La huella regia en Chueca y Salesas
El rey Juan Carlos I ha comunicado hoy su intención de abdicar la Coronaha comunicado hoy su intención de abdicar la Corona en favor de su hijo, Felipe de Borbón, que pasararía a convertirse en el rey Felipe VI si el Gobierno y las Cortes Generales así lo refrendan. Mañana mismo se reunirá el Consejo de Ministros para aprobar una ley orgánica que, según el artículo 57.5 de la Constitución, debe regular la abdicación.
La proclamación del nuevo rey “ante” las Cortes, que no “por” las Cortes –ya que la sucesión es automática–, se producirá en una sesión conjunta de Diputados y Senadores en el Congreso. Además, el artículo 61.1 de la Constitución establece que «el rey al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y hacer respetar los derechos de los ciudadanos y las Comunidades Autónomas».
La noticia no ha sido recibida de la misma manera entre los grupos políticos y ciudadanos. Distintas organizaciones sociales y formaciones políticas –como Izquierda Unida, Equo, Podemos– piden un referéndum para legitimar la sucesión del príncipe Felipe y que los ciudadanos puedan elegir entre Monarquía o República. Bajo el lema “Referendum Ya” han convocado concentraciones hoy a las ocho de la tarde en al menos 44 ciudades españolas, entre ellas Madrid, donde se emplaza a acudir a la Puerta del Sol.
Una abdicación histórica
La abdicación es una fórmula excepcional de la que se ha valido la Corona española en muy contadas ocasiones. Durante la Casa de las Austrias, solo el rey Carlos V cedió sus derechos dinásticos como rey de España en 1556 en favor de su hijo, Felipe II, y como emperador, en favor de su hermano, Fernando I de Habsburgo.
El primer Borbón en hacer uso de este derecho fue Felipe V, quien abdicó el 10 de enero de 1724 en su hijo Luis I que, al fallecer por enfermedad ocho meses más tarde, obligó a su padre a regresar al trono hasta su muerte, en 1746. En 1808, Carlos IV cedió la corona a su hijo Fernando VII, quien luego la devolvió a su padre y éste la cedió a Napoleón, que se la otorgó su hermano José.
Amadeo I de Saboya, el primer monarca español elegido por las Cortes, tras tres años como Jefe de Estado de una monarquía constitucional, abdicó en 1873 por una evidente inestabilidad política y la falta de apoyo popular (fundamentalmente “alfonsinos”) que dio paso a la I República.
De hecho, en 1872 los condes de Heredia Spinola organizaron en el número 87 de la calle Hortaleza un “baile” cuyo cometido real era conocer el número de apoyos con los que se contaba para planificar la subida al trono del entonces príncipe Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II, en quien había abdicado en su exilio parisino.
Poco duró el espíritu republicano y, en 1874, se produjo la restauración de la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII, cuyo reinado consistió principalmente en consolidar la monarquía y la estabilidad institucional, reparando los daños que las luchas internas de los años del Sexenio Revolucionario habían dejado tras de sí, por lo que se ganó apodo de «el Pacificador».
Años después la historia se repetía y, nuevamente desde el exilio, en 1941 Alfonso XIII decidió abdicar en favor de su tercer hijo, don Juan de Borbón, padre del rey Juan Carlos, quien en 1977 presentó oficialmente la renuncia a sus derechos al trono ante su hijo, el rey Juan Carlos, que era ya jefe del Estado desde 1975.
Los rincones más regios de Chueca y Salesas
El barrio de Justicia guarda entre sus calles espacios donde la realeza ha dejado huella, desde la Plaza del Rey a la Calle Reina, pasando por la Casa de las Siete Chimeneas, la Calle Infantas, Fernando VI o Doña Bárbara de Braganza. Su historia está estrechamente ligada a la Casa Real y son reflejo del pasado noble del barrio.
Contaban los mentideros de la época que el rey Felipe II tenía en La casa de las siete chimeneas a una de sus numerosas amantes: Elena, la hija de un caballero al servicio del rey a quien se desposó con un capitán para acallar los rumores y que perdió la vida dentro del edificio en extrañas circunstancias. Este es tan sólo el inicio de una historia plagada de incidentes macabros que explica a las mil maravillas nuestros amigos de Carpetania en sus rutas nocturnas.
La Plaza del Rey (antiguamente del Almirante), que hace escuadra con la citada casa de las Siete Chimeneas, le debe su nombre a la proclamación, en 1808, de Fernando VII como rey de España. Durante la primera República se renombró como Plaza de Béjar, recuperando su actual denominación Restauración borbónica.
Ha sido escenario de acontecimientos históricos como el asalto a las propiedades de Godoy. Con la euforia de la segunda época constitucional, por allí pasaron los contingentes que llevaban en andas al huérfano del general Lacy. Además, albergó el Teatro del Circo, que fue destruido por un incendio en 1876 y, a los pocos meses, fue reemplazado por el Circo Price.
En cuanto a la Calle de la Reina y la Calle InfantasCalle Infantas, le deben su nombre los tablados desde donde la reina infantas María y Margarita (Las Meninas) presenciaron la procesión, encabezada por Felipe IV, que se hizo al Cristo de la Paciencia con motivo del ajusticiamiento en la Plaza de Vázquez de Mella de una familia judía a la que la Inquisición acusó de juntarse por las noches para golpear y maltratar a la imagen de un Cristo que tenían a la puerta de su casa para simular que eran católicos.
Pero si hay un monarca que dejó una profunda huella en el barrio ese fue Fernando VI, el “Prudente”, del que no sólo se conserva una calle como legado. Fue el rimero en instalar baldosas en las aceras, prohibió el tránsito de animales sueltos y mejoró la limpieza de las calles de Madrid.
Durante su reinado se levantó la Iglesia de San Antón y, junto a su esposa, Bárbara de Braganza, levantó el Convento de las Salesas Reales, lugar al que había decidido retirarse en caso de quedar viuda y que actualmente alberga los sepulcros de Fernando VI y Bárbara de Braganza.
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