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Europa se reabre con altos niveles de contagio y se aferra a las terceras dosis para lidiar con el virus

Viandantes por las escaleras de la Basílica del Sagrado Corazón en París este miércoles.

Icíar Gutiérrez

2 de febrero de 2022 22:45 h

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Fin de los cierres y los horarios limitados, desaparición del teletrabajo obligatorio, adiós al uso de mascarillas en algunas circunstancias. Varios países europeos están comenzando a virar en su estrategia para lidiar con el virus, aliviando las últimas restricciones pese a registrar incidencias muy elevadas de COVID-19 impulsadas por la variante ómicron y con la esperanza depositada en los altos niveles de vacunación –y en las terceras dosis– para encarar el futuro de la pandemia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha mostrado preocupada por el hecho de que en algunos países “se haya impuesto la idea de que, debido a las vacunas y a la alta transmisibilidad de ómicron, ya no es posible ni necesario prevenir la transmisión”. “Nada más lejos de la realidad”, ha dicho el director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Más transmisión significa más muertes. No estamos pidiendo que ningún país vuelva al llamado confinamiento. Pero sí pedimos a todos los países que protejan a su población utilizando todas las herramientas disponibles, no solo las vacunas. Es prematuro para cualquier país rendirse o declarar la victoria. Este virus es peligroso y sigue evolucionando ante nuestros ojos”. La rama europea de la OMS dijo la semana pasada que es posible que la pandemia entre en una “nueva fase” con una “esperanza plausible de estabilización y normalización”, aunque también insistió en que es “demasiado pronto para bajar la guardia”.

De Dinamarca a Países Bajos

Uno de los casos más representativos de esta tendencia a la apertura es el de Dinamarca, que ha dejado de catalogar la COVID-19 como enfermedad “crítica” y ha eliminado esta semana sus últimas restricciones: ha dejado de lado las mascarillas y el pasaporte sanitario, así como el cierre de discotecas y el límite de horarios y aforo de bares y restaurantes. Sí se siguen recomendando las mascarillas y pasaporte COVID en hospitales y cuidado de ancianos, y también es posible que empresas e instituciones culturales privadas exijan el pase sanitario.

El país nórdico pone fin así a las principales medidas para combatir la última oleada, a pesar de su curva disparada y los elevadísimos niveles de incidencia que aún registra, con más de 10.000 casos por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas, según el análisis de elDiario.es basado en los datos recopilados por la Universidad Johns Hopkins. Pero el Gobierno cree que la alta proporción de ciudadanos vacunados, sobre todo con la dosis de refuerzo, un 60% –una de las más altas de Europa–, permite dar este paso, tras cambiar la evolución de las hospitalizaciones. Las autoridades también alegan la alta inmunidad por infección natural y la menor virulencia asociada a ómicron. Las muertes han aumentado, pero el país cuenta con uno de los índices de mortalidad más bajos del continente, de 4,3 fallecimientos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, menor que España (5), Francia (5,4) o Portugal (5,8).

“Estamos listos para salir de la sombra del coronavirus”, ha dicho la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, quien ha asegurado que la pandemia sigue, pero el país ha superado la fase crítica y puede recuperar la vida cotidiana. El Gobierno ha trazado tres fases. Espera que la primera, la actual, sin restricciones, sea una “época tediosa con muchos infectados”, en la que “se cancelarán muchas cosas”. En la segunda, en primavera, verano y principios de otoño, las autoridades creen que el virus tendrá un bajo protagonismo y habrá fiestas y festivales. De cara a otoño e invierno, dicen que será crucial la preparación, porque puede haber nuevas variantes y adelantan que quizás sea necesaria una cuarta dosis.

Dinamarca, un país líder en secuenciación, está siguiendo actualmente el rastro a la subvariante BA.2 de ómicron, que ha evolucionado rápidamente y se ha convertido en dominante –no hay pruebas de que cause más casos graves, pero los expertos creen que puede ser más contagiosa–.

Noruega se ha deshecho también este miércoles de la mayor parte de medidas ante el alto índice de población vacunada –un 74,5% con pauta completa y un 47% con dosis extra, según el ECDC– y pese a que los casos han crecido rápidamente, con una incidencia que se sitúa en 4.898 casos por cada 100.000 personas en los últimos 14 días. Los restaurantes podrán vender alcohol después de las 23 horas y desaparecen las limitaciones de aforo en eventos y el teletrabajo obligatorio. El objetivo es eliminar el 17 de febrero algunas de las medidas que se mantienen, como las mascarillas obligatorias en interiores cuando no se pueda guardar la distancia de seguridad de un metro.

“Muchas personas se infectarán en las próximas semanas, y tenemos que prepararnos para ello. Sin embargo, ahora somos capaces de manejar el aumento de la tasa de infección. Es hora de cambiar nuestro enfoque y vivir con más normalidad. (...) En adelante, tenemos que vivir con el virus”, ha dicho la ministra de Sanidad noruega, Ingvild Kjerkol. El Gobierno adelanta que la tasa de hospitalización aumentará porque muchas personas enfermarán, “pero el riesgo de ser ingresado es mucho menor que al principio de la pandemia. Los pacientes pasan menos tiempo en el hospital y menos personas necesitan cuidados intensivos”.

Países Bajos reabrió hace una semana los restaurantes, cines y teatros después de más de un mes cerrados, aunque con horario limitado hasta las 22:00 horas y pasaporte sanitario obligatorio para entrar. El público también puede volver a los estadios y se permite la celebración de eventos con un máximo de 1.250 visitantes en interiores.

El país registra sus peores datos de contagios de toda la pandemia, con 5.409 casos de COVID por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días. El Gobierno neerlandés, presionado por los sectores afectados por los cierres, ha reconocido que el número de contagios es muy alto y espera que el número de pacientes aumente como resultado de estas relajaciones. Sin embargo, decidió que, a pesar de los “riesgos e incertidumbres”, este paso “se puede dar con responsabilidad”. “Vivir aún más con medidas que limitan nuestra vida diaria también daña nuestra salud y la sociedad”, dijo el primer ministro, Mark Rutte. La tasa de muertes (0,8 por cada 100.000 en los últimos 14 días) es menor que en las vecinas Bélgica (3,3) y Alemania (2,5).

El ministro de Sanidad ha hecho hincapié en la necesidad de que los vacunados se pongan también un refuerzo, tras explicar que los que se han puesto la dosis extra constituyen un porcentaje muy pequeño de todos los hospitalizados, que es aún menor entre los pacientes de cuidados intensivos. Cerca de la primera mitad de la población neerlandesa ha recibido ya la dosis extra, y el 70,8% tiene la pauta completa.

En Austria, el Gobierno ha anunciado una relajación de las restricciones en plena ola de contagios, que sigue al alza con fuerza y deja una incidencia muy elevada, de 4.502 casos por cada 100.000 personas en dos semanas. “Ómicron ha iniciado un cambio de paradigma en comparación con delta. La capacidad de los hospitales y de las camas de cuidados intensivos se mantiene estable”, dijo el canciller Karl Nehammer.

Desde este sábado, los restaurantes austríacos podrán permanecer abiertos hasta la medianoche y aumentará el número máximo de personas que podrán participar en eventos. También ha levantado el confinamiento que prohibía salir de casa a los no vacunados salvo por razones imprescindibles. Estas personas siguen teniendo prohibido entrar en algunos lugares, como los restaurantes, hasta el 19 de febrero, cuando podrán acceder con una prueba PCR negativa. “La relajación gradual de las medidas solo ha sido posible gracias a la vacuna”, ha dicho el ministro de Sanidad. Austria se ha convertido en el primer país en aplicar la vacunación obligatoria a todos los adultos. El 73% de la población tiene la pauta completa y el 53% se ha puesto un refuerzo.

Pasaportes con refuerzo

En Francia, la incidencia de casos asciende hasta los 7.170 por cada 100.000 personas en los últimos 14 días, pero el Gobierno galo ha decidido prescindir del teletrabajo obligatorio y la mascarilla en exteriores este miércoles, y a partir del próximo día 16 habrá una segunda ronda de flexibilizaciones, con medidas como la reapertura de las discotecas y la vuelta de los conciertos con el público de pie.

Aunque altos, los casos mantienen una trayectoria a la baja. A juicio de las autoridades galas, la situación está empezando a evolucionar “más favorablemente”. “Se ha confirmado que la variante ómicron es mucho más contagiosa pero claramente menos grave que sus predecesoras. Que quede claro: aunque esté atenuado, este virus no es inofensivo. No es en absoluto una simple gripe”, dijo el primer ministro, Jean Castex, el 20 de enero. “Si hemos podido superar estas últimas semanas, con cientos de miles de infecciones diarias y los hospitales resistiendo, no es por casualidad. Es porque hemos tomado las decisiones correctas, porque estamos masivamente vacunados y nuestras vacunas siguen siendo extremadamente protectoras”.

El 77% de los ciudadanos de Francia tiene la pauta completa, y el 53% tiene la tercera dosis. Castex ha argumentado que el país puede levantar la mayor parte de las restricciones gracias al nuevo pase de vacunación que sustituye al antiguo pase sanitario –que incluía la posibilidad de presentar un test negativo– y es obligatorio para acceder a determinados lugares como cines, museos, cafeterías y restaurantes o transporte interregional para mayores de 16 años. Para mantener este certificado válido, todos los de 18 años o más deben recibir una dosis de refuerzo a más tardar siete meses después de su última inyección o infección, y a partir del 15 de febrero, los plazos para mantenerlo se reducen: los franceses deberán ponerse la vacuna extra en un máximo de cuatro meses.

Otros países están asociando la validez de los certificados a las dosis de refuerzo, como Italia, donde ahora la vigencia del pasaporte sanitario –que se obtiene tras completar el ciclo de vacunación o tras curarse y se exige para entrar en restaurantes, cines, teatros– será únicamente para las personas que han recibido la tercera dosis de la vacuna.

“Los datos sobre las vacunas son muy alentadores. Queremos una Italia cada vez más abierta, especialmente para nuestros niños”, ha dicho el primer ministro, Mario Draghi. El 76% de los italianos tienen la pauta completa y un 56% ya ha recibido la tercera dosis.

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