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'Stolpersteine' de Lavapiés: las 13 baldosas doradas que recuerdan a otros tantos vecinos enviados a campos de exterminio nazis

La stopersteiner colocada en Concepción Jerónima 6

Somos Lavapiés

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Este viernes y el próximo viernes se estarán colocando 17 nuevas stolpersteine en las calles del distrito Centro de Madrid. Las stolpersteine son piedras de la memoria que, a modo de pequeñas baldosas doradas con leyenda, recuerdan en el suelo, delante de los domicilios en los que vivieron, a aquellas personas que fueron deportadas a campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Estas piedras salpican los pavimentos de distintas ciudades de Europa en una lucha contra el olvido gracias a la fundación creada por el alemán Gunter Demnig y a sus voluntarios y simpatizantes, personas como Isabel Martínez y Jesús Rodríguez, que son los encargados de organizar estos actos de homenaje en Madrid.

En Lavapiés-Embajadores, desde mediados de 2021, hay colocadas 13 piedras de la memoria que, directamente, conectan el barrio con el horror de Mauthausen-Gusen, campo en el que acabaron algunos de sus vecinos.

Aunque están listas para que tropecemos con ellas y con su significado en nuestro deambular por la ciudad, a través de la siguiente guía de las stolpersteine de Embajadores podremos, además de leer el nombre y los breves datos biográficos que contienen de cada homenajeado, asomarnos a los retazos de las historias de sus vidas que han podido rescatar los responsables en Madrid de esta iniciativa internacional.

Ángel Hernández García, Concepción Jerónima 6

La familia de Ángel Hernández García regentaba una peluquería en uno de los bajos del número 6 de la calle Concepción Jerónima y en ese mismo número vivía Ángel con sus padres y hermanos. Hernández pasó la Guerra Civil como sanitario del ejército republicano. Exiliado en Francia, fue detenido hacia 1943 y enviado a Mauthausen en 1944. De allí logró salir con vida para no volver a pisar nunca más España. Moriría a principios de los años 90, después de haber vivido en París y en Perpignan.

Ana Hernández, sobrina de Ángel Hernández, fue quien en julio de 2021 colocó la piedra dedicada a su tío y quien relató su historia. Ángel, tras sobrevivir a Mauthausen, estuvo trabajando como enfermero en París, pero las secuelas psicológicas de su sufrimiento le obligaron a cambiar de oficio. Recuperó entonces la formación que tuvo en la peluquería familiar para ganarse de ese modo la vida y, más tarde, una vez jubilado, se dedicó a mostrar al mundo lo que fue el horror del campo de concentración a través de la pintura y de la escultura, artes con las que también había coqueteado en su juventud en Madrid. Sus obras están distribuidas en distintos museos franceses y parte de sus esculturas, en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca.

Victoriano Valencia, Zurita 9

De Victoriano Valencia no se ha encontrado familia alguna. Nacido el 4 de julio de 1916, se sabe que en 1935 vivía junto a su madre viuda, Dolores Javalera, en el número 9 de la calle Zurita y que murió en Mauthausen, concretamente en Gusen.

¿Cuándo se enteraría Dolores de que su hijo había sido asesinado. Lo llegaría a saber? Además de recordar a las víctimas, las stopersteine nos hace recordar a sus familias y su sufrimiento.

Juan García Rodríguez, Santa Isabel 17

Sin familia conocida, al igual que Victoriano Valencia, Juan García Rodríguez, nacido en 1912, vivía con su madre viuda, Sebastiana Rodríguez, y con su hermana Áurea en la portería del número 17 de la calle Santa Isabel, según el censo municipal de 1935. Ellas se dedicaban a “sus labores”, mientras que él era jornalero.

Juan García murió el 8 de noviembre de 1941 en el campo de Gusen.

Fermín Luis García, Santa Isabel 41

En la misma calle que Juan García y en la misma época, separados por unos pocos números, vivió Fermín Luis García, en el número 41 de Santa Isabel.

El hermano pequeño de Fermín, Eusebio Luis, y su sobrino Enrique Luis, visiblemente emocionados, estuvieron presentes en la colocación de la stopersteine de su familiar y hablaron de la necesidad de “verdad, justicia y reparación”.

Fermín, quien fue novillero, futbolista y, sobre todo, “un luchador por los desfavorecidos”, según sus familiares, fue capturado en su exilio en Francia y enviado a Mauthausen en 1941. Pese a llegar vivo a la liberación del campo, las secuelas de lo que había pasado en él lo hicieron enfermar y fue eso lo que acabó con su vida.

Sus familiares le perdieron la pista en un hospital francés, una vez finalizada la contienda mundial. Sin saber dónde fue enterrado, desde entonces buscan el paradero definitivo de sus restos.

José Galinier Muñoz, Doctor Fourquet 20

Justo a la entrada del espacio vecinal Esta es una plaza, en el número 20 de Doctor Fourquet está la piedra de José Galinier Muñoz, quien vivió en ese lugar junto a sus hermanos Isabel y Federico y su padre, Carlos, fallecido en 1927. De Galinier poco más se sabe además de que murió el 6 de septiembre de 1941 en Mauthausen, donde fue deportado.

Si bien a su hermano se le perdió la pista a partir del padrón municipal de 1925, a su hermana se la encuentra en sucesivos domicilios de Lavapiés, como un par que tuvo en la calle Dos Hermanas y en Miguel Servet.

Fausto Parra Galiana, Sombrerería 7

Nacido en Madrid, la historia de Fausto Parra Galiana apunta a que en 1939 pasó a Francia después de haber luchado en el bando republicano en la Guerra Civil, dejando en España mujer -Dominga- y tres hijos -Fausto, Cándido y Luisa. Internado en un campo de trabajo, fue deportado a Mauthausen durante la ocupación alemana y asesinado en Gusen.

En la colocación de la stolpersteine que lo recuerda estuvo presente su hija Luisa, nietos y biznietos. Fausto Parra Guzmán, su hijo mayor, ya fallecido y que contaba con 11 años en el momento del asesinato de su padre, colocó una placa en su memoria en Gusen, un recuerdo que hoy se complementa con el que quedó instalado en su propio barrio.

Manuel Rodríguez Pérez, Argumosa 14

Manuel Rodríguez Pérez seguía censado en el número 14 de la calle Argumosa en 1940, pero figurando como “ausente en Francia”. En diciembre de ese mismo año había sido deportado desde el Stalag V-D (Estrasburgo) al campo de concentración de Mauthausen. En febrero de 1941 fue trasladado al campo de Gusen, donde sería asesinado el 10 de diciembre de 1941.

Constanza Martínez Prieto, Argumosa 5

En el número 5 de la misma calle que Manuel Rodríguez, Argumosa, nació -en 1917- y vivió Constanza Martínez Prieto, única mujer entre los homenajeados en Embajadores. También fue ella la única que acabó en 1944 en el campo de Ravensbrück, primero, y después en el de Schönefeld – Leipzig, donde trabajó en la fábrica de armamento Harrag.

La historia de Martínez Prieto está bien documentada, sobre todo por el hecho de que sobrevivió a su encierro y a que acabaría muriendo en Barcelona, en 1997, habiendo sido, además, vicepresidenta del Amical de Mauthausen.

Huérfana a temprana edad, pudo estudiar y aprendió francés, taquigrafía y mecanografía. Fue militante de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) y en 1939 se fue a París. Allí, aunque fue contratada por los alemanes, hizo de enlace con el PCE y, finalmente, detenida el 27 de junio de 1942 en una redada en la que cayeron más de 150 españoles, enviada a prisión.

Tras su liberación regresó a París, donde tuvo dos hijos y vivió con su marido, el también exiliado y deportado español Juan Escuer, hasta que en 1972 se instaló en la localidad barcelonesa de Sentmenat.

Enrique Martínez Barona, Ave María 43

Enrique Martínez Barona nació en 1913 y vivió en el número 43 de la calle Ave María. Exiliado en Francia, acabó deportado a Mauthausen y, finalmente, asesinado en el castillo de Hartheim el 10 de febrero de 1942. Es uno de los vecinos a los que no se le han encontrado familiares.

Manuel García García, Mesón de Paredes 60

Nacido el 4 de enero de 1915 en Salmoral (Salamanca), Manuel García García se trasladó con 15 años a Madrid donde se fue formando en el arte de la repostería hasta llegar a trabajar en el Hotel Internacional y en el Hotel Nacional hasta el verano de 1936. Desde 1931 estuvo afiliado al Sindicato de Artes Blancas Alimenticias de UGT y llegó a ser un activo sindicalista.

Cuando estalló la Guerra Civil se alistó voluntario en las milicias populares, siendo sargento. Su pista se pierde en el frente de Aragón, donde se le dio por desaparecido, creyendo que participó en la Batalla del Ebro y que habría cruzado a Francia posteriormente. En España dejó mujer e hijo recién nacido.

García fue deportado a Mauthausen el 25 de enero de 1941 y trasladado a Gusen el 8 de abril de 1941, campo en el que moriría, tras 15 meses de internamiento, el 3 de julio de 1942. Causa oficial de la muerte: “tuberculosis pulmonar”

Rubén Tabares Hernández, Carlos Arniches 17

Nacido en 1919 en Santa Cruz de Tenerife, Rubén Tabares Hernández vivió con sus padres y hermana desde el año 1934 en el número 17 de la calle Carlos Arniches. Al estallar la Guerra Civil luchó en el bando republicano con sólo 17 años. En 1940 se le sitúa en el campo francés de Angulema.

Llegó a Mauthausen el 24 de agosto de ese mismo año y el 24 de enero de 1941 fue trasladado a Gusen, donde murió el 1 de mayo de 1942. No fue hasta el año 2013 que la familia de Tabares tendría constancia oficial de su muerte.

Manuel Nieto Sainz y Juan Antonio García Acero, Huerta del Bayo 5

En el número 5 de la calle Huerta del Bayo vivieron dos vecinos que acabaron sus días en el mismo campo de exterminio nazi, Gusen una vez más.

Según el Padrón Municipal del año 1935, Manuel Nieto Sainz, hijo único, vivía con sus padres en un piso del número 5 de Huerta del Bayo. Fue uno de los 927 republicanos españoles refugiados en Angulema al terminar la Guerra Civil que fueron deportados, en agosto de 1940, al campo de concentración de Mauthausen. De allí se le envió a Gusen, donde fue asesinado el 4 de enero de 1942. Su familia emigró a Venezuela.

Por su parte, Juan Antonio García Acero, carabinero de profesión, se mantuvo fiel a la República cuando se produjo la sublevación del 18 de julio y durante la contienda, por méritos de guerra, alcanzó el rango de teniente. Siendo viudo y padre de seis hijos tuvo que cruzar a Francia tras la Guerra Civil. Enviado a finales de 1940 a Mauthausen y en febrero de 1941 a Gusen murió en diciembre de 1941.

Los vecinos que para Franco ya no eran españoles

Cuando dentro de dos viernes acabe esta nueva fase de colocación de stolpersteine de la que hemos hablado, en las calles de la capital habrá casi medio centenar de ellas. En total se cree que fueron entre 600 y 700 los vecinos de Madrid que acabaron en campos de concentración nazis de los alrededor de 9.000 españoles que sufrieron idéntica suerte. La intención de la sección madrileña de las stolpersteine es llegar a colocar, al menos, 450 piedras de la memoria.

Muchos de los españoles que huyeron de las represalias franquistas al terminar la Guerra Civil, cruzando los Pirineos en el invierno de 1939, acabaron en campos de detención franceses primero y, luego, en campos de exterminio alemanes.

El gobierno franquista no quiso saber nada de los capturados por los nazis en Francia. Dijo que ya no eran españoles. Desentendiéndose de ellos y convirtiéndolos en apátridas fue como facilitó que acabaran en campos de concentración nazis.

La gran mayoría de los deportados fueron enviados a Mauthausen y a su campo satélite, Gusen, situado a cinco kilómetros. Ambos centros eran considerados los más duros de Europa. En Gusen se calcula que murieron 4.000 españoles. La mayoría de los deportados antes de 1942 no salieron de allí con vida.

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