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El misterioso origen maragato de las pescaderías de Madrid

Pescadería El Bierzo, en el Mercado de los Mostenses, cuya construcción original en 1875 se hizo con el objetivo de dedicarlo a la compra venta de pescado al por mayor y a cliente final

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¿Qué relación tiene la gente de León con el mar? La primera vez que uno escucha que la mayoría de las pescaderías de Madrid fueron fundadas por leoneses y, más concretamente, por personas cuyo origen es la comarca de La Maragatería, no puede más que hacerse esta pregunta. 

Alguna pescadería madrileña importante optó por ponerse un apellido comercial gallego suponemos que para evitar esa extrañeza que aún hoy produce este dato (el fundador de las conocidas Pescaderías Coruñesas, Evaristo García, nació en Combarros). Otras, tan famosas y castizas como Alofer (calle Esgrima, Lavapiés), creada en 1927 por un maragato de Molina Ferrera, tio-abuelo de los actuales dueños, no oculta pero tampoco presume de orígenes. Galicia y mar, sí; pero, ¿dónde pescan en León?

El misterio deja de ser tal buceando un poco en la historia, una que huele a necesidad y emprendimiento, a arrieros y a ferrocarril, y que atraviesa también el pasado del viejo Mercado de hierro de los Mostenses, que fue construido para desarrollar la actividad de compra venta de pescado y donde en la actualidad Pescados El Bierzo queda como representante de esa, sorprendente a primera vista, tradición leonesa-marítima.

Arrieros somos...

Los maragatos son un pueblo de origen incierto cuya tierra, en la parte central de la provincia de León, es dura y fría, mala para la agricultura y mala también para la ganadería. Como consecuencia, desde tiempo inmemorial las gentes que habitaban la comarca tuvieron que buscarse el pan de otra forma y hallaron la fórmula convirtiéndose en comerciantes de productos entre los pueblos del norte de España y los del sur. Se hicieron arrieros, ganándose merecida fama de transportistas serios y seguros, recorriendo con sus bestias de carga de forma incansable el país. 

Con el paso del tiempo, una de las rutas más prolíficas era la que unía Galicia con Madrid, en una conexión mar-interior que tuvo incluso paradas en pozos de nieve intermedios que ayudaban a que el pescado llegara en buen estado a su destino final.

Pero toda esa conexión forjada durante siglos cambió radicalmente con la irrupción del ferrocarril en la segunda mitad del siglo XIX. El transporte de mercancías se agilizó sobre las ruedas y las vías del tren y el oficio de arriero comenzó a decaer.

Los maragatos debieron reinventarse y, aprovechando su experiencia como comerciantes y dominadores del comercio de pescado, fueron muchos los que decidieron establecer puestos de venta de pescado fijos en la capital. 

Los Mostenses y el pescado

En el último cuarto del siglo XIX, Madrid crecía rápidamente en cuanto a número de habitantes y necesitaba establecer una red de abastecimiento de alimentos importante e higiénica. Alfonso XII, en 1875, inauguraba dos grandes mercados al estilo del de Les Grandes Halles de París: el de la Cebada y el de Los Mostenses. Dada la cercanía física de este último a la estación del Norte, en Príncipe Pío, por donde entraba la mercancía desde Galicia, se creyó oportuno dedicarlo a la compra venta de pescado, tanto al por mayor como al por menor.

El Mercado de Los Mostenses fue en ese tiempo la despensa productos de mar de los madrileños. Pasados los años, en la Segunda República, en Madrid se vio necesario construir una red de mercados tanto de barrio como centrales y como el antiguo Mercado de hierro de Los Mostenses iba a ser demolido con la construcción de la Gran Vía, el Ayuntamiento encargó en 1931 la construcción de un gran mercado central de pescados, esta vez cerca de Puerta de Toledo.

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