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The Guardian en español

El ministro Rishi Sunak toma posiciones para suceder a Boris Johnson

El ministro de Economía del Reino Unido, Rishi Sunak.

Heather Stewart

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“Para ser sincero, yo no lo habría dicho”. La contundencia con que Rishi Sunak, el ministro de Economía, se refirió a los comentarios de Boris Johnson sobre Keir Starmer, el líder laborista, y el pederasta y expresentador Jimmy Savile es el indicador más claro del distanciamiento que está tomando el ministro de Economía británico con relación a su acorralado jefe. Johnson había sugerido falsamente en el Parlamento que Starmer no había perseguido a Savile cuando era fiscal.

En la sala de prensa de Downing Street, junto a una bandera británica y sin la compañía de Johnson, Sunak trataba de describir en tono tranquilizador una serie de medidas del Gobierno para mitigar las tensiones provocadas por el encarecimiento en la cesta de la compra. Pero como ha venido ocurriendo en las últimas semanas, otra crisis se interpuso en el acto: la del liderazgo del primer ministro británico.

No había pasado ni una hora de la dimisión de Munira Mirza, una de las asesoras más destacadas de Johnson, y el primer ministro aún no se había disculpado por ensuciar el nombre de Starmer al relacionarlo falsamente con el hecho de que Savile nunca fuera procesado por abusos sexuales.

En la rueda de prensa de Downing Street, a Sunak le preguntaron si Johnson debía pedir perdón por esos comentarios sobre Starmer, tal y como pedía Mirza. Una y otra vez, respondió que era un tema que debía resolver el propio Johnson.

Sunak no dijo mucho. No hacía falta. Algunos de sus colegas leerán sus declaraciones como la señal más evidente de que el ministro puede creer que ya ha llegado el momento de actuar.

Desde el jueves por la noche, se han marchado del gabinete de Johnson otras cuatro personas clave, además de Mirza. Entre ellas, el secretario personal de Johnson, acusado de haber organizado una de las fiestas y el jefe de gabinete.

El partido conservador podría lanzar un proceso de destitución si al menos el 15% de sus diputados lo piden por escrito, es decir 54. Ya son cerca de 40 los que lo han hecho, según el Guardian, aunque esta información no es pública hasta que no se llega al umbral. Si hubiera 54 cartas, se convocaría una votación para decidir por mayoría dentro del grupo si destituir o no a Johnson. Si el primer ministro fuera obligado a dejar su puesto, lo sustituirá otro conservador escogido por el partido.

Reto de la subida de precios

No hay duda de que Sunak pinta como el favorito en la carrera por el liderazgo del partido. Los miembros de su partido están observando atentamente cómo gestiona la crisis de la cesta de la compra para medir sus habilidades políticas.

La subida actual de precios supone un peligro para él, pero también otras medidas pasadas. Muchos diputados tories están disgustados con la insistencia de Sunak de subir las cotizaciones a la seguridad social para financiar los costosos planes de Johnson para reforzar el Servicio Nacional de Salud y aumentar el gasto en asistencia social.

No parece probable que se vayan a sentir más tranquilos con una inflación que en los próximos meses probablemente llegará al 7%. En la práctica, Sunak está ahora mismo devolviendo dinero a los hogares al tiempo que aumenta sus impuestos: dando con una mano mientras quita con la otra.

Sunak también es el hombre que se empeñó en recortar los pagos del programa de asistencia social, al que se le habían sumado 20 libras semanales para que las familias de menores ingresos pudieran capear la pandemia. Ante la indignación que provocó, el recorte fue revertido parcialmente en el presupuesto de otoño.

El enfoque prudente de Sunak con las finanzas públicas es elogiado por los colegas que aspiran a recuperar para los tories la reputación de buenos gestores de las arcas. Pero otros lo consideran políticamente insensible, teniendo en cuenta que las secuelas de la pandemia todavía se sienten en la economía.

Subida de la luz

Esta prudencia también parece estar detrás de su decisión de amortiguar parcialmente con préstamos el impacto en la subida de los precios de la energía, que en última instancia tendrán que devolver los propios consumidores. La apuesta es que los precios de la energía vuelvan a bajar en los próximos años. Si se mantienen altos más tiempo de lo previsto, el Tesoro podría tener que ampliar el plan.

Otro de los principios políticos de Sunak, su resistencia a interferir en la actividad del sector privado, es el que parece estar detrás de la decisión de no financiar las medidas con impuestos a las energéticas, como viene pidiendo desde otoño el Partido Laborista. Según los sondeos, hacer algo así contaría con el respaldo popular, debido a los gigantescos beneficios de las petroleras, pero va en contra de las creencias en el libre mercado del conservadurismo de Sunak.

En más de una ocasión, el ministro ha frenado el impulso despilfarrador de Johnson. Como dijo en la rueda de prensa del jueves, los ciudadanos tienen derecho a esperar de su partido una gestión responsable de las finanzas públicas. “Mientras tenga este cargo voy a hacer lo que considero correcto para el interés del país a largo plazo”, dijo. Claro que en Westminster lo que están mirando cada vez más es si ese estilo suyo de conservadurismo sobrio encaja bien en otro puesto muy diferente.

Traducido por Francisco de Zárate

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