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The Guardian en español

6ix9ine, el rapero que quiso ser pandillero y acabó de “chivato” contra una de las bandas más peligrosas de EEUU

El rapero 6ix9ine enseña un arma.

Javier Biosca Azcoiti

Daniel Hernández, más conocido como 6ix9ine, era un rapero estadounidense prácticamente desconocido hasta que grabó el tema 'Gummo' en septiembre de 2017. Con marihuana, armas y mucho pañuelo de color rojo consiguió en el videoclip hacerse pasar por un autentico pandillero Blood, una de las bandas callejeras más peligrosas de EEUU. El tema fue un éxito –en dos años acumula más de 357 millones de visitas– y puso a Hernández en la primera línea del rap estadounidense e internacional.

Pero todo era mentira. Entonces no era miembro de ninguna banda y su coqueteo con las pandillas le ha costado un secuestro, una paliza y le ha llevado al banquillo de los acusados, donde se ha declarado culpable y ha confesado que solo lo hacía para ganarse el sello callejero y real que necesita cualquier rapero de éxito en EEUU.

Con un poco de dinero, Hernández consiguió su pase para entrar oficialmente en la pandilla. Pero la aventura duró pocos meses y ahora sirve como testigo del Gobierno contra sus antiguos compañeros de banda para intentar reducir la pena de prisión a la que se enfrenta, de mínimo 47 años, y se ha ganado el odio de su propia pandilla y de otros grandes raperos estadounidenses.

Hernández declaró ante el tribunal a finales de septiembre durante tres días seguidos y lo soltó todo. El rapero cuenta que el mejor amigo de su mánager era un pandillero blood y Hernández le pidió que trajese a algunos de sus colegas para hacer bulto en el videoclip de 'Gummo'. “Quería que la estética fuese, ya sabes, llena de miembros de Nine Trey Blood. Le dije a Seqo que me gustaría que fuesen todos de rojo”, declaró el rapero. “¿Por qué rojo?”, le preguntó el fiscal. “Porque es lo que llevaría un miembro de los Blood. Compré 3.000 bandanas rojas”, añadió.

Visto el éxito que le reportó venderse como un auténtico pandillero, Hernández quiso repetir la fórmula, pero se metió en un juego peligroso. “Tenía la fórmula. Sabía que había que repetir la imagen pandillera. Promoverla. Es lo que a la gente le gusta”. Hernández entonces siguió en contacto con los pandilleros y grabó otro videoclip con ellos, 'Kooda'.

Con 'Kooda', Hernández se convirtió oficialmente en miembro de la banda Nine Trey Bloods, sin tener que pasar por el ritual de ingreso, conocido como 'shoot my 31', que consiste en pegarse durante 31 segundos con otro miembro del grupo. “¿Qué responsabilidades tenía [en el grupo]?”, le preguntó el fiscal. “Seguir haciendo éxitos y ser el apoyo económico de la banda. Ganar dinero y dárselo a los miembros de Nine Trey, ya fuese para ellos personalmente o para comprar armamento”, contestó. “¿Y qué obtenía usted a cambio?”. “Diría que mi carrera. Credibilidad callejera. Los vídeos, la música, la protección”, contestó.

Hernández se mete en el papel

Hernández se metió en el papel y aprovechó el respaldo de la banda para atacar, robar y humillar a enemigos musicales. El rapero detalló cómo dos antiguos compañeros le ayudaron a atacar al rapero Trippie Redd. Ambos tenían una disputa anterior y el mánager de Trippie Redd llamó a Hernández para solucionar el asunto y le facilitó la dirección donde estarían grabando un nuevo videoclip. 6ix9ine y su banda se presentaron allí y siguieron a Trippie Redd hasta su hotel, donde finalmente lo asaltaron.

En otro caso, miembros de la banda de Hernández robaron a punta de pistola a representantes de la discográfica de Texas Rap-a-lot porque, supuestamente, estos habían impedido un show de 6ix9ine en Houston. Mientras, Hernández grababa el robo desde dentro de su coche, aparcado al otro lado de la calle. “¿Por qué quería grabar el robo?”, le preguntó el fiscal. “Para hacerlo público. Ellos intentaron avergonzarnos y ahora nosotros íbamos a robarles en nuestra ciudad”. 6Ix9ine también confesó haber ofrecido a un miembro del grupo 20.000 dólares por disparar al rapero de Chicago Chief Keef.

Secuestro y arresto

El rapero se había convertido en una máquina de hacer dinero para la banda, pero algunos miembros del grupo se estaban cansando de su actitud y querían romper con el matrimonio de conveniencia. El asunto cambió radicalmente de rumbo en julio de 2018, cuando uno de los miembros de la banda secuestró a 6ix9ine y le pegó una paliza. Tras soltarle a cambio de darle 365.000 dólares en joyas, el secuestrador le dijo: “Di que no eres Billy (otro término para referirse a los Nine Trey)”. En el vídeo se puede ver cómo los pandilleros obligan a Hernández a salir de su coche.

La respuesta del rapero al secuestro no gustó a Nine Trey Bloods. Según escuchas del FBI, la banda quería castigar a Hernández por su falta de lealtad. Agentes del FBI ofrecieron entonces protección a Hernández, pero él lo rechazó. La cosa cambió cuando fue detenido meses más tarde, en noviembre de 2018. Unos días antes del arresto, 6ix9ine había despedido a todo su equipó, muchos de los cuales eran miembros de la banda. 6ix9ine anunció públicamente su salida del grupo y declaró en contra de su antigua banda. Con nombres y apellidos. La aventura pandillera de Hernández ha durado tan solo unos meses: desde su ingreso tras el lanzamiento de 'Kooda' (diciembre de 2017) hasta su arresto en noviembre de 2018.

Lo siguiente es un fragmento del interrogatorio del fiscal a Hernández:

— Empezó a cooperar usted con el Gobierno porque quería salir de la cárcel, ¿verdad?

— Sí

— ¿No porque quisiese ayudar al Gobierno?

— Un poco de las dos.

Acusado de “Snitch” (chivato) y “rata” por pesos pesados del mundo del rap como The Game y Snoop Dogg, 6ix9ine tendrá difícil volver a ser aceptado, pero su carácter y sus tatuajes también se lo ponen difícil al Gobierno para esconderlo en el programa de protección de testigos, posibilidad planteada por la Fiscalía.

El rapero The Game, un conocido miembro de los Blood, también ha denunciado la actitud de 6ix9ine: “Si cometes el crimen, cumples la condena [en prisión], me da igual lo larga que sea. Ser un chivato no es la forma”. Hernández se enfrenta a una condena de mínimo 47 años, pero su papel como testigo del Gobierno puede acabar con una reducción considerable.

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