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Adrià Fortet, historiador: “Es impensable que judíos y palestinos puedan vivir juntos en un mismo Estado”

Adrià Fortet, coautor de 'Israel. La tierra más disputada'

Francesca Cicardi

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Adriá Fortet es doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Barcelona, donde imparte clases desde 2017. Ha colaborado en la edición actualizada y ampliada del libro 'Israel. La tierra más disputada', publicado hace dos décadas por el historiador catalán Joan B. Culla, fallecido a finales de 2023.

Fortet conversa con elDiario.es sobre el significado del ataque del grupo palestino Hamás del pasado 7 de octubre, que está recogido en el epílogo de la obra, y la brutal ofensiva que lanzó Israel contra la Franja de Gaza. El joven historiador analiza el impacto de la actual guerra en el conflicto palestino-israelí y en una posible solución futura, después del fracaso de iniciativas anteriores y en el marco de la grave crisis sociopolítica que ha afectado a Israel en los últimos cinco años.

¿Qué significa el ataque de Hamás del 7 de octubre?

Representa un triple mensaje por parte de Hamás. El primero va dirigido a la misma población palestina, porque les transmite la idea de que Hamás es quien puede tratar con la ocupación israelí, quien puede conquistar de nuevo el territorio para los árabes y, en cambio, la Autoridad Palestina no tiene esta capacidad y es colaboracionista con Israel, y no pueden liberar al pueblo palestino.

Un segundo mensaje va para la comunidad internacional: esta idea de llegar a una normalización entre Israel y los países árabes que deje al margen a los palestinos no va a triunfar porque tenemos la fuerza suficiente para seguir siendo relevantes en la región. Y un tercer mensaje, dirigido a los saudíes: no hagáis una normalización con Israel porque Israel no es capaz de defenderse a sí mismo, como se ha visto en el ataque, y tampoco va a ser capaz de defenderos a vosotros.

¿Y esos mensajes han llegado a sus destinatarios?

Lo que hace que esta guerra sea tan viciosa, tan despiadada, es que los israelíes han entendido los mensajes y quieren transmitir la idea de que ellos se han visto sorprendidos, pero son capaces, son más fuertes y pueden derrotar a Hamás; por tanto, los saudíes tienen que normalizar sus relaciones con ellos. Hamás necesita ganar esta guerra y los iraníes tienen mucho interés en que gane esta guerra.

Cuando termine la ofensiva, a pesar de toda la destrucción y todas las víctimas mortales, lo que se va a mirar en la región es si Israel ha conseguido deponer el Gobierno de Hamás. Si Hamás ya no controla el territorio, será una victoria israelí; si Hamás sigue controlando el territorio, es una victoria de Hamás y su eje [de la resistencia, junto al grupo libanés Hizbulá, las milicias iraquíes, Irán, etc.].

Para Israel sería una derrota estratégica muy importante que Hamás siguiera al frente de la Franja. Y para Hamás y los iraníes sería una derrota estratégica muy importante perder el control de la Franja, que han tenido desde 2007. Por ello, ninguna de las dos partes quiere ceder y el conflicto se perpetúa.

Si Israel consigue derrocar el Gobierno de Hamás, ¿Cuál es la alternativa?

El primer mensaje de Israel fue que tenía que haber un gobierno distinto en Gaza y que no podía ser de la Autoridad Nacional Palestina, porque tampoco era un socio de fiar. La alternativa que planteaban era pactar con los clanes locales de Gaza una forma de gobierno propio que gestionase la ayuda humanitaria y que, a través de este incentivo, estabilizase Gaza, con una cierta presencia de seguridad israelí. Pero eso no está funcionando porque, por un lado, hay pocos clanes que sean independientes, están afiliados a Hamás o a Al Fatah, o a otras organizaciones menores; además, Hamás ha enviado el mensaje de que no va a consentirlo.

Ante esta situación, una parte del Gobierno israelí se ha abierto a la idea de ceder el territorio a la Autoridad Palestina que, a través de presiones de Estados Unidos, se reforme y sea más aceptable para Israel. Tanto [el líder del partido Unidad Nacional y actual miembro del gabinete de guerra] Benny Gantz como el ministro de Defensa, Yoav Gallant, parecen estar de acuerdo con esta alternativa, pero [el primer ministro israelí, Benjamín] Netanyahu, no, y esto puede provocar un conflicto dentro del Gobierno y su posterior caída.

Esta guerra ha tenido lugar en un momento político de gran agitación en Israel...

Previsiblemente, la oposición va a querer elecciones y va a presionar para que se convoquen tan pronto como la situación se estabilice. Sin embargo, los comicios no están previstos hasta noviembre de 2026 y, para que se produzcan antes, tiene que aprobarlo el Parlamento, en el que Netanyahu mantiene su coalición de 64 diputados y no parece que esté dispuesto [a un adelanto electoral].

Hay una minoría de diputados del Likud [partido liderado por Netanyahu] que han mostrado su incomodidad con la actual coalición. Es posible que el detonante [de la situación] sea qué pasará en Gaza después de la guerra.

¿Qué cree que pasará después de la guerra?

Esta guerra ha sido mucho más larga, mucho más dura y mucho más viciosa que las demás. Habrá que ver cómo se reconstruye Gaza, pero para que lleguen fondos para la reconstrucción lo que se va a intentar es tener una solución más estable [a largo plazo]. Pero para llegar ahí hay que ver en qué situación queda Hamás.

Si después de la guerra, Hamás controla el territorio, la reconstrucción no va a ser financiada mayoritariamente por los Estados árabes suníes que han tenido una posición anti-iraní [Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, etc.] sino que probablemente el dinero sea qatarí, iraní... Esto va a dejar las cosas como estaban antes del conflicto y con Israel algo debilitado. Si, por el contrario, Hamás no es protagonista después de la guerra —lo cual no significa que no exista o no tenga partidarios, pero significa que no controla el territorio—, previsiblemente vamos a tener una reconstrucción que va a estar financiada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, y más implicación estadounidense y europea, y esto es posible que vaya acompañado de una posible normalización entre saudíes e israelíes, que dé más estabilidad a la región.

Más allá de cómo quede la situación en Gaza, ¿después del 7 de octubre será más difícil alcanzar una solución para el conflicto?

La guerra hace más difícil una solución porque crea nuevas desgracias, nuevas injusticias, nuevos odios, nuevas muertes... Sin embargo, más allá de las cuestiones concretas, como dónde poner las fronteras, hay que tener en cuenta que existe un territorio pequeño, que es Tierra Santa y que tiene dos pueblos, los árabes y los judíos, y que ambos tienen sus razones y sus justificaciones para argumentar que esta es su tierra y tienen derecho a estar en esta tierra.

Después de todas las décadas de violencia, es impensable pensar que las dos comunidades puedan vivir juntas en un mismo Estado porque son demasiados los resentimientos para crear una solidaridad nacional mínima. La única solución es partir el territorio y establecer dos Estados para dos pueblos, lo que no significa que en el Estado judío no pueda vivir ningún árabe y que en el árabe no pueda vivir ningún judío.

La guerra no ayuda, pero no hay ninguna otra solución que conlleve una mínima justicia para las partes. Las otras soluciones que existen son las soluciones de los extremistas: echar a los árabes y que quede solamente un estado judío o echar a los judíos y que quede solamente un estado árabe; son soluciones injustas y que están en contra de los derechos humanos.

Hemos visto en muchos otros conflictos desplazamientos étnicos y situaciones penosas, pero siempre llega un momento en el que hay que decir: basta de toda esta confrontación, basta de toda esta sangre, basta de todas estas venganzas mutuas. Y hay que separar las poblaciones [enfrentadas] y decir: esta es la tierra de uno y esta es la tierra de otro. Para que esto pase, ayudaría mucho que hubiese una comunidad internacional unida, comprometida a establecer unas directrices y a hacer cumplir una ley internacional.

¿Es posible la creación de un Estado palestino con la creciente ocupación de Cisjordania y Jerusalén Este?

Incluso antes del proceso de paz de Oslo y de la primera intifada, el problema no es dónde poner las fronteras, que es importante hasta cierto punto; el problema de base es crear dos Estados para dos pueblos y qué significa esto. El gran problema son los refugiados palestinos, que fueron expulsados de territorio que actualmente es israelí y que forma parte del Estado judío. Las familias que vivían en un sitio y fueron expulsadas, tienen que poder volver, pero si quieren regresar al lugar donde vivían y ese lugar es el Estado judío, para Israel eso significa destruir su Estado.

En los últimos 20 años, la realidad de los asentamientos ha creado más problemas para una solución territorial en Cisjordania; en cambio en Gaza, se han solucionado esos problemas porque los asentamientos fueron evacuados [en 2005]. Pero el problema de principio sobre qué significan dos Estados es más difícil de resolver que el problema de las fronteras.

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