Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

The Guardian en español

OPINIÓN

Ucrania está desesperada por la paz, pero no firmaremos un mal acuerdo con Rusia

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, visita a los militares en el frente oriental.

4

Los ucranianos queremos la paz más que nadie en el mundo. Llevamos más de 100 días luchando contra las fuerzas rusas por tierra, mar y aire, y en los espacios cibernéticos y de información. Al principio, los expertos en defensa tenían pocas esperanzas de que tuviésemos éxito. Cambiaron su postura cuando mostramos nuestra capacidad de resistencia. Ahora tenemos que demostrar que tenemos la fuerza para mantener el rumbo y resistir las tentaciones de una falsa resolución.

En esta batalla existencial por nuestro futuro, expertos y políticos ostensiblemente amistosos o que nos consuelan sugieren de manera insistente que debemos rendirnos para lograr la paz más rápido. Por supuesto, no queremos que la guerra dure más de lo necesario, pero no nos dejaremos seducir por un acuerdo falso que solo empeorará las cosas.

Entre los que aconsejaron una solución rápida se encontraba el exsecretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, que propuso que debíamos ceder territorio a cambio de terminar con la guerra. Su intervención fue atroz y, para ser un reconocido estratega, Kissinger fue sorprendentemente poco estratégico. Ceder territorio no pondrá fin a la guerra. La intensificará. Rusia no ha abandonado su objetivo principal: deshacerse de Ucrania y borrarnos del mapa. Cualquier concesión recompensaría y legitimaría su estrategia. En lugar de poner un freno a la búsqueda de sus objetivos militares más amplios, Rusia se sentiría envalentonada.

Responder a la fuerza con concesiones territoriales también tendría consecuencias trágicas a escala mundial. Abriría la puerta a casos similares en todo el mundo. No queremos vivir en un mundo en el que la fuerza bruta decida en qué país vivimos y a qué régimen pertenecemos. No queremos vivir en un mundo en el que solo los países grandes puedan ser verdaderamente soberanos.

Recibir esa sugerencia de un experto de renombre fue muy sorprendente. Sin embargo, la idea fue inmediatamente adoptada por los rusos, que cínicamente culparon a Ucrania de querer proseguir con una guerra innecesaria. Algunos analistas en los medios de comunicación también empezaron a debatir sobre la necesidad de llegar a un acuerdo para asegurar la paz. Esto es manipulador y erróneo.

Imagínese el siguiente escenario desgarrador: su casa es invadida por una banda callejera que luego ocupa parte de ella. ¿Qué acuerdo pacífico es posible? Ninguno. Esperaría que la Policía se encargara de ello. La idea de que transigir con un acto delictivo conduce a la paz es ridícula. Es igualmente absurda en el caso de la invasión rusa.

Ucrania puede expulsar a Rusia

Muchos conflictos armados terminan con un acuerdo, pero sería ilógico suponer que todos deben hacerlo. La única razón para esta invasión fue la obsesión de Putin por subyugar a Ucrania. ¿Qué acuerdo cabe cuando el objetivo de tu adversario es que no existas? La incalificable y brutal forma en que los rusos tratan a nuestras ciudades y pueblos ocupados es conocida en todo el mundo. La verdadera paz solo podrá asegurarse cuando el invasor abandone nuestro país.

Como dice el viejo refrán, la noche es más oscura justo antes del amanecer. Rusia está aplicando la máxima fuerza disponible, pero los tanques de los años 60 que se han desempolvado para sacarlos a la batalla, el uso de reclutas y el apaño de nuevas unidades militares sin entrenamiento colectivo son la prueba de que ha agotado sus opciones. Por ello, Rusia está impulsando la idea de un acuerdo. Necesita una pausa para mostrar sus logros a la opinión pública rusa y darse tiempo para recuperarse antes de seguir adelante con su intento de subyugar a Ucrania.

Las fuerzas ucranianas son más eficientes que las rusas. Al contar con más equipo y munición, hacer retroceder a Rusia hasta sacarla del país es un escenario realista para Ucrania. El flujo de ayuda occidental no ha hecho más que empezar y aumentará.

Los intentos desesperados de Putin por interceptar los suministros de Occidente bombardeando las líneas ferroviarias y los depósitos de combustible son sorprendentemente similares a los intentos de Hitler por atacar los convoyes aliados en el Atlántico. Pero no están afectando a la situación general, y el equipamiento está llegando con éxito al frente. El armamento estadounidense —que forma parte del paquete de ayuda sin precedentes de 40.000 millones de dólares, el cual esperamos que incluya los tan necesarios sistemas de lanzamiento de cohetes múltiples— empezará a llegar pronto.

No aceptar injusticias

El mundo libre ha decidido dejar de aceptar el comportamiento intimidatorio de Rusia, pero debe ser coherente en su planteamiento. Durante muchos años, los líderes occidentales toleraron las agresiones rusas: la invasión de Georgia, la invasión de Ucrania, la ocupación de Crimea, la ocupación del Mar Negro, los asesinatos selectivos en Reino Unido, los ciberataques, la supuesta injerencia en elecciones, los abusos de derechos humanos. En cada ocasión, se decía: “Es Rusia. Siempre ha sido así”.

Es hora de dejar de aceptar tales injusticias. ¿Cuántas veces se le ha dicho a la gente que tolere algo porque “siempre ha sido así”? La discriminación racial, los abusos sexuales, la violencia doméstica, la corrupción, la desigualdad social y el crimen organizado han sido endémicos en las sociedades. Las cosas solo han cambiado cuando la gente ha desafiado las viejas costumbres y se ha negado a seguir aceptándolas.

No podemos permitir que los planteamientos del pasado dominen la forma en que vivimos ahora. Puede que Kissinger haya desempeñado un papel importante en la creación del mundo tal y como solía ser, un mundo que distaba de ser perfecto, debo decir. Pero ya no aceptaremos que un pasado injusto e inequitativo defina nuestro futuro.

Andriy Zagorodnyuk es presidente del Centro de Estrategias para la Defensa y exministro de Defensa ucraniano.

Traducción de Julián Cnochaert

Etiquetas
stats