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Sofía Pérez Mendoza / Fátima Caballero / Víctor Honorato

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El alcalde de Madrid dio por superado el colapso de la ciudad el pasado lunes. Entonces, José Luis Martínez-Almeida aseguró que la capital ya no estaba “colapsada” sino “limitada”. Cinco días después de que la nieve dejara de caer, sin embargo, más de tres millones de personas intentan continuar su vida –la actividad prosigue sin cambios, a excepción de los colegios– en una ciudad bajo mínimos, con los servicios esenciales aún severamente afectados por la tormenta  (emergencias, transporte, recogida de residuos, funeraria…), acumulación de basura en la calle y supermercados con dificultades para abastecerse. La base del problema es el estado de las calles: los operarios de limpieza solo han intervenido en el 17% de las vías. El resto, de momento, han quedado solamente en manos de las brigadas de vecinos autoorganizadas. El refuerzo de personal no ha llegado hasta este miércoles y el regidor avanza que la movilidad no estará mínimamente garantizada en las calles hasta la semana que viene.

Las quejas vecinales se suceden porque los servicios básicos aún no alcanzan a la puerta de muchas casas mientras el Ayuntamiento trata de blindar su gestión. “Madrid tiene el mayor dispositivo para luchar contra la nieve que se ha efectuado en España, lo que significa la gran capacidad de coordinación y gestión existente en el Ayuntamiento”, dice la nota que el Consistorio envía a diario para hacer balance de las actuaciones. La previsión municipal es que la nieve no desaparezca todavía esta semana, “no por un problema de personal, sino porque la ciudad no está dimensionada para una catástrofe así”, ha justificado Martínez-Almeida en una entrevista en la Cadena Ser. En la Comunidad de Madrid, el vicepresidente y portavoz del Gobierno regional, Ignacio Aguado, aplaza aún más la vuelta a la normalidad de la región: “Faltan muchos días, incluso semanas”.

“La situación de las calles sigue siendo muy complicada para la asistencia sanitaria”, sentencia Ana Martín, una técnica de emergencias que ha atendido varios partos desde el fin de semana con su UVI móvil. El último fue en la madrugada del martes y requirió que el Ejército trasladara a la madre y al bebé recién nacido en una ambulancia de la UME, el único vehículo con capacidad de entrar en una calle del barrio de Cuatro Caminos. Martín explica que “continúa siendo difícil llegar a pie de domicilio” y eso es problemático “en el caso de los avisos tiempo-dependientes como una parada o un parto”. 

Lo mismo piensan los basureros, que pese a la orden del Ayuntamiento de reanudar el servicio han dejado todavía muchos camiones en las cocheras por la imposibilidad de acceder a un gran número de calles. Los sindicatos calculan que de momento se ha podido recoger el 30% de los 9.000 toneladas de residuos acumuladas en la vía pública desde el viernes. Quedan otras 6.000 asomando en los cubos o tiradas ya en el suelo. El Ayuntamiento sigue recomendando a los ciudadanos que no saquen la basura y prevé que la normalidad vuelva a lo largo de esta semana en la recogida. Los trabajadores consideran que aún es pronto para reanudar el servicio considerando el estado de las calles porque “es peligroso”. “Si un conductor lo ve complicado, no se mete. Hemos hecho mil veces los mismos recorridos”, apunta Pedro Morán, delegado de Comisiones Obreras en el servicio. 

Los conductores de autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) se encontraron este miércoles con un atasco de vehículos en la entrada a la capital por la calle O'Donnell. El Consistorio no había despejado de nieve el carril bus tras anunciar la recuperación del servicio en 34 líneas. La foto circuló todo el día por redes sociales junto con la petición de dimisión del gerente de la EMT, Alfonso Sánchez, por parte del Comité de Empresa. Más de 200 buses y sus conductores se quedaron atrapados en la nieve el pasado viernes después de que se diera la orden de que siguieran trabajando hasta bien entrada la tarde, según publicó El País. Hasta la madrugada nadie les rescató. “Tras dos semanas anunciando que en la Comunidad de Madrid iba a caer el mayor temporal de nieve de hace décadas, nada se había previsto por parte del Ayuntamiento. No había un plan de emergencia acorde al anuncio meteorológico”, señala la nota interna distribuida entre los trabajadores. 

Mientras se desataba la tormenta dentro de la plantilla, el líder del PP, Pablo Casado, visitaba junto al alcalde el centro de control de la EMT y alababa su gestión del temporal. “Han sacado los autobuses sin estar las calles en condiciones y, si se te va, es imposible controlarlo”, responde un conductor en conversación con elDiario.es. Otros conductores ven como principal problema que las paradas no están limpias y “hay riesgo para los viajeros al subir y bajar”. Está previsto que sigan ampliándose las líneas. Este jueves se activan otras seis, aunque apenas ninguna hace su recorrido completo. 

Barrios abandonados y comercios que contratan la limpieza

La lenta reanudación de los autobuses mantiene aislados varios barrios de la capital, donde no llega Metro de Madrid. Un ejemplo es el Pozo del Tío Raimundo, en Puente de Vallecas. No hay autobús, el centro cultural está cerrado e impracticable, con las escaleras llenas de nieve, y si el ambulatorio es accesible es porque los vecinos sacaron las palas el domingo por la tarde. En el único supermercado del barrio se han acabado el papel higiénico y los huevos, y casi no queda leche. “Ha pasado un camión el Ayuntamiento y me ha dicho que ‘hasta luego Lucas”, bromea Juan, uno de los trabajadores. La empresa ha tenido que contratar por su cuenta a una cuadrilla de limpieza para abastecer el comercio. Esperan que para la tarde hayan terminado.

Hay un camión quitanieves, en efecto, pasando por las vías principales. Algunos vecinos sentados en bancos lo jalean a su paso. En el asiento del copiloto, José explica: “Hemos pasado todos los días, hacemos las vías principales, pero se vuelve a helar”. El resto corre a cuenta de los voluntarios. “Hoy por fin nos trajeron del ayuntamiento 60 kilos de sal en 10 sacos en un taxi”, dice Eladio Palomino, de la asociación de vecinos. 

Varias organizaciones vecinales han publicado comunicados en las redes sociales lamentando la “inacción” de las administraciones. La Coordinadora de Latina denuncia que el distrito sigue “lleno de nieve, de ramas e incluso de árboles atravesados” y alertan de que no se han despejado los accesos a centros de salud ni a las paradas de Metro. Los problemas no se limitan al exterior: en el hospital La Paz, el mayor de la ciudad, Filomena ha dañado las tuberías e inundado varias salas. El Ayuntamiento cuantifica las pérdidas en “varios cientos de millones de euros”. 

En el Pozo del Tío Raimundo, sin autobús y sin metro cerca, la única forma de salir es a pie o en tren de cercanías, cuyos accesos aún acumulan nieve, salvo por un pequeño sendero por el que hay que ir casi en fila india. Las calles no se despejan y el ambiente empieza a enrarecerse entre los vecinos. 

“Ni dios baja a echar una mano”, se queja Alejandro, que no vive lejos, en Entrevías, y dice que las calles menos importantes siguen bloqueadas, en gran medida. “Entiendo que Madrid no está preparado y lo primero son hospitales y farmacias, pero los vecinos deberían pensar también más que en ellos mismos”, se queja. Es cierto que hay unos chicos tomando unas cervezas a mediodía junto a unos coches que no creen que les corresponda arrimar el hombro (“que limpien ellos”, se ríe uno), pero es injusto generalizar. A un par de manzanas carga con una caja de pan Antonia. “Lo he conseguido en el chino, el Día estaba arrasado”, cuenta, y pone como ejemplo contrario la calle Martos, bastante despejada a base de empeño de los residentes.

Basta dar una vuelta por la ciudad para constatar que la mayoría de comercios están abiertos. De las tiendas más grandes a las más pequeñas. Pero los supermercados continúan con problemas de abastecimiento. El Ayuntamiento reduce las dificultades a “casos puntuales”. Mercamadrid, que abastece al comercio minorista retomó la actividad el martes, pero las grandes superficies y cadenas que tienen sus propias líneas de distribución mantienen las dificultades para llenar los lineales. Los situados en calles estrechas son los más afectados. “No hemos tenido nada durante días, hoy empezamos a tener algunos productos frescos pero ha sido muy angustioso porque la gente venía y no había nada que vender”, cuenta Paloma, dependienta de un supermercado en la calle Carranza, en el distrito de Chamberí. Esta vía fue una de las primeras liberadas por los servicios de limpieza de la zona. La leche, el pan de molde o los huevos escasean en los comercios de la zona.

“Con los operarios que somos es imposible: estamos a pico y pala”

Los operarios vestidos de verde se distribuyen por toda la ciudad. Son más de 6.000, contando con el refuerzo ordenado este miércoles. Todos se afanan con las palas sobre el hielo de las aceras, el ingente trabajo pendiente para sus manos. Por las calzadas pasa el quitanieves. “Con los que estamos no se puede, es imposible”, asegura Aroa, que observa cómo empieza a cundir el hartazgo. Falta, además de manos, maquinaria que acorte los tiempos. “Se va calentando la cosa; incluso nosotros, que estamos más cansados”, reconoce. Entre los operarios también está extendida la idea de que el centro tiene más atención que los barrios. “Estamos a pico y pala y necesitamos máquinas especiales, como en Serrano”, ironiza Javier, otro compañero.

Las ramas caídas de los árboles son otro problema que puede tardar meses en resolverse, según las propias previsiones del Ayuntamiento, que alega capacidad para retirar 325 al día. Hay 150.000 afectados, de acuerdo con sus propias cifras. La corporación se ha comprometido a revisar todas las especies con un contrato para tal efecto, privatizado, que costará 15 millones de euros. 

Los días van pasando sin mucho avance y las dificultades para ir a trabajar empiezan a causar conflictos laborales. La actividad no se ha suspendido. Ana, que limpia portales, tiene miedo de represalias si se queda en casa, en Vallecas. “La empresa me obliga a ir a trabajar a pesar de que les he dicho que tengo temor de caerme y romperme algo, porque de mi casa al metro con la nieve y el hielo tengo por lo menos una hora andando, y por mucho cuidado que tenga me puedo resbalar y caer”, explica en un mensaje de texto. Pero los jefes la apremian señalando que alguna comunidad de vecinos puede darse de baja del servicio si no aparece. “Voy a consultar si estas presiones son legales”, avanza.

Desde el viernes tampoco se celebran entierros en la capital. La funeraria municipal estuvo casi 48 horas sin poder recoger cadáveres de los domicilios y de los hospitales madrileños, según fuentes sindicales. Las incineraciones pudieron retomarse el martes, pero las inhumaciones siguen acumulándose. Hay más de un centenar de cuerpos a la espera de sepultura, dicen los trabajadores, que vivieron situaciones dantescas trasladando cadáveres a pie durante el fin de semana. La situación ha mejorado, pero la nieve mantiene aún los cementerios enterrados e impracticables. Todavía el Ayuntamiento no ha iniciado su limpieza.

El desabastecimiento no solo es de alimentos. También de cuestiones inaplazables como los medicamentos. María, farmacéutica en la calle Fuencarral, cuenta que el reparto no les llegó hasta el martes por la tarde. “Hubo clientes que se quedaron sin poder llevarse las medicinas que tenían recetadas. No llegamos a tener un desabastecimiento serio porque nuestra farmacia es grande, pero podría habernos pasado y nos consta que otras farmacias lo han tenido”, relata. 

La ciudad no ha terminado de colapsar gracias a que Metro de Madrid ha funcionado con escasísimas interrupciones en lo más duro del temporal y ha prestado servicio durante cuatro noches consecutivas de manera excepcional. La imposibilidad de los madrileños de moverse por otros medios ha provocado a lo largo de las diferentes jornadas grandes aglomeraciones en hora punta. El consejero de Transportes, Ángel Garrido, se disculpaba alegando que muchos maquinistas no habían podido acudir a sus puestos de trabajo y algunos trenes habían quedado atrapados por la nieve. La afluencia de Metro, además, se ha incrementado entre un 20 y un 40% respecto a un día normal. 

La única previsión que se había hecho el Gobierno regional era abrir los centros educativos el próximo lunes. Las clases telemáticas se reanudaron este miércoles pero desde el Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso ya apuntan a que la vuelta a las aulas podría seguir demorándose más allá del día 18 en algunos de los centros por los desperfectos. “La previsión es que la vuelta a las clases de forma presencial sea el próximo lunes 18 salvo alguna situación que nos obligue a retrasarlo más, pero seguimos trabajando en ese horizonte temporal”, aseguraba Aguado en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno.

En la misma línea se expresaba después el consejero de Justicia, Interior y Víctimas, Enrique López, que aseguró que “el trabajo es titánico” y el Gobierno regional intentará que “abran los máximos centros posibles a partir del lunes”. La realidad a día de hoy es que muchos de los colegios e institutos aún no han empezado los trabajos de evaluación y adecuación de los espacios y en otros se han hundido tejados y deteriorado numeroso mobiliario. El Ejecutivo de Ayuso llegaba a un acuerdo este martes con el Colegio de Arquitectos y Aparejadores para que elaboren informes por 300 euros de la situación de los centros educativos, pero los trabajos aún no han empezado, reconocen fuentes del Gobierno regional. Las universidades, muchas de ellas sin horario lectivo por la evaluación semestral, tampoco saben si podrán reanudar los exámenes presenciales a partir de la semana que viene. 

No es solo la capital, es toda la región

La fotografía de una ciudad apoderada por el caos se repite en cada uno de los municipios y pueblos de toda la región, aseguraba este miércoles Enrique López. “La gravedad de la borrasca Filomena la determinaba no solo la ingente determinación de nieve, sino que había sido una afectación a prácticamente todo el territorio de la Comunidad”, explicaba López, que no fue capaz de precisar qué pueblos o municipios se encuentran más afectados –tampoco desde la Consejería que dirige– más allá de indicar que los que han sufrido mayores consecuencias han sido todos los del Corredor de Henares y el centro por donde entró Filomena donde la nevada ha sido “inédita”.

“Todos los alcaldes en este momento me describen una realidad muy similar, y es que tienen gran parte de sus núcleos urbanos no cerrados pero prácticamente impracticables en cuanto a lo que se refiere a la movilidad y ha habido serios daños en algunas infraestructuras de suministros y en la red eléctrica”, expuso el consejero que precisó que los del norte suelen estar más preparados para afrontar estas inclemencias climatológicas. 

El vicepresidente regional hacía también un llamamiento para que, ya sea de forma altruista o llegando a acuerdos con los ayuntamientos, todas las empresas y constructoras con excavadoras arrimen el hombro y ayuden a todos los municipios de la región a la retirada de la nieve, que cinco días después continúa apoderándose de las calles de toda la región, ahora convertida en grandes masas de hielo. “Como ciudad, como región no podemos permitirnos que haya máquinas excavadoras paradas y nieve en las aceras de las carreteras de las ciudades y los pueblos, creo que es de sentido común”. 

La normalidad tardará en llegar “semanas”, advertía Aguado. “Solo hay que ver cómo está Madrid y el resto de las ciudades”. 

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