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Andrea Levy descabeza cuatro centros culturales de Madrid y vuelve a elegir a dedo a los directores

Isla Aguilar y Miguel Oyarzun, exdirectores artísticos de Conde Duque. / David Arenal

Sofía Pérez Mendoza

El cambio de color del Gobierno municipal de Madrid ha provocado un corrimiento de tierras en la gestión cultural de la ciudad. En cinco meses, la delegada de Cultura, Andrea Levy, ha relevado a los directores de cuatro de los principales centros culturales de la capital: Teatro Español y Naves de Matadero (cuyos contratos vencían y el Consistorio no ha prorrogado), Centro-Centro, Fernán Gómez (el director ha quedado encargado solo de la programación musical) y Conde Duque.

Todos fueron elegidos por concurso público a través de un sistema ideado en el mandato de Manuela Carmena que supuso el fin de la designación directa en los espacios de cultura de la capital. Con la llegada del PP, los directores de los principales centros culturales vuelven a ser elegidos a dedo como en tiempos de Ana Botella o Alberto Ruiz-Gallardón, salvo en algunos casos. Por ejemplo, en Centro-Centro el Ayuntamiento sí convocará un concurso porque no ha encontrado a la persona idónea, según fuentes municipales.

Esta decisión contraviene el Código de Buenas Prácticas firmado hace 12 años y refrendado por Carmen Calvo cuando era ministra de Cultura. Ya en 2007 el sector acordó un documento que impulsaba los concursos y los mandatos por periodos de cinco años en museos y centros de arte contemporáneo para desvincular los proyectos culturales de los vaivenes políticos.

Teatro Español

El primer centro descabezado fue el Teatro Español. Levy fusionó a principios de septiembre esta institución con las Naves de Matadero, que con Carmena se gestionaban de manera separada. Por el camino de esta operación se quedaron dos nombres: Carmen Portaceli y Mateo Feijóo. Los proyectos de ambos fueron elegidos por un jurado. Sus contratos no han sido rescindidos, como en otros casos, porque vencían este año. El Ayuntamiento podría haberlos renovado pero ha preferido hacer un cambio y colocar, sin concurso, a Natalia Menéndez al frente de la gestión. Los casos de Centro-Centro, Fernán Gómez y Conde Duque han sido más problemáticos.

Centro-Centro

Soledad Gutiérrez, de Centro-Centro, se marchó tras un “acuerdo” con el Ayuntamiento de Madrid, según explicó el Consistorio en una nota de prensa. Aunque fuentes cercanas a las negociaciones aseguran que el Ayuntamiento le ofreció seguir pero “sin capacidad para programar”. Gutiérrez entró en Centro-Centro después de la dimisión de la ganadora del concurso público celebrado en 2017, Ruth Estévez. Fue la segunda con mejor puntuación.

En este caso, el Ayuntamiento sí planea convocar un concurso público para la dirección del espacio. También para programar los Veranos de la Villa. Fuentes municipales justifican que “no se ha encontrado la persona exacta para llevar” este centro para explicar por qué en unos lugares las designaciones se hacen a dedo y en otras, no.

El área que dirige Andrea Levy defiende así su política de designaciones directas: “El concurso no necesariamente garantiza la excelencia. Algunas de las personas nombradas nunca se habrían presentado a los concursos. En los nombramientos que se han llevado a cabo se sabía que la decisión era la más adecuada”.

Teatro Fernán Gómez-Centro Cultural de la Villa

Después de Centro-Centro vino el relevo en el Teatro Fernán Gómez. Aunque en este espacio el descabezamiento ha sido solo parcial: el actual director, Ignacio Marín –también designado tras un concurso– se mantendrá como director musical. Tenía contrato como responsable completo del espacio hasta 2021, pero el nuevo modelo impuesto por Levy es una bicefalia, que se ha materializado con la entrada de la dramaturga Laila Ripoll como directora teatral del espacio.

El centro estará centrado de septiembre a febrero en las artes escénicas y de marzo a julio continuará impulsando festivales y ciclos musicales. El Ayuntamiento defiende que la nueva organización permite que el espacio “vuelva a acoger teatro de repertorio y apoye la dramaturgia contemporánea”.

Conde Duque

El área de Cultura ha dado su último golpe de mando en Conde Duque. Sus responsables artísticos, Isla Aguilar y Miguel Oyarzun, fueron cesados el viernes pasado por sorpresa con un contrato de dos años aún por delante. Su proyecto también fue el más votado por un jurado especializado en diciembre de 2017.

Serán sustituidos por Natalia Álvarez Simó, directora de los Teatros del Canal entre 2016 y 2019 con el Gobierno de Cristina Cifuentes y después de Ángel Garrido en la Comunidad de Madrid. Álvarez Simó fue despedida con la llegada de Ciudadanos a la Consejería de Cultura. Su salida fue contestada con una carta que firmaron, entre otros, los directores a los que ahora va a sustituir en Conde Duque.

El Consistorio, en este caso, ha alegado para justificar el despido que había conflicto con los trabajadores y ha apelado a un expediente por acoso laboral que se abrió en el centro por quejas laborales, pese a que el proceso concluyó que no se daban los elementos para confirmar tal situación. Algunos empleados de Madrid Destino, la empresa que gestiona estos centros, consideran que el Ayuntamiento les ha “utilizado” para relevar la dirección de Conde Duque.

Aguilar y Oyarzun hicieron pública una carta tras el cese en la que denuncian que los motivos de su despido son “puramente políticos, ajenos a los criterios de la dirección artística y laborales”. “En este país existe una colisión entre los ciclos políticos y la cultura; y esta politización propagandística de la acción cultural es un signo inequívoco de una mirada antigua, tanto de las derechas como de las izquierdas, sobre la patrimonialización del derecho a la cultura”, añaden.

En otro comunicado, “artistas asociados del centro Conde Duque” califican el cese de Aguilar y Oyarzun de un “golpe contra las buenas prácticas, contra la transparencia y contra los concursos públicos en los que todos los ciudadanos pueden participar”.

Las repercusiones en la plantilla

Todos estos cambios tienen repercusiones directas en la plantilla de 700 trabajadores de Madrid Destino, la empresa pública que gestiona estos espacios culturales. El Comité de Empresa confirma a eldiario.es que el relevo de Feijóo y Portaceli ha supuesto la salida de siete trabajadores ligados a sus direcciones y que estaban contratados por obra y servicio. Un porcentaje elevado de los trabajadores de Madrid Destino tienen contratación eventual y esta circunstancia ya ha provocado dos multas de la Inspección de Trabajo.

“Estamos hartos de cómo nos afectan siempre las entradas de nuevos gestores a los empleados. No hay respeto. En el Ministerio de Cultura las direcciones artísticas se respetan, aquí no”, apuntan fuentes del Comité de Empresa. Los trabajadores, acostumbrados a los vaivenes políticos, relatan que el ambiente en Madrid Destino es de “expectativa”. “Todo apunta, por las decisiones que se han tomado, que Levy apostará por un modelo más liberal y de exhibición, parecido al de Botella y Gallardón, y que se contrapone al modelo creativo, más minoritario tal vez, que impulsó Carmena”, razona uno de los empleados.

¿MediaLab, Matadero y Circo Price?

MediaLab Prado, Matadero y Circo Price son los otros tres contenedores culturales de la ciudad cuya dirección fue avalada por un concurso público. Fuentes municipales aseguran que, de momento, ninguno de ellos tiene “previsto un plan de cambios”.

La radio municipal M21 que el Ayuntamiento de Madrid ha desmontado en solo unos meses también eligió con un jurado a sus directoras artísticas, Toña Medina y Ángeles Oliva, que están ligadas a Madrid Destino hasta 2021. El Consistorio en este caso no confirma su continuidad y fía su futuro a finales de año, cuando se liquidará definitivamente la emisora.

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