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Las personas trans tienen que esperar 30 años para operarse en Nueva Zelanda

En los años 90, Nueva Zelanda fue un país líder en el mundo en la cirujía de reasignación de sexo. Ahora hay una lista de espera de 30 años.

The Guardian

Eleanor Ainge Roy (Dunedin) —

A las personas transgénero que esperan una operación de reasignación de sexo en Nueva Zelanda les espera según les han dicho una lista de espera de más de 30 años, ya que el único cirujano especialista se ha jubilado.

“Es una situación penosa”, valora la presidenta del colectivo trans Agender, Lynda Whitehead. “Los últimos años han sido devastadores para la comunidad trans”.

En los años 90, Nueva Zelanda fue un país líder en el mundo en la cirujía de reasignación de sexo. Los precios de las operaciones, bajos en comparación con otros lugares, y las actitudes progresistas hacia este delicado proceso atraían pacientes de todo el planeta.

Sin embargo, en 2014, el único cirujano plástico de Nueva Zelanda cualificado para llevar a cabo operaciones de reasignación del sexo masculino al femenino se jubiló, y hasta el momento nadie se ha ofrecido a remplazarlo. Nueva Zelanda no tiene especialistas en cirujía de reasignación del femenino al masculino.

El doctor Peter Walker cuenta que, durante el último año antes de su jubilación, se acercaba a todos los cirujanos plásticos de Nueva Zelanda y les preguntaba si estaban interesados en optar por su especialidad. “Es una cirujía muy compleja y nadie quería cogerla”, explica el médico, que, a sus más de 70 años, sigue presionando al Gobierno para que lo remplacen. “La gente no tenía tiempo, o ganas, no lo sé. Pero es una cirujía fascinante y unos pacientes fascinantes, un trabajo que de verdad cambia vidas”.

El Gobierno neozelandés financia tres operaciones de reasignación del sexo masculino al femenino y una del femenino al masculino cada dos años. Desde la jubiliación de Walker, la lista de espera para la cirujía de financiación pública ha crecido a más de 70 personas, y los miembros de la comunidad trans dicen que están “desesperados” y “frustrados” por la situación.

“Nos han quitado toda esperanza de pasar por el proceso”, afirma Whitehead. “Cuando el doctor Walker estaba en activo, la lista de espera era larga, pero aun así era posible. Ahora harán falta décadas para ponerse al día con las operaciones pendientes”, añade. “Hay muchas personas trans con depresión ahí fuera, que quieren avanzar con sus vidas pero no pueden”.

Derivaciones a otros países

El Ministerio de Sanidad ha informado en un comunicado de que están trabajando con especialistas, como endocrinos y psiquiatras, para identificar “dónde es mejor derivar a las personas para que sean tratadas en el extranjero”. Ha adelantado que el Estado empezará a financiar operaciones en el extranjero en 2016 o 2017.

La presidenta de la Asociación de Cirujanos Plásticos de Nueva Zelanda, la doctora Sally Langley, explica que su organización se ha dirigido al Ministerio de Sanidad “en múltiples ocasiones” en los últimos 18 meses, en busca de financiación para que un cirujano plástico de Nueva Zelanda dé formación en cirujía de reasignación de sexo.

“Hemos estado trabajando mucho para que el Ministerio de Sanidad proporcione financiación para que los jóvenes cirujanos se formen en el extranjero, pero no hemos recibido respuesta a dos cartas y otras comunicaciones en las que pedimos recursos económicos”, afirma Langley. “Nos hemos vuelto a dirigir a ellos hace poco y seguimos esperando”.

La doctora dice que tiene constancia de un cirujano plástico de Nueva Zelanda que está estudiando cirujía de reasignación en el extranjero, pero que no tiene “ni idea” de cuándo tendrán suficiente experiencia para ejecutar esas operaciones en Nueva Zelanda. Whitehead, por su parte, cuenta que los que pueden permitírselo están viajando a Tailandia, Australia y Estados Unidos para someterse al proceso, pero que el precio y el estrés asociado a esos viajes es prohibitivo para la mayoría.

Un hombre trans que no quiere que se mencione su nombre relata que se sintió “abatido” cuando el Ministerio de Sanidad le informó de que podía esperar que lo operasen dentro de 32 años, lo que significaba “otros 32 años de vivir siendo media persona”. Ahora se está planteando rehipotecar su casa –o empezar con un plan de ahorro de diez años– para recaudar los 150.000 dólares estadounidenses (unos 130.000 euros) que necesita para que le operen en EEUU. “Pensaba que quizá la lista de espera podía ser de 20 años, y podría haber aceptado eso. Pero 32 años significa que no va a pasar nunca: fin del sueño, de verdad”.

“Es una cirujía muy importante para los pacientes”

Un cirujano plástico privado que hace operaciones de pecho –que consisten en eliminar el tejido de las mamas femeninas y dar forma de pecho masculino– considera que para el Gobierno neozelandés debería ser “una prioridad” restablecer las operaciones, ya que los efectos físicos, psicológicos y emocionales en los pacientes que esperan su cirujía son “difíciles de presenciar”.

“En un país pequeño como el nuestro, necesitamos o bien enviar rápidamente a un cirujano plástico para que se forme, o bien empezar a pagar a los pacientes para que se sometan a la operación en el extranjero”, señala el cirujano, que no quiere ser identificado. “Es una cirujía muy importante para los pacientes y hay espacio para ella en nuestro sistema de salud. No son más que un grupo normal de gente con un dilema terrible sobre su identidad de género, y si hay cosas prácticas que se pueden hacer para ayudar a mejorar sus vidas, tenemos que hacerlas ya”, manifiesta.

Vic Roper, de 30 años, cuenta a the Guardian que no ve “el sentido” de entrar en la lista de espera para operarse. “Para cuando llegase al principio de la lista, sería demasiado viejo para apreciarlo”, lamenta. “Los endocrinos que trabajan en este campo, y otras personas de la comunidad trans, me han dicho: 'No te molestes, no pierdas el tiempo'. Creo que nuestras necesidades de salud son tan válidas como las de cualquier otro. Por el momento, esa lista de espera parece una forma de apaciguar a la gente, en lugar de hacer algo”.

Walker afirma que preferiría que se forme a más cirujanos plásticos para que trabajen en Nueva Zelanda, ya que la cirujía es complicada e invasiva y los pacientes tienen más posibilidades de una recuperación completa si pueden estar en casa. Cuenta que ha operado a decenas de pacientes, de Nueva Zelanda y de otros países, que se habían sometido a operaciones chapuceras en el extranjero, a menudo con técnicas desfasadas.

“Como medida temporal, para reducir la cola, creo que el Ministerio puede necesitar enviar pacientes a que los operen en otros países”, explica Walker. “Pero a largo plazo necesitamos un cirujano o cirujanos que trabajen en Nueva Zelanda. Es fabuloso que el Gobierno financie estas operaciones, pero ahora de verdad tienen que seguir adelante”.

A Whitehead le gustaría que trajeran de otro país “inmediatamente” a un cirujano plástico experimentado para hacer frente a la lista de espera. Dice que el impacto de vivir en un cuerpo que no es el tuyo es “tortura en vida” para muchos miembros de la comunidad trans. “Imagina estar atrapado en un caparazón en el que no quieres estar atrapado. Y sabes que eso se puede cambiar, pero te están quitando de las manos esa posibilidad. No hay duda de que los índices de depresión y de suicidio son muy altos en la comunidad trans. La gente está absolutamente desesperada”.

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo

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