Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

The Guardian en español

A menos que Bruselas cambie de modelo, se avecina el desastre para Italia y la Unión Europea

Giuseppe Conte, primer ministro de Italia.

Owen Jones

Hace unos meses, un destacado político del gobernante Partido Socialista portugués me explicó el dilema de la Eurozona: pertenecer a la moneda única hace imposible cumplir con el gasto público que desea el partido. “Es como si la socialdemocracia estuviera prohibida”, explica. Pero salir del euro, con la crisis económica que provocaría, podría ser aún peor. Lo más probable es que el partido responsable de esa medida fuera tan odiado que terminaría desapareciendo.

Está claro que el nuevo Gobierno de Italia no es socialdemócrata ni de tendencia izquierdista. Es un apaño hecho juntando el peculiar populismo centrista del Movimiento 5 Estrellas (M5S) con el nacionalismo xenófobo de la Liga. No tiene respuestas para los grandes males de Italia. La izquierda italiana se ha retirado en gran medida del escenario político. Los jóvenes y desilusionados votantes que en España acudieron en masa a Podemos y en Reino Unido al Partido Laborista de Jeremy Corbyn, en Italia han optado por el M5S.

Pero la llegada al poder de los populistas italianos es, en parte, consecuencia de las devastadoras políticas económicas de la Eurozona actual. Para la supervivencia del euro, tal vez incluso para la de la Unión Europea, se necesita desesperadamente un cambio radical.

La reacción contra la crisis de los refugiados también ha jugado un papel en el ascenso de los populistas, pero Italia es una nación en crisis económica y social. Tanto la producción económica como el nivel de vida llevan veinte años de estancamiento. Casi uno de cada tres jóvenes no tiene trabajo y, desde la crisis financiera de 2008, el número de italianos en riesgo de pobreza se ha disparado hasta más de tres millones de personas.

A Alemania le convenía la moneda única desde el principio porque un euro débil le ayuda en sus exportaciones. Aunque los problemas de Italia no pueden atribuirse exclusivamente al euro, las estrictas normas fiscales a las que están obligados los países miembros de la Eurozona la han atado de pies y manos. El derrocado Partido Democrático tampoco era de izquierdas (viene del antiguo Partido Comunista, pero se había convertido en un grupo totalmente neoliberal), pero incluso su exprimer ministro, Matteo Renzi, había pedido sin éxito un cambio en las reglas que le permitiera ampliar la inversión pública.

Los jóvenes italianos son los más desilusionados con la Unión Europea. De acuerdo con una encuesta, más de la mitad de los menores de 45 años votaría por abandonar el proyecto común europeo, mientras que un 46% optaría por quedarse. Entre los mayores de 45 años, un 68% se inclina por quedarse, y sólo el 26% por irse. La bomba de relojería está en marcha y hace falta un cambio drástico. Las consecuencias de un derrumbe de la Unión Europea, por muy inverosímil que ahora parezca, serían devastadoras.

Es posible que el nuevo Gobierno italiano esté en rumbo de colisión con las reglas de la Eurozona. La alemana Angela Merkel, principal responsable de la catastrófica austeridad en la Eurozona, se mostró dispuesta a trabajar con cualquier Gobierno, pero dijo que todos deberían cumplir esas reglas.

Con eso no alcanza. Cuando el partido gobernante griego Syriza sufrió su castigo, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dijo que temía un “contagio ideológico o político”, y no un “contagio financiero”. En otras palabras, daban una lección a Grecia para convencer a España, Italia y Portugal de que no eligieran a sus respectivos partidos antiausteridad y contra el statu quo de la Eurozona.

Es una tragedia que este modelo siga vigente. No solo para los millones de personas que han sufrido por la austeridad. También para el futuro de la Eurozona y de la Unión Europea. En España, un nuevo Gobierno socialista ha llegado al poder. Ahora debe intentar armar, dentro de la Unión Europea, una coalición por el cambio. Si la Unión no cambia, el desastre se avecina.

Traducido por Francisco de Zárate

Etiquetas
stats