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La leche y el pan de molde desaparecen de los lineales del súper después de Filomena

Lineales para la leche en uno de los supermercados de Malasaña

Diego Casado

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El pasado lunes fue un gran día de ventas en los comercios de Malasaña que distribuyen alimentos básicos. Cuentan en la pollería de la calle Espíritu Santo que los clientes arrasaron con las existencias desde primera hora: “Parecía que se preparaban para una guerra”, explica Ramón, su responsable, recordando la jornada. Para la hora de comer era casi misión imposible encontrar una barra de pan en cualquier panadería o tienda del barrio. Por la noche, los productos frescos habían volado de los estantes de los pequeños y grandes supermercados, también en el cercano Chamberí.

Los vecinos del centro de Madrid entraron en una especie de pánico al desabastecimiento después de que la borrasca Filomena bloqueara casi todas las calles durante el viernes y el sábado y el hielo hiciera muy difícil cualquier reparto desde la noche del domingo. Con Mercamadrid cerrado -abrió en la madrugada del lunes al martes- y escenas apocalípticas de árboles caídos y montones de basuras apilados en las esquinas, los madrileños volvieron a recrear aquellas escenas de marzo de 2020, cuando la pasta, las pizzas, las cervezas y el papel higiénico desaparecieron de los lineales.

“La gente compró el lunes muchísimo, el martes como un día normal y el miércoles ya no está pasando nadie”, narran desde una charcutería de la Corredera de San Pablo. Un comportamiento que explica bien la evolución de una de las semanas más raras vividas en la capital a causa de la climatología. Este miércoles el abastecimiento estaba completamente recuperado en los mercados municipales: tanto Mostenses como Barceló ofrecía en sus puestos carne, pescado, frutas y verduras como casi cualquier día ordinario, después de que se despejaran de hielo sus accesos. Lo que les faltaba eran clientes: “Los clientes se mueven menos por las recomendaciones y por el miedo a las caídas”, comentaban en una carnicería del puesto de abastos situado junto a Tribunal.

Donde todavía no ha vuelto la normalidad es a los supermercados, especialmente en aquellos situados en calles bloqueadas por el hielo, que en Malasaña son muchas. Allí, los productos que más escasean son los cartones de leche de cualquier tipo -incluidos los especiales de soja y similares- y el pan, especialmente el tostado y el de molde. Rebanadas convertidas en objetos casi de lujo por su escasez. En menor medida, también faltan huevos, arroz, yogures, verduras... además de carnes y pescados frescos envasados.

Calles heladas cinco días después

“El problema no es que no lleguen los camiones, que a mí sí que me están llegando desde el martes. Lo peor es que las calles no estén limpias de hielo”, lamenta Ramón Herrero, que mandó el miércoles dos de sus furgonetas a repartir género entre sus clientes de hostelería, la otra pata de su negocio además de la venta en tienda. Lo hizo cruzando los dedos, por el miedo a los accidentes por resbalones: “De momento no me han llamado así que supongo que van bien”, añade.

Las calles secundarias del corazón de Madrid no han empezado a ser despejadas hasta cuatro días después de que dejara de nevar, según el mapa de limpieza publicado por el Ayuntamiento. Este miércoles por la tarde y después de días de quejas de vecinos y comerciantes, aparecieron los primeros operarios municipales y alguna quitanieves.

En Malasaña los únicos que limpiaron hasta este miércoles fueron los comerciantes y los vecinos, organizados en cuadrillas con palas prestadas y mucha voluntad. Convocados por asociaciones como Malasaña Acompaña o de forma espontánea, han ido abriendo caminos a peatones y coches desde el domingo. Todo pese a la falta de medios -alguna comerciante picaba hielo con un martillo- y de sal, que el Consistorio empezó a repartir primero a más de un kilómetro del barrio (en la Plaza de la Cebada) y que ha ido dejando con cuentagotas sacos en algunos puntos del barrio durante el martes y el miércoles.

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