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Europeísmo y fin de la deriva autoritaria: lo que se espera de Polonia en la UE con el cambio tras las elecciones

El candidato de Plataforma Cívica, Donald Tusk, la noche electoral.

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —

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Frenar el auge de la extrema derecha es uno de los retos de Europa, que ha visto cómo en los últimos años Giorgia Meloni ganaba en Italia sumándose a los gobiernos ultraconservadores de Hungría y Polonia, que se han convertido en el gran dolor de cabeza de la UE. La posibilidad de que Donald Tusk, expresidente del Consejo Europeo (2014-2019), vuelva a coger las riendas de Polonia supone un alivio en la inmensa mayoría de Estados miembros y en la Comisión Europea. Esas instituciones contienen la exaltación por cuestiones diplomáticas mientras que la mayoría de grupos del Parlamento Europeo, a excepción de la extrema derecha, celebran la posibilidad de que el dirigente del Partido Popular Europeo recupere el poder tras ocho años de deriva autoritaria en Varsovia en los que los choques con la UE han sido prácticamente una constante.

Los 27 recuperan a una de las caras más emblemáticas del europeísmo tras años de pelea con Polonia que, junto a Hungría, ha hecho del chantaje a la UE una de las señas de identidad de su política tanto nacional como europea. El primer ministro y candidato de Ley y Justicia (PiS), Mateusz Morawiecki, hizo de la oposición a los “dictados de Bruselas” una de las ideas fuerza de su carrera electoral, en la que se ha impuesto aunque no le dan los números para gobernar, abriendo la vía al cambio.

Aunque Tusk va a tenerlo complicado hasta 2025, por la capacidad de veto del presidente, Andrzej Duda (PiS), que cuyo mandato dura hasta ese año, lo que se espera de él es un cambio inmediato en el tono, las formas y los posicionamientos de Polonia hacia la UE y en materia de política internacional. Eso incluye la relación con Ucrania, que se ha enfriado en los últimos tiempos por el conflicto del grano. El enfrentamiento del Gobierno de Ley y Justicia con Volodímir Zelenski fue frontal hace unas semanas, en plena campaña electoral, y Polonia, tras haber sido el principal socio de Ucrania desde la invasión rusa, mantuvo el veto a las importaciones de cereales, en contra del criterio de Bruselas, y anunció el cese del envío de armamento. Aunque el candidato de Plataforma Cívica no ha revelado si levantará ese veto, sí ha criticado el perjuicio que supone para la reputación del país, informa EFE.

Polonia y la Hungría de Viktor Orbán amenazaron con incumplir el pacto migratorio si incluye cuotas de reparto de refugiados, aunque éstas se puedan sortear con contribuciones financieras, que es la posición que han acordado los gobiernos europeos a expensas de negociar con la Eurocámara y la Comisión. No sería la primera vez. La Justicia europea ya condenó a esos dos países y a Eslovaquia por rechazar la reubicación de solicitantes de protección internacional.

Orbán y Morawiecki, que han hecho del derecho a veto una de sus artimañas para lograr sus propias victorias, bloquearon las conclusiones sobre inmigración en las dos últimas reuniones del Consejo Europeo. El rechazo a la inmigración fue una de las banderas de la campaña de Morawiecki. De Tusk, que fue presidente del Consejo Europeo, se espera que cumpla los mandatos de la UE.

Recuperación de derechos de las mujeres y LGTBI

Pero una de las principales preocupaciones en Bruselas es la situación del Estado de derecho en Polonia y Hungría. De hecho, los 27 iniciaron hace cinco años el procedimiento contra Polonia, bajo el artículo 7 de los tratados, por el constante incumplimiento de valores europeos como la independencia judicial en ambos países y vulneraciones relativas a la libertad de expresión, la corrupción, los derechos de las minorías y la situación de inmigrantes y refugiados en el caso húngaro. Desde entonces el asunto, que podría derivar en sanciones –incluso la pérdida del derecho a voto para esos países– si se concluyera que ha habido una grave y persistente brecha del Estado de derecho, está prácticamente en suspenso porque Hungría y Polonia se protegen mutuamente. 

Tusk se ha comprometido a arreglar la situación del Estado de derecho con la derogación de la polémica reforma judicial del PiS, que ya se vio obligado a dar marcha atrás en algunos preceptos que iban encaminados incluso a perseguir a la oposición, en este caso al líder de Plataforma Cívica. La reversión de esa política tendrá, además, un efecto económico para el país, que tiene congelados los fondos de recuperación (por el momento 35.000 millones de euros) por no aprobar en esa materia.

Bruselas también persiguió a Hungría y Polonia por sus leyes homófobas. Tusk se ha comprometido a proteger al colectivo LGTBI y también a anular la normativa más retrógrada respecto a los derechos de las mujeres. El Gobierno ultranacionalista y católico impulsó una de las legislaciones más restrictivas respecto al derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, con persecución judicial a médicos y activistas que lo facilitan. Tusk ha asegurado que lo permitirá hasta la semana 12 y también la cobertura pública de la fecundación in vitro.

Un cordón a la extrema derecha

“Jamás había estado tan contento con un segundo puesto”, aseguró Tusk en la noche electoral, cuando los sondeos le daban opciones de gobernar si logra los pactos necesarios: “¡Polonia ha ganado! ¡La democracia ha ganado! ¡Les hemos echado del poder!”.

“Muy buenas noticias desde Polonia. El pueblo polaco salió masivamente a abrir una nueva era para el país”, expresó el jefe del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, que dio la enhorabuena a Tusk y también a los “socios de la oposición que enviaron un mensaje de esperanza”: “¡Nadie se interpone en el camino de Polonia y su futuro europeo”.

A pesar de que el PPE ha roto en otros países, como Italia o España, el cordón a la extrema derecha, la intención es que quede aislada en Polonia, donde sigue siendo la primera fuerza, con un acuerdo de todos los demás que logre arrebatarle el poder.

“Después de una movilización de votantes absolutamente récord, Polonia ha vuelto. Por los derechos de las mujeres, por el Estado de derecho, por el clima. ¡Por el progreso y la democracia! Felicitaciones a Polska 2050, que logró un resultado excelente para un partido tan joven y se sitúa en una posición decisiva para contribuir a esta coalición”, expresó la eurodiputada francesa de Renew Valérie Hayer.

La alegría ha sido generalizada. “Esta noche tengo mucha esperanza. Los polacos acudieron masivamente a votar, si las encuestas lo confirman, claramente por un cambio. Por una Polonia democrática, abierta y europea”, expresó la jefa de los socialdemócratas, Iratxe García.

“En junio, los ciudadanos españoles bloquearon con éxito un intento de instaurar un gobierno de extrema derecha. Los resultados de las elecciones españolas y polacas demuestran una cosa: cuando los ciudadanos se movilizan con determinación y esperanza, podemos derrotar a la extrema derecha, a los autoritarios y a las fuerzas reaccionarias. Esto da esperanzas para las próximas elecciones europeas de junio de 2024, donde cada voto contará en la lucha contra los desastres climáticos, la injusticia social y la extrema derecha”, señalan en un comunicado los copresidentes de Los Verdes, Mélanie Vogel and Thomas Waitz.

“La derrota del reaccionario PIS de extrema derecha en Polonia es un gran alivio. Hoy pienso en las mujeres polacas, para quienes el aborto estaba prohibido, en las personas LGTBIQ acosadas por quienes están en el poder. Es hora de restaurar sus derechos”, celebró la coportavoz de La izquierda en la Eurocámara, Manon Aubry (France Insoumise).

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