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La sensibilidad conmovedora de Luca Guadagnino y James Ivory en la sensual 'Call me by your name' [Crítica]

Fotograma de 'Call me by your name', con el joven actor Timothée Chalamet en primer término

Fernando de Luis-Orueta

San Sebastián —

Han pasado siete meses desde que Call me by your name pasó por Berlín y, desde entonces, el mito alrededor de esta película no ha dejado de crecer. Su reciente proyección en Toronto la ha disparado y ahora la hemos podido ver en el Festival de San Sebastián, a tiempo todavía de disfrutarla sin que su propio fenómeno la ahogue. Y corre ese peligro porque Call me by your name es, ante todo, una pieza delicada. Exquisita.

Los avatares del destino han permitido reunir una pareja improbable y, sin embargo, natural: James Ivory, que ha escrito un guión impecable, y Luca Guadagnino, que dirige con una sensibilidad conmovedora. Call me by your name nos muestra un verano en el norte de Italia, en una villa decadente habitada por un matrimonio de eruditos y su hijo adolescente. Enseguida el cuarteto se completa con un pupilo americano del padre, un joven que parece recién caído del pedestal de un museo.

Guadagnino y Ivory, mano a mano, aportando lo mejor de sí mismos, nos transportan a ese tiempo y ese lugar, nos sumergen en el calorcito suave de la Lombardía, la luz blanca de esos largos días, los paseos en bicicleta, los baños en un pilón. Y las miradas curiosas, los cuerpos poco vestidos, el despertar del deseo.

Ivory ya nos había planteado una situación remotamente similar en Maurice, explorando el rechazo de la sociedad (victoriana) a una relación entre dos hombres. Pero Call me by your name no va por ese camino, sino que prefiere indagar en uno mucho más incierto: el inicio del amor y del deseo. Y así nos enamoramos todos de Elio, al que poco a poco dejamos de ver como un adolescente desgarbado para descubrir un ser desconcertado y hermoso, y de Oliver, que ya no es un adonis griego sino un hombre alcanzable, provocador y cariñoso. Juntos los tres descubrimos sus facetas y pasamos por sus mismos suspiros, nos asustamos y soñamos, sin preocuparnos jamás por el final de este verano.

Es de justicia reconocer la parte del mérito que corresponde al reparto. Armie Hammer logra administrar su carisma capa a capa y enredarnos con su sensualidad. Timothée Chalamet es sencillamente un milagro. Mención especial para Michael Stuhlbarg, ese padre tan observador y tan sabio.

Call me by your name es sensible y sensual, provocadora y discreta, sutil y rotunda. Ojalá que jamás sea superada por su mito y llegue a los cines españoles allá por febrero de 2018 como una película que habla tan íntimamente... que se diría nos llama por nuestro nombre.

KKKKKKKKK [9/10]

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