A vueltas con el Botox
“Los odontólogos, si no son médicos, no pueden emplear el Botox, y mucho menos en el tercio inferior del rostro, donde todavía no está autorizada su utilización”, indica Alicia Navarro, de la Clínica Menorca, ante las últimas noticias y la controversia sobre este tratamiento.
Navarro indica que “cuando se habla del Botox se tiende a crear cierta alarma sobre su seguridad para el organismo, cuando la seguridad del Botox está avalada por más de 20 años de experiencia en otras áreas de la medicina”.
También recuerda que el tratamiento ha de realizarse en centros autorizados para ello y los pacientes deben asegurarse de estar en manos de profesionales expertos y capacitados para realizar este tipo de terapias.
USO AUTORIZADO Ángel Martín Hernández, cirujano estético y director médico de la Clínica Menorca explica que Vistabel (el nombre comercial de la terapia para estética) solo puede utilizarse en el tercio superior de la cara para eliminar o atenuar temporalmente las líneas de expresión situadas en el entrecejo, la región central de la frente y las 'patas de gallo'.
“Su aplicación -indica- es muy sencilla, a través de pequeñas inyecciones se introduce el producto en la zona a tratar. No es necesario el uso de anestesia, aunque para que el paciente note menos esos pequeños pinchazos en nuestro centro se realiza el tratamiento anestesiando la zona con frío local”.
El porcentaje de efectos adversos debidos a la inyección de botox son de carácter leve y temporal, y poco comunes. Existen estudios que dicen que hasta el 80% de los pacientes nunca experimentaron ningún efecto adverso, y los que lo hicieron, fueron debidos al propio proceso de la inyección (rojeces o pequeños hematomas que en pocos días desaparecen).
En otras especialidades médicas, las cantidades de producto utilizadas son muy altas, sin que ello suponga la pérdida del margen de seguridad. Por ejemplo, hay otros fármacos que creemos son inofensivos a priori y sin embargo, el aumento de su dosis eficaz podría desencadenar incluso la muerte: aumentar en dos veces la dosis en un fármaco para el corazón o tres veces en la insulina alcanzarían la dosis tóxica. “En el caso de la toxina botulínica habría que aumentarla en 50 veces para rebasar los márgenes de seguridad”, aseguran.
Desde que se ha descubierto su uso cosmético, la toxina botulínica se ha convertido en una de las armas antiedad de mayor éxito en la medicina estética. Publicaba Yo dona en su número 160 de mayo de 2008 que en EEUU se consume más Botox que aspirinas. Aunque en España no hemos llegado a esos extremos, el gasto medio en inyecciones rejuvenecedoras crece sin parar. Los nombres de mujeres conocidas que recurren a ellas componen una lista interminable.
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