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Rastreadores de basura en Lavapiés: la muestra donde dejar ir objetos queridos para pujar por ellos con argumentos

Uno de los objetos desprendidos en la exposición 'Distrito Diógenes', junto a un papel que cuenta su historia.

Guillermo Hormigo

Madrid —

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“No te das cuenta, pero al igual que el resto de los 3,4 millones de habitantes que tiene la ciudad de Madrid, tiendes a acumular”. Con esta frase se presenta una exposición que propone replantear la relación con los objetos (y los archivos digitales) de nuestro entorno. Un vínculo material, pero también personal, en el que el apego puede confundirse con el consumo desaforado.

Distrito Diógenes llega del 25 al 28 de septiembre a la sala El Umbral de Primavera, en la calle Primavera de Lavapiés, con activaciones abiertas a la participación del público los días 25 y 26 (previa inscripción a través del formulario de este enlace). Lo hace de la mano de la 12ª muestra de creación escénica Surge Madrid. Sus responsables, Pablo Villa Sánchez y Pablo Alamá (de la Compañía CRÁTER), ponen una pregunta sobre la mesa: ¿Cuánto podemos llegar a acumular, no solo en el mundo físico, sino también en el digital?

La muestra se presenta como “una pieza insostenible por la sostenibilidad”. En ella, enseres de todo pelaje son depositados por los participantes junto a unas descripciones de su origen o su pasado. De esta forma, el espectador podrá atender a tres dispositivos: una instalación interactiva, donde el público es invitado a desprenderse de un objeto que haya traído a propósito de la pieza (el cual pasará a formar parte de la instalación para ser expuesto) así como contar brevemente su historia en una tarjeta; una subasta gratuita en la que los asistentes podrán pujar por lotes formados por esos objetos, siendo el postor ganador quien mejores argumentos brinde para adquirirlo, y un recorrido itinerante que discurrirá por calles y comercios emblemáticos del barrio de Lavapiés.

Distrito Diógenes aterriza en un contexto social y político en el que, según sus dos creadores, “buscamos la manera de alargar la vida de los objetos que tenemos o de darles una segunda vida a aquellos que ya no queremos, pero que siguen siendo útiles”. Muestra de ello es el anteproyecto de Ley de Consumo Sostenible anunciado el pasado julno por el Gobierno central, en el que se menciona el derecho a reparar para acabar con la obsolescencia programada.

Cartel de la exposición 'Distrito Diógenes'.

“La idea nace pensando en personas con el Síndrome de Diógenes no como afectadas por un trastorno, sino que sufren una enfermedad fruto del mundo en el que vivimos”, explica Pablo Alamá en conversación con Somos Lavapiés. Después de explorarla desde un enfoque más teatral en un proyecto anterior, Vacío, ahora se lanzan con una concepción expositiva a la par que interactiva. “El mundo nos empuja a poseer por encima de nuestras posibilidades y las del planeta. Cuesta desprenderse de las cosas y eso afecta de forma individual, pero también de manera colectiva”, añade su cocreador.

Todo ello les llevó a plantearse “cómo vivimos, sobre todo en las ciudades: qué es basura y qué no, qué tiene valor y qué no”. De ahí el sentido de que la propia exposición “se nutra de los objetos que trae la gente”, hasta el punto de que “si sigue creciendo en algún momento no habrá espacio para albergarla, un poco lo que pasa en el mundo”. Distrito Diógenes comenzó a forjarse con bienes entregados por los propios integrantes de la Compañía CRÁTER y luego fue creciendo con otros depositados en las primeras pruebas del proyecto. Ahora se enfrenta a su primera apertura a la ciudadanía.

Según Pablo Villa Sánchez, lo paradójico es que despedirte de una propiedad puede implicar valorarla por primera vez en mucho tiempo: “Contar la historia de un objeto al desprenderte de él revela los motivos por los que lo estabas conservando. Es la propia narrativa del objeto, más allá de su utilidad práctica, lo que nos lleva a acumular. Pienso por ejemplo en el ticket del Metro que cogimos en un día muy especial. En las tarjetas que acompañan a los enseres hay patrones que dibujan las razones por las que acumulamos. Hay algo bonito en que les demos valor, pero a la vez también encarna que convertimos nuestra casa en una acumulación continua”.

Otra de las historias unidas a enseres de los que desprenderse en 'Distrito Diógenes'.

“De las historias nos sorprenden tanto las repeticiones o los puntos en común (por ejemplo la nostalgia) como las variantes, los relatos completamente diferentes que aparecen. Por eso es importante contar con gentes de todas las edades, de niños a personas ancianas. Es un rango muy grande de tanto de historias como de objetos desprendidos, desde algo que acabas de encontrar en la cartera hasta un elemento que has tenido por casa desde hace 30 años. Es bastante curioso, yo creo que si lo hacemos 100 veces va a a seguir sorprendiéndonos”, asegura el cocreador de la instalación.

Porque muchas veces ese valor reside más en las narrativas que en lo físico, de ahí la idea de organizar pujas dialécticas: “Diseñamos las subastas para que los objetos circulen, pero tenían que ser sin dinero. Hay que pujar con argumentos, de manera democrática, para ver qué ocurre si en lugar de valor económico le damos un valor sentimental a las cosas”, describe Alamá.

Cuestionar ese componente pecuario de todo objeto explica también otra actividad programada para el día 25, cuando los participantes visitarán el icónico establecimiento de la Asociación Traperos de Emaus (en el número 8 de la calle de San Cayetano). “Se dedican a recoger de las casas objetos que sus habitantes ya no quieren. Lo que pueden vender lo llevan a su tienda, sino lo trasladan a un punto limpio. Nos sirve para reflexionar sobre la acumulación en la ciudad, porque al llegar a su sede ves y sientes esa acumulación encapsulada en un único lugar. Además, nos interesaba mucho que el precio de las cosas sea en parte arbitrario. Le preguntas al dependiente cuánto vale una vajilla y te dice una cifra en función de cómo le hayas caído o de lo bien que se te dé regatear”.

Dice Alamá que precisamente les interesaba llevar su idea Lavapiés por estar cerca de El Rastro, donde se concentran “antigüedades que nunca sabes cómo han llegado ahí”. Pero además, el conjunto del barrio es una zona que “los fines de semana se llena de gente, que es céntrica pero todavía barrial, por mucho que sufra la gentrifiación”. “Se mezclan muchos temas que nos llevaban a pensar en acumulación (objetos, turistas, bares...), aunque al mismo tiempo nos planteamos llevarnos a otros barrios y ciudades. Ver qué pasa, por ejemplo, si lo hacemos en la España vaciada”, apostilla.

Imagen tomada en una prueba de la exposición 'Distrito Diógenes'.

El viernes 26, los participantes continúan su particular exploración: se dedicarán a “rescatar objetos de la basura que alguien ha creído que no valían, pero que para otra persona pueden servir”. Esos objetos se colocarán sobre un plano 2x2 del municipio de Madrid, dividido por distritos, para ver cómo queda la ciudad si todos los objetos se sitúan sobre plano encima de ella. “La idea es pensar cuántos objetos puede haber en Madrid por metro cuadrado y cuáles serían: un coche, una cartera, una maleta... Que todo eso quepa en un solo metro cuadrado a priori es imposible, pero es lo que pasa en la ciudad con tanto nivel de acumulación”.

¿Y dónde queda en todo eso ese aspecto de sobreposesión digital que también pretende cuestionar Distrito Diógenes? Alamá apunta que les preocupa igualmente “qué pasa con todas las fotos que almacenamos, los mails que enviamos o las newsletters a las que nos suscribimos, todo eso también afecta al planeta”. Una forma de escenificarlo será el traslado a la tienda de la Asociación Traperos de Emaus, que se completará siguiendo las indicaciones de un audio y sin recurrir a Google Maps. Una forma de recuperar la orientación, un paseo por la ciudad en el que reparamos en ella y nos preocupamos por su estado.

“Lo digital aparece menos en la exposición en sí, pero tiene peso en la parte itinerante”, resume Pablo Villa Sánchez. Recalca asimismo el volcado de lo que suceda a un Instagram específico del proyecto (todavía no habilitado), que funcionará “a modo de anexo”. “Durante la pieza, se insta al público a que saque fotos o vídeos (la base de la acumulación digital) y nos etiquete para acumular puntos de vista que las actividades han ido generando”, cuenta.

Porque la acumulación digital, y sus efectos contaminantes o en la promoción de la escasez de recursos, son igual de reales aunque pasen desapercibidos: “No reparas en que en tu portátil o tu móvil también hay acumulación hasta que te peta el disco duro o te quedas sin espacio”, opina Villa Sánchez. Aunque estos archivos, en cambio, no pueden despositarse en una de las tiendas con más solera de Lavapiés.

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