Por qué hay polémica otra vez con la BBC y Gaza, y por qué importa tanto la radiotelevisión pública en Reino Unido
El dúo de raperos Bob Vylan actuó este sábado en el escenario del Festival de Glastonbury con una pantalla detrás donde se leía “Palestina libre. La ONU lo llama ‘genocidio’. La BBC lo llama ‘conflicto’”. Uno de los raperos se referió a la radiotelevisión pública que retransmitía su concierto: “Sé que estamos en la BBC y no vamos a decir ninguna locura”.
Al poco, y con la participación del público, rodeado de banderas palestinas, el rapero, conocido como Bobby Vylan, dirigió coros de “muerte, muerte a IDF” (las siglas en inglés de las fuerzas armadas de Israel). “A veces hay que difundir tu mensaje con violencia”, añadió con una muletilla que suele utilizar en sus canciones.
El concierto se retransmitía en directo en la web y en la aplicación de la BBC, aunque no en la televisión convencional. Un portavoz de la BBC dijo después que los comentarios del rapero eran “profundamente ofensivos” y la radiotelevisión eliminó de su archivo este concierto. Este lunes, la BBC fue más lejos y aseguró que, aunque puso una nota de advertencia sobre el contenido, debería haber cortado la retransmisión en directo y “siente” que eso no sucediera.
“La BBC respeta la libertad de expresión, pero rechaza firmemente la incitación a la violencia. Las expresiones antisemitas de Bob Vylan son absolutamente inaceptables y no tienen cabida en nuestras retransmisiones”, dijo en un comunicado. “A raíz de lo ocurrido este fin de semana, revisaremos nuestras directrices sobre eventos en directo para asegurarnos de que los equipos tengan claro cuándo es aceptable mantener una emisión en antena”.
El dúo Vylan (no Dylan)
Bob Vylan es un dúo formado en 2017, que suele cantar sobre el racismo, la homofobia y el machismo en el Reino Unido. El cantante y el batería utilizan los pseudónimos Bobby y Bobbie Vylan y se llaman a sí mismos “los Bobs”. El grupo, que ganó un premio de música alternativa por un álbum en 2022, dice que no se inspira en Bob Dylan pese al nombre. Bobby asegura que su primera musa musical fue Whitney Houston.
La provocación es parte de su música: en ocasiones salen al escenario con un bate de béisbol y se han puesto camisetas del equipo de fútbol rival en las ciudades donde cantan.
La actuación de los Bobs venía justo antes de la de un grupo (hasta ahora) más famoso, el trío de raperos norirlandés Kneecap, y que la BBC había decidido no retransmitir en directo por temor a que violara sus estándares.
El cantante de Kneecap, Mo Chara, está siendo procesado después de desplegar en un concierto en Londres en noviembre una bandera de Hizbulá, que está en la lista de organizaciones terroristas del Reino Unido. La BBC colgó después el vídeo de la actuación editado, excluyendo algunos cánticos sobre Palestina, pero dejando los que corearon a favor de Mo Chara y contra el primer ministro británico: “Fuck Keir Starmer”.
Normas editoriales y quejas
La BBC y su director general, Tim Davie, afrontan ahora una ola de críticas sobre cómo podían haber intervenido para evitar el streaming de Bob Vylan que contradice sus normas editoriales que piden a los productores “evitar material que condone o haga parecer atractiva la violencia o el comportamiento peligroso” o “material que pueda animar a otros a copiar ese comportamiento” a no ser que haya “una justificación editorial clara”.
La policía local del condado de Avon y Somerset, la región en el suroeste de Inglaterra donde se celebra el festival, abrió este lunes una investigación formal sobre los cánticos Bob Vylan y Kneecap como “un incidente de orden público” y para “considerar toda la legislación relevante, incluyendo la relacionada con crímenes de odio”. “No hay cabida en la sociedad para el odio”, dijo un portavoz de la policía, que también explicó que habían recibido “un enorme número” de denuncias sobre las actuaciones de estos grupos de todo el mundo y pidió al público “con cortesía” que deje de reportar el caso.
La investigación reaviva el debate sobre la libertad de expresión y la aplicación de leyes contra el odio, la violencia y la discriminación, que ya se han utilizado en casos de protestas y de declaraciones en redes sociales. Uno de los más recientes y más públicos es el caso contra una mujer condenada a 31 meses de cárcel por animar a incendiar centros de acogida de inmigrantes en medio de los disturbios xenófobos en el norte de Inglaterra el verano pasado.
Ahora algunos críticos conservadores piden incluso que los responsables de la BBC sean “procesados” por no interrumpir el directo de Glastonbury.
“Pido a la policía que investigue urgentenmente y que también persiga a la BBC por haber emitido esto”, dijo en un tuit el portavoz de Interior del Partido Conservador, Chris Philp. “Nuestra radiotelevisión pública no debe emitir material de odio diseñado para incitar a la violencia y el conflicto”. La policía local no ha hecho ninguna referencia a la BBC y sólo ha dicho que está en contacto con las comunidades locales.
Emily Eavis, coorganizadora del Festival de Glastonbury, una institución en el país que se celebra desde 1970, ha emitido un comunicado contra “todas las formas de guerra y terrorismo” y, aunque cree que es “inevitable” no compartir las opiniones de los cientos de artistas que pasan por el escenario, cree que los cánticos de Bob Vylan “sobrepasaron claramente los límites”. “Recordamos a todos los implicados en la organización del festival que el antisemitismo, el discurso de odio y la incitación a la violencia no tienen cabida en Glastonbury”, dijo Eavis.
Aunque el festival podría potencialmente sufrir consecuencias legales, el foco está puesto sobre todo y una vez más en la BBC, cuya cobertura editorial sobre la guerra de Gaza está bajo un escrutinio continuo con acusaciones de sesgo hacia israelíes y palestinos.
Las quejas formales que recibe del público están divididas por igual entre quienes ven un sesgo y el contrario. La emisión en árabe de la BBC está en el centro de la atención, y hay varios informes externos con conclusiones contradictorias.
La BBC suele recibir críticas por no describir a Hamás como “terrorista” (no lo hizo después de los ataques del 7 de octubre) y por evitar la palabra “genocidio” a no ser que sea citando a otros, como sucede en reportajes de sus especialistas.
En las próximas semanas, la BBC publicará un análisis interno sobre el tratamiento de un documental sobre médicos atacados en Gaza y donde uno de los narradores, un adolescente de 14 años, no fue identificado como hijo de un líder de Hamás. En febrero el documental fue retirado de su plataforma online y, después de meses de debate, el documental no se va a emitir en la BBC, sino en Channel 4, que también es una televisión pública, pero no está financiada directamente por el canon de los televidentes y es más minoritaria.
Davie escuchó múltiples críticas de su propio personal en una asamblea con trabajadores de la BBC este mes por ser poco “transparente” en su decisión sobre el documental, según informa The Guardian.
El bloqueo
La BBC es uno de los pocos medios del mundo que ha logrado tener reporteros dentro de Gaza, la mayoría palestinos locales, y denuncia continuamente el veto de Israel contra sus intentos y los de otros medios de mandar a más.
Jeremy Bowen, editor internacional de la BBC especializado en Oriente Próximo, contaba en marzo que en los anteriores 18 meses el Ejército israelí sólo le había dejado estar medio día en Gaza, y siempre en su compañía. “No quieren que veamos”, se quejaba en referencia a Israel. Según explicaba, la falta de acceso “ofusca lo que está pasando, y hace dudar sobre la información que sale” de Gaza.
En las piezas en radio, tele o texto, es habitual encontrar la advertencia de que “Israel no permite a medios internacionales, incluyendo la BBC, mandar periodistas a Gaza”, lo que limita su “capacidad para verificar lo que está pasando sobre el terreno”.
Cómo funciona la BBC
Para entender el agrio debate sobre Gaza y sobre casi cualquier cobertura relevante, hay que considerar que la radiotelevisión pública británica no se parece ni en modelo ni en impacto ni en estándares a la española u a otras equivalentes en Europa.
La BBC es el medio con más alcance en el Reino Unido y tiene un nivel de confianza del 60% y sólo un 16% de desconfianza, según el informe recién publicado del Instituto Reuters para el estudio del periodismo de la Universidad de Oxford. Es también uno de los medios en los que más dice confiar la audiencia en Estados Unidos pese a que ahí su alcance es más limitado. Por comparar, en el mismo informe, RTVE está por detrás de otros medios en alcance en España y tiene ahora un nivel de confianza del 48% y un nivel de desconfianza del 29.
La BBC se financia principalmente con el canon que pagan directamente las personas que viven en el Reino Unido y consumen la televisión tanto convencional como en su web y otras plataformas. Su misión de responder a las quejas de la audiencia, cumplir con la imparcialidad y respetar sus códigos editoriales está muy regulada y es independiente del Gobierno y de cualquier órgano político.
Los sueldos de los presentadores son públicos, igual que sus cuentas. La guía editorial está muy detallada y se actualiza de manera regular. Un regulador independiente de televisión, Ofcom, es el encargado de velar por el cumplimiento de las normas. Los periodistas también están sujetos a ellas, y una esencial es no expresar opiniones partidistas.
No hay control político ni sus decisiones dependen de ningún órgano donde estén representados los partidos, aunque rinden cuentas ante el Parlamento británico con audiencias periódicas que deben respetar su independencia editorial, pero pueden comentar sobre su cobertura.
Cualquier intento de interferencia del Gobierno es denunciado y los ministros y otros políticos están acostumbrados a que la BBC les haga entrevistas incisivas, con interrupciones y correcciones si no dicen la verdad en antena. De hecho, es inusual hasta que los ministros expresan quejas formales sobre la BBC, como en este caso del festival.
El primer ministro Starmer dijo el domingo que la BBC “tendrá que explicarse” y condenó los comentarios del rapero. La ministra de Cultura habló con el director general para pedirle “explicaciones urgentes sobre la diligencia debida antes de la actuación de Bob Vylan” .
Pero, en febrero, en una audiencia en el Parlamento sobre la cobertura de la BBC de la guerra de Gaza, la ministra de Cultura recordó que el respeto de las reglas editoriales está en manos Ofcom, un regulador independiente que aplica el código, y que en ningún caso debe recibir presiones del Gobierno: “Es esencial que la BBC mantenga los estándares más altos de periodismo y gobernanza… Esto es crucial para asegurarse de que la BBC mantiene la confianza del público”, dijo.
Esta última polémica sucede en un momento en que la opinión pública británica, más dividida inicialmente que la española sobre el conflicto en Oriente Próximo, ha evolucionado en contra de Israel.
¿Y Gary Lineker?
La principal vara de medir la cobertura para la BBC es la imparcialidad, pero este estándar no se aplica al entretenimiento, un contenido no sujeto habitualmente a los criterios periodísticos más estrictos.
Los códigos sobre imparcialidad política, por ejemplo, no se han aplicado hasta ahora a presentadores de concursos o de deportes, pero varias polémicas en particular con Gary Lineker, su presentador deportivo estrella durante años, han endurecido sus políticas sobre redes sociales.
Este mayo, la cadena anticipó la salida de Lineker, histórico presentador de Match of the Day, después de que el presentador compartiera en Instagram un vídeo propalestino que incluía una ilustración de una rata, una referencia utilizada por los nazis y por la que después pidió perdón.
Después de 26 años presentando el programa deportivo, ya estaba previsto que ésta fuera la última temporada de Lineker —se anunció en noviembre y la BBC ya había elegido a sus sucesores—, pero el presentador y exfutbolista iba a participar en la cobertura del Mundial de fútbol de 2026, y ya no lo hará.
En su último programa, a finales de mayo, Lineker dijo: “No tenía que haber terminado así”. Pero sugirió que sus palabras se referían al final de la liga: “Ya sólo nos queda la Champions League”.
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