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Análisis. The Witcher 3: Wild Hunt. Mamá, de mayor quiero ser brujo

The Witcher 3

Álvaro Alonso

Vino a él al romper el alba. Entró con mucho cuidado, sin decir nada, caminando silenciosamente, deslizándose por la habitación como un espectro, como una visión, el único Sonido que acompañaba sus movimientos lo producía el albornoz al rozar la piel desnuda. Y sin embargo, justo este sonido tan débil, casi inaudible, despertó al brujo”.

Así comienza 'El último Deseo', la primera novela protagonizada por el cazador de monstruos Geralt de Rivia. Quién iba a decir a su autor, el polaco Andrzej Sapkowski, que con esas palabras daba comienzo a una de las sagas de fantasía más valoradas a nivel mundial. Una saga de siete libros que también ha dado lugar a cómics, una película, una serie de televisión, y, especialmente, a una de las trilogías de videojuegos RPGs más populares de los últimos años.

Miles de fans en todo el mundo se han rendido a los encantos de los dos primeros juegos de The Witcher, dos juegos adultos, donde la magia y la fantasía más oscura se mezclan con la brutalidad de un Medievo realista, sucio y decadente, donde la violencia y el sexo no se ocultan a ojos de los jugadores. El primer The Witcher y su secuela, Assassin's of Kings, se han hecho con una auténtica legión de seguidores que han aguardado pacientemente el lanzamiento de la tercera parte, el esperadísimo Wild Hunt.

Lo maravilloso de todo esto es que cuando The Witcher 3: Wild Hunt fue presentado oficialmente, su impresionante apartado artístico, su prometedora jugabilidad y su atrapante historia dejaron intrigados a otros miles de jugadores que nunca habían jugado a los títulos anteriores. A medida que salía a la luz más información, esos usuarios ajenos a la saga acabaron enamorándose del juego, decidiendo hacerse con él en cuanto saliera a la venta.

Hemos tenido que esperar muchos meses, soportar retrasos, ver como los desarrolladores de CD Projekt RED nos ponían los dientes largos con vídeos e imágenes espectaculares... Pero por fin, ya está aquí. The Witcher 3: Wild Hunt acaba de salir a la venta para PlayStation 4, Xbox One y PC, arrasando desde sus primeros minutos de vida, permitiéndonos embarcarnos en una aventura brillante, en la que es fácil perderse durante horas sin darse cuenta del transcurso del tiempo. Y, ahora, es momento de analizarlo.

Mutantes, brujos, monstruos y reyes.

Para los que desconozcan por completo los secretos que guarda el universo de The Witcher, os haremos un pequeño resumen. Los diferentes reinos están habitados por distintas razas, divididas entre humanos y no humanos, como enanos, elfos, gnomos, dríades, y muchísimas más. Sin embargo, no esperéis un lugar armonioso como el Señor de los Anillos, donde reina la igualdad y la compresión. En este universo el odio y el racismo son el pan de que cada día, y los no-humanos deben sufrir toda clase de vejaciones.

En este mundo, además, la magia y la superstición juegan un papel vital. Algunos pocos nacen con potencial para la magia, por lo que son enviados a escuelas especiales donde se convierten en hechiceros, magos poderosos muy disputados por los distintos reyes, que los acogen bajo su ala y buscan su consejo y apoyo.

Sin embargo, la magia no sólo es cosa de los mortales. Toda clase de monstruos y maldiciones vagan por el mundo, atacando campesinos, atormentando nobles y destruyendo todo lo que encuentran a su paso. Para acabar con estos seres están los brujos. ¿Pero qué son los brujos? Son mortales corrientes, a los que se ha entrenado para cazar monstruos. Para ello se les ha hecho ingerir pociones y mezclas para aumentar su agilidad, su resistencia y permitirles enfrentarse a los monstruos de igual a igual. Eso los ha convertido en mutantes, considerados por mucho como engendros, matones, meros asesinos a sueldo que no distinguen el bien del mal.

 

Nuestro protagonista es Geralt de Rivia, uno de estos brujos, que ha pasado casi un siglo persiguiendo y cazando monstruos por encargo. En la saga de novelas, Geralt toma bajo su protección a Ciri, una joven con un potencial asombroso por cuyas venas corre la sangre antigua, portadora de un inmenso poder. No hablaremos más al respecto para no destripar detalles importantes del argumento.

Tan sólo decir que la trilogía de juegos arranca después del final de las novelas. En el primero, Geralt despierta sin recuerdo alguno de su pasado, y a partir de ese momento inicia la búsqueda de su memoria perdida. Por supuesto, en el viaje se encuentra con toda clase de desafíos, desde todopoderosos monstruos a sofisticadas conspiraciones políticas.

Sin embargo es ahora, en Wild Hunt, donde recibe la misión más importante de su vida...

Encontrar a Ciri.

Al comenzar The Witcher 3: Wild Hunt, Geralt ya ha recuperado completamente sus recuerdos. Viaja por los reinos del Norte en busca de Yennefer, el amor de su vida, acompañado por su viejo compañero brujo, Vesemir. No llegarán muy lejos, ya que Geralt será convocado por el todopoderoso emperador de Nilfgaard, invasor del Norte al que muchos consideran un temible enemigo.

El emperador le encargará una compleja misión: encontrar a Ciri, su ahijada y protegida, que ha reaparecido en este mundo después de varios años ausente. Sin embargo, Geralt no es el único que la busca. La Cacería Salvaje, una horda de jinetes espectrales procedentes de otro mundo, también quiere encontrarla, y están dispuesto a destruir todo a su paso para llegar hasta ella.

Durante el viaje Geralt tendrá que seguir el rastro de Ciri, enfrentarse a la Cacería Salvaje y, además, lidiar con el malestar político que reina en el Norte. Todo, por supuesto, mientras cumple con sus obligaciones como brujo y da caza a criaturas tan horrendas como peligrosas.

The Witcher 3: Wild Hunt posee un impresionante mundo abierto, en el que se bien nos guían hacia una dirección para avanzar en la historia principal, nos da total libertad de movimientos. Podemos dejar por un momento la búsqueda de Ciri para mirar el tablón de anuncios de un pueblo o ciudad, para aceptar los contratos que allí se ofrecen. También podemos hablar con todos los NPCs que se crucen en nuestro camino, y algunos tendrán interesantes encargos para nosotros.

Durante el transcurso de los diálogos podemos decidir qué preguntar y cómo actuar. Si somos partidarios del razonamiento y el buen juicio, podemos ser amables y evitar las peleas. Por el contrario, si somos más cabezones y nos gusta desenvainar a la primera de cambio, también podremos hacerlo. Podremos convencer a los personajes de que nos den una información, hechizarlos para que nos obedezcan o amenazarlos. Estos comportamientos decidirán qué rumbo lleva la conversación, y tendrán consecuencias de una forma u otra.

Sin embargo, nuestra buena o mala actitud no será lo único importante para modelar el mundo. Muchas veces tendremos que tomar decisiones, algunas de mayor escala y otras más livianas, que tendrán efectos a nuestro alrededor. En este sentido, os aconsejamos no confiaros y elegir al azar, porque las consecuencias son tan imprevistas como brutales, en muchos casos. Lo que en ocasiones puede parecernos una nimiedad puede desembocar en una auténtica masacre que acabe con una población entera, y ponernos de parte del “bueno” de la misión puede llevarnos por un camino que no sospechábamos.

Esto es sin duda uno de los atractivos de Wild Hunt: la historia, las misiones, los personajes, los giros que nos sorprenden y nos atrapan. Incluso la misión más secundaria está profundamente contextualizada. Cada personaje tiene su propia personalidad, su propia historia y sus propios temores. En general, dista mucho de otros RPGs en los que las misiones secundarias podrían reducirse a anécdotas sin efecto algunos sobre el juego o sobre nosotros.

De cómo Geralt de Rivia daba palizas.

Sin embargo, el juego no es todo diálogos, toma de decisiones y narrativa. También cuenta con grandes dosis de acción, teniendo que enfrentarnos constantemente a enemigos de toda clase, desde humanos corrientes, como guerreros a mercenarios, hasta magos capaces de abrasarnos con un movimiento. Eso por no hablar del gran abanico de monstruos que se cruzarán en nuestro camino, ya sea de forma aleatoria o como parte de una misión.

Por supuesto, Geralt tiene sus trucos para defenderse de estos enemigos. Como cualquier brujo, nuestro protagonista lleva dos espadas consigo, una de hierro y la otra de plata. La primera sirve para enfrentarse a humanos y humanoides (es decir, elfos, enanos, etc.), mientras que la de plata es para luchar contra los monstruos. Esta diferenciación es vital, aunque no lo parezca. El hierro es inútil contra las criaturas mágicas en la mayoría de los casos, y cuando hacen algún tipo de daño, éste es mínimo. Lo mismo ocurre si usamos la espada de plata con humanos. Causaremos daño, pero parecerán simples arañazos.

Las dos armas no son el único recurso de Geralt en el combate. Como brujo controla cinco señales de poder, pequeños hechizos con distintos efectos en la batalla. Por ejemplo está Aard, una descarga telequinética que causa daño y puede aturdir a los enemigos. Con Igni podremos lanzar una llamarada, quemando a los rivales, aunque también podremos utilizarla para hacer explotar objetos o zonas específicas. Para defendernos disponemos de la señal de Quen, que crea una escudo mágico a nuestro alrededor. Cuando los enemigos lo golpean, reciben daño, aunque el escudo desaparece. Con Yrden podemos crear una “trampa” mágica en el suelo, que ralentizará a los enemigos o los volverá vulnerables. Por último, Axia no sirve para aturdir enemigos.

Sólo podemos usar una de estas señales a la vez, y entre uso y uso hay un tiempo de recarga, así que tendremos que utilizarlas con cabeza. Si en medio del combate queremos cambiar de señal, podemos hacerlo accediendo al menú rápido.

Las señales tienen efectos tanto dentro como fuera del combate, así que podemos usarlas para encender o apagar antorchas, derribar obstáculos, hechizar a personajes para que nos obedezcan, etc. Además, a medida que subamos de nivel podremos fortalecer nuestras señales, haciendo que sus efectos y duración en combate sean superiores.

Pero no nos desviemos, porque Geralt tiene muchos otros trucos bajo la manga a la hora de combatir. Si las dos espadas y las señales no fueran suficientes, también cuenta con una nueva arma, una ballesta introducida por primera vez en esta entrega. Con la ballesta puede lanzar pequeños proyectiles contra los enemigos, hiriéndolos y retrasándolos ligeramente, aunque lo mejor es emplearla cuando estamos luchando contra algún enemigo alado.

Durante la aventura nos enfrentaremos contra grifos, arpías y toda clase de bichos con alas, que pueden alzar el vuelo haciendo que nos sea imposible alcanzarlos con las espadas. En esos momentos, la ballesta nos viene que ni pintada, ya que si alcanzamos a los enemigos con los proyectiles caerán al suelo, dejándolos indefensos y a nuestro alcance durante unos segundos.

Otra opción es llevar con nosotros artefactos como dagas o bombas, que podemos lanzar a los enemigos causándoles daño. El único problema de esto es que esos artefactos se acaban, así que tendremos que reponerlos de vez en cuando si queremos convertirlos en objetos indispensables de nuestro arsenal.

Preparando a nuestro brujo.

Como todo buen guerrero sabe, en un combate es tan importante tanto la pelea en sí misma como la preparación previa. Y de eso tenemos muchísimo en The Witcher 3: Wild Hunt. A medida que avancemos los enemigos serán más poderosos, haciendo que nuestra armadura inicial y nuestras espadas dejen de ser útiles.

Si queremos mantenernos protegidos, debemos ir renovando nuestro vestuario y armamento de vez en cuando, y eso lo conseguiremos de tres formas: encontrando armas y armaduras durante algunas de nuestras misiones, comprándolas a algún mercader, o bien encargándoselas a un herrero. Esta última es sin duda la opción más completa, ya que podremos elegir las características que deseamos que tenga nuestra armadura. Eso sí, para que los herreros trabajen para nosotros debemos llevarles los materiales de fabricación y pagarles.

Las armas y armaduras se rompen con el tiempo, así que no vale con crearlas una vez y olvidarlos durante el resto del juego. Cuando nuestra espada, peto, etc., resulte dañado el juego nos avisará. Si ignoramos la advertencia, veremos que la efectividad tanto de las armas como de las armaduras serán menores, causando menos daño y volviéndonos más vulnerables a los ataques. Si nuestro equipo se rompe por completo, estaremos más indefensos con un gatito.

Eso no es todo. Como buen brujo, Geralt tiene buena mano con la alquimia, así que podemos preparar toda clase de pociones, ungüentos y aceites que nos beneficien durante las peleas. Las pociones suelen tener efectos curativos, haciéndonos recuperar vigor o aumentando nuestro ataque. Para destilarlas debemos conseguir diferentes ingredientes, ya sea recolectándolos durante nuestras aventuras o comprándoselos a boticarios especializados. Al principio sólo podremos hacer algunas pociones básicas, pero a medida que avancemos y encontremos nuevas recetas, podremos crear otras más poderosas.

Podemos equipar algunas pociones para acceder a ellas rápidamente durante los combates. Si vemos que empezamos a desfallecer, podemos dar un trago a alguna y recuperarnos más rápidamente, aumentar nuestro ataque en un último intento desesperado por vencer, etc. El único problema es que las pociones son tóxicas, y cada vez que tomamos una nuestra barra de toxicidad aumenta. Cuanto más alta esté, más se marcarán los efectos en Geralt, haciendo que su rostro se cubra de venas negras. Si la barra de toxicidad se llena, resultaremos envenenados y nos debilitaremos gradualmente.

Por último, pero no menos importante, tenemos los aceites, ungüentos especiales que no causan efectos sobre nosotros, pero sí en los enemigos. Por ejemplo, hay aceites especiales que causan daño a los espíritus espectrales. Para utilizarlos debemos ponérselos a nuestra espada, haciendo que su efectividad aumente durante un tiempo.

La fabricación de aceites es similar a la de pociones, así que tendremos que recoger toda clase de ingredientes, cuantos más mejor, y afanarnos en conseguir nuevas recetas y diagramas de fabricación.

Enemigos, monstruos y soldados.

Ahora que hemos explicado cómo funciona el sistema de combate, la necesidad de armas y armaduras nuevas y la utilidad de pociones y ungüentos, es hora de empezar a hablar de los tipos de enemigos con los que nos encontraremos.

The Witcher 3: Wild Hunt está plagado de toda clase de criaturas, cada una con sus fortalezas y debilidades. Cada vez que nos topemos con una nueva, Geralt tomará notas al respecto, que aparecerán en el Bestiario. Si accedemos a él veremos una descripción del monstruo en cuestión, y pistas sobre cómo derrotarlo. Por ejemplo, si queremos luchar contra un espectro especial, nos dirá que utilicemos un aceite contra malditos en nuestra espada de plata, y nos aconsejará utilizar una señal determinada.

Cuando aceptemos misiones de brujo, probablemente tengamos que enfrentarnos a criaturas más poderosas que la media. Por ello, antes de lanzarnos como locos al combate tendremos que investigarlas y encontrar sus debilidades. Pongamos como ejemplo el primer “gran monstruo” contra el que nos toca luchar: un grifo.

Poco después de empezar a jugar nos encargan acabar con un grifo que está causando estragos en la zona. Para saber más cosas sobre él, nos ofrecen dos caminos: uno, encontrar su nido y descubrir el motivo de su enfado, y dos, crear una pócima especial que nos fortalezca a la hora de luchar contra él.

Si decidimos prepararnos con tranquilidad, actualizar nuestras armas e informarnos sobre las debilidades de los enemigos, los combates serán mucho más fáciles. Si optamos por un ataque directo, puede que el monstruo en cuestión nos sorprenda con alguna habilidad oculta, como lanzar veneno.

Con los enemigos humanos y humanoides no tenemos ese problema, pero sí que debemos tener en cuenta el nivel. The Witcher 3: Wild Hunt no es un videojuego que nos den mascado, que aumente gradualmente de dificultad. Si nos ponemos a explorar podemos toparnos con grupos de enemigos con un nivel muy superior al nuestro. En ese caso es mejor no hacerse el héroe, siendo preferible correr y volver más tarde, cuando seamos tipos duros.

Fortaleciendo al cazador de monstruos.

Sí, efectivamente. Llevar armas y armaduras de calidad, utilizar pociones y aceites e informarnos sobre nuestros enemigos no es suficiente. También tenemos que mejorar nuestras habilidades, y eso sólo lo conseguiremos subiendo de nivel.

Cuando completamos misiones o matamos enemigos ganamos puntos de experiencia, haciendo que subamos de nivel. Con cada nivel nuevo ganamos un punto de habilidad, que podemos gastar en nuestro árbol de habilidades. Otras veces ganaremos puntos de habilidad al encontrar espacios mágicos secretos, o zonas rituales.

El árbol se divide en distintas ramas: combate, señales, alquimia, general y mutágenos. Las cuatro primeras funcionan de una forma similar, siendo la última especial. Dentro de las cuatro ramas generales podemos desbloquear o reforzar distintas habilidades. Por ejemplo, dentro de combate podemos gastar un punto de habilidad para que nuestros golpes rápidos con las espadas sean más poderosos. Cuando tengamos otro punto de habilidad, podemos gastarlo en reforzar aún más esos golpes rápidos, o bien desbloquear un movimiento que nos permite desviar las flechas cuando nos estamos cubriendo con la espada.

En la rama de señales, lo mismo. Podemos aumentar la potencia de una señal específica, o reducir el tiempo de carga para usarlas. Si nos vamos a alquimia podemos aumentar nuestra resistencia a los tóxicos, por ejemplo, mientras que en la rama general podemos aumentar nuestra vitalidad, ataque, etc.

Hay que tener en cuenta que no vale únicamente con desbloquear las habilidades. Para que sean útiles debemos activarlas, colocándolas en unos espacios determinados. No hay suficientes espacios para todas las habilidades, así que tendremos que decidir cuál queremos tener activa en cada momento.

En este punto entran en escena los mutágenos. Cada habilidad tiene un color en función de su clase (combate, alquimia, etc.), al igual que cada mutágeno que encontremos derrotando monstruos, completando misiones, etc. Podemos asignar un mutágeno para cada tres espacios de habilidad, y si coincide con el color de la habilidades que contienen (por ejemplo, si son todos rojos de combate), aumenta la efectividad de dichas habilidades.

En definitiva, que tenemos cientos de opciones de personalización para Geralt, pudiendo elegir cada una de sus habilidades dentro de un gran abanico. No ganaremos suficientes puntos de habilidad para gastar, así que tendremos que organizarnos bien y decidir qué aspectos queremos fortalecer.

Un potente apartado visual... ¿que decepciona?.

Dejando a un lado la exquisita jugabilidad y la increíble variedad de opciones, uno de los puntos más atractivos durante la promoción de The Witcher 3: Wild Hunt eran sus gráficos. CD Projekt RED nos presentó unos escenarios y unos personajes tan bellos como realistas, haciendo que miles de fans se emocionaran ante el potencial del juego.

Por desgracia, tal y como el mismo estudio ha confirmado, esa calidad gráfica no ha logrado llegar a la versión final del juego. Durante las primeras versiones utilizaban un efecto especial que tuvieron que retirar porque cansaba la vista a largo plazo, y cuya ausencia se aprecia mucho si comparamos las imágenes más antiguas con las últimas.

Sin embargo, hay que ser justos. Ante las acusaciones de muchos jugadores de que ha habido downgrade y una pérdida notable de calidad, decir que el juego sigue luciendo impresionante. Desde el primer momento los personajes, los escenarios, cada monstruos y cada planta sorprenden por sus texturas de máxima calidad.

Además, los efectos que consiguen gracias a la iluminación son asombrosos, dotando al juego de un realismo casi insultante, superior al de muchos otros que se enorgullecen de llamarse títulos de nueva generación.

Hemos probado Wild Hunt en un PC modesto, con una tarjeta gráfica decente pero que no alcanza los requisitos recomendados, y aún así el resultado es impresionante. Aún sin tener todas las opciones gráficas al máximo, el juego destaca por su belleza, además de por las variadas opciones que nos permiten ajustar la calidad el rendimiento de nuestro ordenador

¿Pero qué mejor forma que ver qué nos han parecido los gráficos que en vivo? A continuación os dejamos un pequeño resumen de nuestras impresiones en cuanto a la calidad técnica del juego.

Tampoco podemos dejar de lado el impresionante apartado sonoro, con melodías épicas que no te cansas de escuchar una y otra vez. El doblaje también resulta abrumador, ya que cada personaje, incluso el NPC más secundario, tiene sus líneas de diálogo. Cuando avanzamos por una ciudad o aldea no dejamos de escuchar voces y toda clase de ruidos, haciendo que los escenarios parezcan lugares vivos en vez de desangelados escenarios de cartón.

No todo puede ser bueno...

Por desgracia, todavía no existe el título que sea perfecto. Aunque The Witcher 3: Wild Hunt es uno de los juegos más impecables mostrados hasta la fecha, también presenta sus errores, principalmente relacionados con los controles y algunos glitches.

Cuando controlemos a Geralt tuvimos alguna que otra dificultad para dirigirnos en la dirección correcta, algo que sólo logramos solucionar a base de echarle horas y acostumbrarnos a la cuestionable estabilidad de los controles. Sin embargo, esto puede considerarse una anécdota si los comparamos a los saltos, parpadeos y glitches que encontramos a lo largo de la partida.

En un juego tan inmenso, con tantos personajes, misiones y posibilidades, es normal encontrarnos con algún fallo de este estilo. A veces, al chocar contra NPCs estos parpadean mientras se apartan de nuestro camino, o vemos como, al avanzar, alguna vegetación y objetos del decorado aparecen de golpe. Son pequeñas manchas en un juego que, por lo demás, es de sobresaliente.

Lo mejor:

  • La inmensidad del mundo y sus posibilidades. Aunque CD Projekt RED ya comentó que el juego daría para más de 200 horas, no podíamos imaginarnos algo tan vasto. No podemos dar ni dos pasos sin que se nos presenten nuevas misiones, contratos, objetivos...
  • La historia está perfectamente narrada, y es entendible incluso para aquellos que nunca han jugado a The Witcher o leído las novelas.
  • Aunque los gráficos no son tan espectaculares como parecían en un primer momento, no dejan de ser sublimes.

Lo peor:

  • Los controles. Cuesta un poco hacerse a ellos, evitando que seamos precisos con nuestros movimientos. Esto puede afectarnos especialmente durante los combates.
  • Algunos fallos técnicos, como glitches, parpadeos, interrupciones bruscas de animaciones, etc.

 

Conclusiones

ConclusionesAnálisis. The Witcher 3: Wild Hunt. Mamá, de mayor quiero ser brujo

Podríamos pasarnos horas hablando de The Witcher 3: Wild Hunt y de sus infinitas posibilidades, y es difícil resumir qué nos ha parecido en unas pocas palabras. Se trata, ante todo, de un juego espectacular tanto a niveles narrativos como gráficos, con un espectacular mundo abierto en el que todo está a nuestro alcance. Combates, juegos de cartas, estrategia, crafteo...

The Witcher 3: Wild Hunt no es un juego perfecto. Todavía tiene algunos fallos tontos, como glitches o unos controles nada estables, que restan un poco a la experiencia, pero quedan sepultados bajo grandes capas de calidad narrativa, una jugabilidad brutalmente divertida y todas las posibilidades el mundo.

Los amantes de la saga y del género RPG en general han esperado mucho para hacerse con el juego. Tan sólo queda decir que esa espera ha merecido la pena.

Por: Álvaro Alonso

Análisis. The Witcher 3: Wild Hunt. Mamá, de mayor quiero ser brujo

05/21/2015

9 / 10 estrellas

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