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ANÁLISIS

El show de Trump: una operación de lavado de imagen a Israel y un respaldo al genocidio

Destrucción en el área de Jan Yunis, en la Franja de Gaza, este martes. La gente regresa buscando sus pertenencias entre las ruinas
14 de octubre de 2025 21:59 h

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Tras dos años de crímenes masivos contra la población civil palestina en Gaza y Cisjordania, asistimos a la segunda fase de la normalización del genocidio, a través de la teatralización y el relato. Donald Trump ha salido al rescate del Gobierno de Netanyahu y ha iniciado una operación de lavado de imagen con la que intenta garantizar la impunidad israelí y el enriquecimiento de Estados Unidos sobre los escombros de Gaza.

“Gran trabajo”

Así lo demostró él mismo en la Knesset israelí -el Parlamento- este pasado lunes, acompañando y protegiendo a Benjamin Netanyahu. Allí, arropado por los aplausos de la mayoría parlamentaria de Israel, Trump agradeció al Gobierno de Israel el “gran trabajo” realizado y presumió de haber facilitado las acciones militares contra Gaza con el suministro de armamento estadounidense. Merece la pena prestar atención al contenido del acto.

“Tenemos las mejores armas y dimos muchas a Israel. Bibi [Netanyahu] me decía: ‘¿puedes darme esta y aquella?’. De algunas yo no había oído nunca; y se las dimos, y son las mejores. Las usasteis muy bien”, afirmó el presidente de EEUU ante continuas interrupciones con aplausos y vítores.

Esas y otras frases dejan clara la voluntad de Trump de respaldar los crímenes israelíes: “A mi gente [del Ejército] le encantó trabajar con vosotros”, aseguró ante el Parlamento israelí. “Con nuestra ayuda, Israel ha ganado todo lo que podía ganar con la fuerza de las armas”, añadió.

El acto fue una orgía de la impunidad, con la presencia de algunos de los hombres más cercanos al presidente de EEUU, su hija, su yerno –con grandes negocios en la zona– y también de Miriam Adelson, viuda del magnate de los casinos, de quien Trump quiso destacar dos cuestiones: que tiene, al menos, 60.000 millones de dólares y que ella y su marido le convencieron para apoyar más a Israel.

Trump y Netanyahu, en el Parlamento israelí este lunes

Tenemos las mejores armas y dimos muchas a Israel. Bibi [Netanyahu] me decía: ‘¿puedes darme esta y aquella?’. De algunas yo no había oído nunca; y se las dimos, y son las mejores. Las usasteis muy bien

Trump, esta semana, en el Parlamento israelí

Ocupación y apartheid

Ahora llega la fase de la reconstrucción de los hechos a la medida de los intereses estadounidenses e israelíes, con un plan que pretende consolidar un proyecto colonial con ocupación permanente y segregación racial, a cambio de un alto el fuego necesario pero sin garantías de ser duradero. En ese sentido, Trump ha reiterado esta semana su reconocimiento de Jerusalén como “capital eterna” de Israel y de la soberanía israelí de los Altos del Golán sirios, pese a que varias resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -la primera, de 1967- exigen la retirada de la ocupación ilegal israelí de Jerusalén Este, Cisjordania, Gaza y los Altos del Golán sirios.

El proyecto de ese Gran Israel sigue en los objetivos de Netanyahu, quien esta semana agradeció a Trump haber respaldado en 2020 un plan para la anexión ilegal israelí de territorio palestino en Cisjordania. El presidente de Estados Unidos protege al mandatario de Israel. Tal es así que este lunes, en el Parlamento israelí, llegó a pedir el indulto para Netanyahu: “¿Por qué no le indultáis? Puros y champán, ¿a quién le importa?”, dijo en referencia a uno de los casos de corrupción.

El plan Trump ha sido diseñado para salvar a Israel con todo, con su ocupación ilegal y su sistema de apartheid, sin fecha de retirada de las tropas israelíes de Gaza y con un proyecto urbanístico para negocio y especulación estadounidenses. No contempla rendición de cuentas y deja un mensaje: que se puede cometer un genocidio durante dos años, recibir recompensa por ello y negar derechos a sus víctimas. Que se puede financiar y proteger al autor del genocidio y sonar como candidato al Premio Nobel de la Paz o autodenominarse “pacificador”. Que es posible mantener relaciones preferenciales con el Estado que impulsa crímenes masivos, no adoptar medidas para prevenirlo o pararlo durante casi dos años y, aún así, presentarse como defensor del derecho internacional, como sigue haciendo la Unión Europea, el mayor socio comercial de Israel.

El plan Trump intenta dejar un mensaje: que se puede cometer un genocidio durante dos años, recibir recompensa y negar derechos a sus víctimas

La respuesta social

La operación cosmética ideada por el mandatario estadounidense llega en el momento de más respuesta social internacional contra los crímenes israelíes. Las protestas en muchos países estaban poniendo en aprietos a varios gobiernos aliados de Washington y, por ende, de Tel Aviv. En el contexto de bombardeos y masacres era cada vez más difícil justificar las alianzas con Israel, y así lo reflejaban tanto las calles como las encuestas que toman el pulso a la opinión pública estadounidense y europea.

Reino Unido, por ejemplo, ha tenido que afrontar manifestaciones masivas e incluso la aparición de un nuevo partido impulsado por integrantes del laborismo que han abandonado sus filas debido, entre otras razones, a la complicidad británica con el genocidio israelí, a través del envío de armamento.

En las últimas semanas, las movilizaciones sociales internacionales, la conclusión de la Comisión asignada por la ONU –que señaló que Israel comete genocidio– y algunos movimientos en Naciones Unidas obligaron a la Unión Europea a anunciar que estudiaría una suspensión de su acuerdo preferencial con Israel, aunque finalmente solo ha propuesto tibias limitaciones, pendientes aún de aprobación.

También la UEFA, la FIFA y Eurovisión se vieron forzadas a estudiar la suspensión de la participación israelí en sus competiciones de fútbol y el concurso de la canción. Ahora, con el plan Trump, han anunciado que congelan o postergan su decisión. El canciller alemán, Friedrich Mertz, insistió la pasada semana en que su país abandonará Eurovisión si Israel es excluido del evento.

La UEFA, la FIFA y Eurovisión han apelado al plan Trump para congelar o posponer su decisión sobre la participación de Israel

Las sanciones

En julio de 2024 la Corte Internacional de Justicia señaló la ilegalidad de la ocupación de Israel de los Territorios Ocupados Palestinos y solicitó a los países medidas “para impedir relaciones comerciales o de inversión que contribuyan” a la ocupación y la segregación. Poco después, una resolución de la Asamblea General de la ONU exigió el fin de la ocupación israelí en el periodo máximo de un año. Ese plazo se cumplió en septiembre.

Ahora, con esta tregua, Estados Unidos, Reino Unido y Francia barajan la posibilidad de impulsar una resolución en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para respaldar el plan Trump, lo que supondría un retroceso en los avances legales internacionales registrados en el último año y medio. En la práctica, la aprobación de una resolución de esas características significaría dar el visto bueno a la ocupación israelí de Gaza durante un “periodo de transición” que podría no terminar nunca, como ha ocurrido tantas veces en el pasado, a través de la política de hechos consumados de Israel.

“Lo llaman paz, pero para los palestinos es el riesgo del peor apartheid”, ha advertido la relatora de Naciones Unidas, Francesca Albanese, quien ha insistido en la necesidad de “boicot, sanciones y rendición de cuentas” para Israel. El pueblo palestino sigue enfrentando “ocupación, eliminación y genocidio”, señalaba este lunes el historiador israelí Ilan Pappé.

“La plataforma Cartografía del Genocidio muestra, atrocidad tras atrocidad, cómo Israel destruyó todos los aspectos de vida palestina en Gaza. El genocidio no termina simplemente con un alto el fuego. Continúa mientras no se restablezcan las condiciones de vida”, ha señalado el director del grupo de investigación Forensic Architecture.

Donald Trump exhibe su triunfalismo ante otros mandatarios en Sharm el Sheij, Egipto, este lunes

Los socios de EEUU han optado por el plan de Trump. ¿Qué habría pasado si hubieran impuesto sanciones coordinadas a Israel?

La ley internacional obliga a los Estados a prevenir, detener y sancionar el genocidio. Durante casi dos años los máximos aliados de Israel hicieron caso omiso de ese mandato: mantuvieron negocios, acuerdos preferenciales y todo tipo de relaciones con Tel Aviv, mientras decenas de miles de personas eran asesinadas en vivo y en directo. Con el transcurso de los meses, y pese a un relato predominantemente proisraelí, la realidad comenzó a ser más evidente e insoportable para grandes sectores de las sociedades occidentales.

Ante ello, Israel y sus aliados confían en volver a lo que la abogada palestina Diana Buttu llama “la píldora mágica”, un proceso de “paz”, como los Acuerdos de Oslo de los años noventa, que haga “invisible la ocupación” israelí y la segregación racial “ante los ojos de Occidente”.

Una parte de la comunidad internacional, la Unión Europea, Turquía, Qatar, Egipto y otros socios de Estados Unidos han optado por la estrategia de Trump, como si no existiera opción B. ¿Qué habría pasado si hubieran impuesto sanciones coordinadas a Tel Aviv hace tiempo? ¿Qué ocurriría si lo hicieran ahora? El proyecto estadounidense tiene como objetivo evitar esas sanciones y otras medidas de presión que podrían contribuir a garantizar derechos al pueblo palestino.

Si se regresa a un ritmo de limpieza étnica más lento, los crímenes serán más tolerables a ojos de la hipocresía de la gobernanza occidental

Trump y Netanyahu confían en que, sin masacres masivas, el mundo vuelva a olvidarse de Palestina. Si eso ocurre, Israel podrá seguir asesinando a civiles –como hizo este martes en Gaza– y consolidar su ocupación colonial con segregación racial. El regreso a un ritmo de limpieza étnica más lento, menos espectacular, sería más tolerable para la hipocresía de los aliados internacionales. Por eso la relatora de la ONU, Francesca Albanese, subraya la importancia de prestar atención y movilización social en esta nueva fase: “Pueblos del mundo, todas las miradas deben permanecer sobre Palestina. El legado de Nelson Mandela nos recuerda que nadie es libre hasta que todo el mundo sea libre”.

Como señala la abogada Diana Buttu, antigua asesora del equipo negociador de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), “los palestinos vivimos con dos formas omnipresentes de violencia: la violencia israelí, infligida directamente sobre nuestros cuerpos, tierra y sociedad; y la violencia occidental, en la que solo nuestra desaparición impulsa al mundo a notarnos y ver nuestra humanidad –pero poco”. Ha tenido que producirse una operación acelerada de destrucción para que el pueblo palestino sea visto, un poco.

Este lunes, cuando Trump presumió de haber proporcionado “el mejor armamento” al Ejército israelí, afirmó que, con ello, Israel fue “fuerte y poderoso”, lo que “al final, llevó a la paz”. Esa es la dinámica que pretende consolidar, la de la ley del más fuerte y del más dispuesto a usar la fuerza bruta, sin espacio para la ley internacional y con “paz” obtenida a través de un genocidio, como si no hubiera otra opción.

Por eso Palestina condiciona el mundo. Sin derechos para la población de Gaza ni rendición de cuentas para los autores de los crímenes de lesa humanidad, la impunidad crece y, con ella, la desprotección de los pueblos. Ese es el nuevo ciclo que Trump y Netanyahu intentan impulsar, con el apoyo de varios aliados, bajo el nombre de “nuevo amanecer” o “era dorada” para Oriente Medio.

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