo, miles de carteles individuales, propios, expresiones autónomas de cada cual.

Las manifestaciones del 23F, con esa fecha tan sensible, tan compleja, tan difícil, tan traumática y totémica sobrevolando, sobrecargando una convocatoria a priori imposible, desbordaron las calles de las principales capitales del país, pero también de pueblos y provincias. Yo no sabría decir muy bien quién convocaba bajo el débil lema de una “marea humana” (como decía uno de mi trabajo) o algo así. Marea ciudadana, como quien dice. Lema no había, y si lo había no sé si nos lo sabíamos.

La mani del 23F que ha llevado a muchas, muchísimas decenas de miles de personas por las calles de tantas ciudades ha debido costar poco más de un euro en su convocatoria y difusión. Muy pocas fotocopias, presencia casi inexistente en los medios, cero publicidad de pago.

Los bomberos esta vez, ese cuerpo de hombres muy machos que en anteriores convocatorias hicieron de ariete contra los UIP que protegían las vallas del Congreso, han dedicado su forzuda virilidad al paradójico servicio de la no-violencia. Montaron un cordón de seguridad muy llamativo desde primera hora de la tarde entre los policías del Congreso y los manifestantes, como para “proteger” a las gentes de las posibles cargas, y para evitar provocaciones de posibles “agitadores” entre los manifestantes. De golpe la misma parafernalia de cascos, músculos y patriarcalidad al servicio de ¿los cuidados?

Si atendemos a las admoniciones de los últimos dos millones de columnas de los opinadores de periódico y tertulia radiotelevisiva en España, hace un rato que deberíamos estar comiéndonos por las patas unos a otros, la famosísima desafección política ya nos debería haber conducido a un Amanecer Dorado o a un par de ellos, estaríamos ya deseando votar como locos a un populismo berlusconiano, a los racistas de España 2000 o a la Falange rediviva y enfrentándonos, de pura crisis a “un estallido” (nunca he acabado de saber qué es “un estallido”) social.

Me pregunta un amigo en Neptuno si esto es el “proceso constituyente” del que solemos hablar. Le digo que pregunte a cualquiera de los que tenemos alrededor, a ver si ellos están en el “proceso” ese. Otro amigo me dice que ve gentes dispersas, como cada cual a lo suyo, sin una idea común muy clara. Yo no veo bloques, ni sectores, ni fracciones, veo más bien un sustrato, más que un dibujo con forma definida -pongamos de flecha- de “proceso-constituyente” con su teorización detrás y todo, veo un suelo espeso, como de mantillo, muy físico, de unas gentes que diría cualquieras, a las que no representa hoy nadie, ni unas siglas ni una cabecera, que creen, por ejemplo, en que debe haber una sanidad pública y una educación pública y unos derechos sociales irrenunciables y que se resisten y reaccionan al saqueo social y político al que nos vemos sometidos y que tienen que poner de su parte, porque nadie les convoca -no hay programa definido, cada cual tiene que saber por qué va, encontrar su lugar en la convocatoria, argumentar lo suyo, preparar su cartel-, porque los dueños de los medios son los del saqueo, porque no sabemos muy bien a lo que estamos y sin embargo, todos andaban determinados, Paseo del Prado abajo, glorieta de Embajadores arriba, Gran Vía de frente, sin dudar, como sabiendo muy bien a dónde van, sonrientes, alegres, con el nieto en el carrito y las batucadas de fondo, sin NADA, NADA en absoluto de miedo (sabiendo tod@s, sin embargo, que las últimas manis acaban con una soberana barrida de antidisturbios y portadas en la prensa de la cosa policial). Yo debo ser el único que no sabe a dónde se dirigen, a dónde vamos.

A la hora de la ración de porras, hostias y detenciones, cuando Delegación de Gobierno suelta a las bestias bien picadas a que repartan a placer por las avenidas y los barrios aledaños, como ya es costumbre instituida, quedan ya muy pocos, ya muy jóvenes y @policia, Cifuentes y hasta las cabeceras de los periódicos del fondo a la derecha dicen que “protegen a los manifestantes” de los que les quieren hacer la puñeta. Los manifestantes ya son los buenos, ya ni con eso se atreven.

En fin, no sea que por no contarnos lo obvio, lo vivido, lo que vemos, se nos escape algo. A ver si nos vamos a estar acostumbrando a la vulgaridad de lo extraordinario.

PD:

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Interferencia (Wikipedia): “fenómeno en el que dos o más ondas se superponen para formar una onda resultante de mayor o menor amplitud”.

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