Así de fácil
Empiezo a escribir esta columna con la esperanza de que el cese de los bombardeos en Gaza y la liberación de los rehenes israelíes sea el germen de una paz más duradera en esa parte del mundo. Ojalá que los gazatíes puedan reconstruir su vidas y construir un país destruido. Ojalá que tengan toda la ayuda que necesitan: alimentaria, sanitaria, educativa, arquitectónica, y por supuesto de salud mental. Pienso en el duelo de esas personas y me parece que aceptar la situación, «dejar ir» a los familiares y amigos que han muerto por las bombas, el hambre, o la falta de asistencia médica, es la tarea más difícil, la que deja una cicatriz imposible de cerrar y con la que tienen que seguir viviendo.
Estoy convencida de que la flotilla ha servido, que las protestas durante la vuelta ciclista sirvieron, que el plantón de un gran número de países de la ONU a la intervención de Netanyahu en el Asamblea General sirvió y por supuesto han servido las muchas manifestaciones que se han llevado a cabo ultimamente en casi todas las ciudades de Europa y de España.
Si se fijan en las fotografías y vídeos verán que eran protestas plurales, como la sociedad. Había muchos jóvenes con sus tatuajes, peercings y cabellos coloreados, muchos inmigrantes latinos, negros (porque lo son, no porque les desprecie), árabes, muchas mujeres con el pelo cubierto, había muchas personas mayores... han sido protestas en las que hemos cabido todos.
Recordemos lo que ha pasado en Andalucía con esas mujeres que han estado hasta dos años, sin conocer el resultado de unas mamografías que a todas nos hace la sanidad pública y de las que se nos dice que han salvado muchas vidas por haber detectado tumores incipientes. Si las mujeres de la asociación AMAMA no se hubieran hecho fuertes, seguiríamos sin conocer un error que ha provocado mastectomías en muchas mujeres, la muerte en otras, e intervenciones agresivas en otras más que se hubieran podido evitar, o al menos reducir el número. Si las cosas se hubieran hecho con sensibilidad y escuchando las quejas de las mujeres que acudían a interesarse por el resultado de su mamografía, o a informar del cáncer que padecían cuando habían conocido los resultados de las pruebas médicas que se habían hecho en la sanidad privada, no se hubiera llegado a esta situación. Hubiera bastado con atender las quejas de las pacientes y comprobar si eran ciertas.
Lo mismo se puede decir de los malditos incendios forestales del pasado verano, de los interminables fallos y retrasos de RENFE (a veces pienso que lo de RENFE son sabotajes planeados), de la supresión de líneas ferroviarias, de las condiciones de los mayores en las residencias y de cómo trabajan y cuánto cobran las mújeres que les cuidan.
Son problemas que denotan una falta de humanidad desmedida.
Fíjense en las listas de espera que hay en la sanidad pública riojana. ¿Es normal que se tarde, más de una año y medio para una protésis de cadera?. En la Consejería de Salud dirán que no es cierto, pero sí lo es. Es un hecho probado. Aunque también sea cierto que la media de las listas de espera para consultas especializadas y cirugía sea de seis meses.
Creo que quienes pueden reducir esos problemas no lo hacen por falta de empatía, por desconocimiento y por intereses particulares. Son incapaces de ponerse en la piel del que está enfermo y sufre. No saben qué pasos dar para reducir las listas de espera, desconocen cómo agilizar la formación práctica y continua que los médicos necesitan y también, los profesores, ingenieros, arquitectos, agentes forestales, conductores de todo tipo de maquinaria, etc. Además hay quienes aumentan sus cuentas corrientes trabajando en lo público por la mañana y en lo privado por la tarde. Que no se molesten los médicos porque no son los únicos.
Si hay quienes están de acuerdo con lo descrito, ¿por qué no se pone manos a la obra e intentan ó intentamos revertir el problema, a través de colectivos existentes y que hemos dejado desvanecer, casi morir?.
Tal vez si los ciudadanos estuviésemos más pendientes de lo que es nuestro, de nuestra ciudad, de nuestro pueblo…nos evitaríamos algún que otro sin sentido. Por ejemplo, el lunes 13 de este mes de octubre, leí en la misma noticia. Titular: «Logroño acogerá a las diez ciudades y dos diputaciones seleccionadas para los fondos europeos de infraestructuras urbanas inteligentes». Subtítulo:»El Ayuntamiento del PP en Logroño rechaza dos millones de euros en ayudas europeas para la movilidad sostenible».
Y si vamos al Parlamento, tendremos que recordar que hay treinta y tres diputados liberados, desde el año 2022 y que en los últimos presupuestos, los de 2024 se subieron el sueldo un 25% más con respecto a ese 2022. El diputado que menos cobra en el antigüo convento de la Merced, tiene una remumeración de más de 53.000 euros anuales. Algunos superan los 70.000 al año. Esos diputados han decidido que en estos últimos meses del año no habrá plenos. Se supone que sólo trabajarán los que estén en la comisión de economía. ¿Los otros, tendrán vacaciones?. Nos lo debieran decir, porque somos nosotros los que les pagamos. Conviene que no se les olvide. La sociedad paga con sus impuestos y vota cada cuatro años. Tendrán que ganarse el sueldo, ¿no?. Y no es necesario que se enfaden, basta con que trabajen e informen a los ciudadanos. Así de fácil.
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