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Vecinos de Malasaña reclaman al Ayuntamiento la Casa del Cura para usarla como banco de alimentos del barrio

Edificio del número 1 de la plaza del Dos de Mayo, conocido como la Casa del Cura | SOMOS MALASAÑA

Antonio Pérez

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La Casa del Cura (plaza Dos de Mayo, 1) debía haberse entregado al movimiento vecinal de Malasaña el pasado enero. El edificio está prácticamente listo para ser utilizado por las distintas asociaciones sociales (38 en total) que concurrieron unidas al concurso público de cesión de gestión de este espacio a falta tan sólo de contar con su correspondiente contador de luz, un defecto que inexplicablemente lleva meses sin solucionarse y que es imputable tanto a Iberdrola, eléctrica encargada de hacerlo, como a quien no es capaz de conseguir que esta empresa cumpla con su obligación.

En ese escollo es en el que se excusa la concejalía de Centro del Ayuntamiento de Madrid para decir que aún no puede entregar las llaves de este inmueble municipal de cuatro plantas a unas asociaciones que, cansadas de largas y en mitad de una situación de emergencia social como la que ha generado la crisis del coronavirus, exigen una mayor implicación del Consistorio en este asunto.

La Junta representante de las asociaciones que gestionarán la Casa del Cura, implicada en la red de apoyo ciudadano que se ha creado en el barrio y que ya proporciona, entre otras cosas, tres comidas diarias a unas 300 personas sin recursos, asegura que el edificio se necesita con urgencia como lugar en el que almacenar las donaciones de alimentos que los vecinos se están encargando de recoger, así como nuevo punto de entrega de comida en la zona para descongestionar el comedor vecinal montado en el número 28 de la calle Espíritu Santo.

800 metros cuadrados en el limbo

800 metros cuadrados en el limbo

Ante la emergencia social provocada por el coronavirus, desde hace 10 días los vecinos han estado solicitando al Ayuntamiento, sin éxito, que agilice las gestiones que permitan la entrega inmediata del edificio, pero después de varios intentos telefónicos, este martes recibieron una contestación oficial por escrito desde la concejalía de Centro que califican como “poco satisfactoria” y “sin alternativas”: “A pesar de lo extraordinario de la situación, debemos respetar el cumplimiento de la normativa. Por este motivo, como ya os comunicó la Jefa de Servicio de Medio Ambiente y Espacio Urbano, no es posible poner a vuestra disposición la Casa del Cura, toda vez que todavía no dispone de los contadores de suministros obligatorios según la normativa”.

En resumidas cuentas, se viene a decir que no hay avances ni plazos para que los haya. Según fuentes de Centro consultadas por Somos Malasaña, “conseguir un código de suministro eléctrico para la Casa del Cura, con una ampliación de potencia, es un trámite complejo, del que se está encargando Gestión Energética del Ayuntamiento y, además, el estado de alarma ha paralizado los procedimientos y los espacios municipales están cerrados por decreto”.

En la práctica esa respuesta significa que quedan en el limbo 800 metros cuadrados de espacio dotacional público, totalmente reformados, mientras que la red barrial de apoyo a personas necesitadas se las ve y se las desea para atender a todas las peticiones de ayuda que está recibiendo y para organizar de forma segura y adecuada la entrega de alimentos y de comida que se está realizando en la zona, una labor que viene a cubrir unas necesidades inaplazables que no están siendo atendidas por unos servicios sociales del Ayuntamiento sobrepasados.

“Bien está que no se nos dé dinero para realizar una labor que correspondería cubrir al sistema público municipal de protección, ya nos hemos apañado nosotros para conseguir donaciones particulares de alimentos y de otros productos, pero sí que es exigible que la administración nos ayude de forma rápida en cuestiones como conseguir espacios desde donde seguir dando respuesta a una necesidad básica de la población como es la de comer a diario”, indica Inmaculada Castro, miembro de la Junta gestora de asociaciones de la Casa del Cura y miembro de la Plataforma Maravillas.

¿Alternativas privadas y públicas?

¿Alternativas privadas y públicas?

Sobre este aspecto, y aunque en la respuesta oficial a la petición de entrega de la Casa del Cura por parte de Centro no se ofrecía a los solicitantes espacios alternativos, desde el equipo del concejal de Centro, José Fernández, sí que han adelantado a este periódico que la Junta Municipal estaría dispuesta a habilitar temporalmente como almacén de alimentos la planta baja del centro cultural Clara del Rey (calle Palma) o que, incluso, existiría la opción de que pudieran pedir un espacio para almacenaje a la directora del colegio público Pi i Margall y que, en caso de que ésta lo aceptara, Centro atendería esa petición.

Al mismo tiempo que se negocia con el Ayuntamiento, la red ciudadana de apoyo de Malasaña está ultimando la cesión temporal de dos espacios privados para utilizarlos como almacén de alimentos: la sede de Ecologistas en Acción (Marqués de Leganés, 12) y el porche del coworking Espíritu 23 (Espíritu Santo, 23). “Una vez más la solidaridad de particulares está supliendo las carencias de lo público, pero no olvidemos que, de cerrarse estas negociaciones, esos lugares no serán más que parches con una fecha de caducidad muy próxima, mientras que en el barrio existe un edificio municipal muerto de risa que serviría para dispensar ayuda a largo plazo, porque no hay que olvidar que cuando acabe el confinamiento lo más seguro es que continúe la crisis social”, comenta Juan Carlos Ruiz, miembro de la asociación vecinal ACIBU y del grupo Cocina Acompaña, perteneciente al grupo de voluntarios locales de Cuidados Centro.

Hambre en Malasaña

Hambre en Malasaña

Como hemos venido informando en días pasados, en la zona de Malasaña, además de las organizaciones que tradicionalmente asisten a personas necesitadas como parte de su labor social habitual, caso de la Comunidad de Sant'Egidio (Iglesia de las Maravillas), Cruz Roja (calle Pozas, 14) o la Hermandad del Refugio (Corredera Baja de San Pablo), la respuesta ciudadana ante la crisis social que se ha generado durante la pandemia del coronavirus y el estado de alarma ha sido la movilización de cerca de dos centenares de voluntarios con una única misión: alimentar a un creciente número de personas necesitadas.

Este movimiento solidario se ha articulado en torno a dos iniciativas que van de la mano: el comedor social surgido en el número 28 de Espíritu Santo y sostenido gracias al grupo de vecinos que le da soporte (Malasaña Solidaria) y la red local del movimiento vecinal de ayuda Cuidados Centro, que además de colaborar con el citado comedor ha creado todo un sistema de recogida de alimentos en distintos comercios de Malasaña, en los que ha ido dejando cartelería explicativa de la acción y cajas en las que cualquier persona puede depositar alimentos que o acabarán siendo cocinados en Espíritu 28 o serán entregados sin más a solicitantes de ayuda.

Con Espíritu Santo 28 funcionando al 100% de sus posibilidades, hay vecinos del barrio que se han prestado a ayudar en labores de cocina desde sus propios domicilios, para lo cual recogen en la citada dirección ingredientes para hacer guisos y postres que al día siguiente devuelven en recipientes desechables individuales en el mismo punto. Con esta acción se reparten alrededor de 140 raciones más de comida a diario en el comedor que abrió Adrián Rojas hace ya más de un mes y al que acuden tanto personas del barrio como otras de otras zonas y de otros distritos, siendo este comedor vecinal el único punto de Madrid Centro en el que se dispensa comida cocinada caliente todos los días de la semana.

A esta labor de distribución de comida cocinada se le quiere agregar ahora la de reparto de alimentos en crudo, una ayuda que iría destinada a aquellas personas que aunque no tienen recursos para adquirir esa comida por sí mismas sí disponen de un lugar en el que prepararla y gozan de la suficiente salud para hacerlo. Si al inicio de esta crisis las personas sin hogar, enfermos y ancianos con poca movilidad eran quienes más ayuda necesitaban, a éstas se les unen ahora hogares donde lo que falta son recursos económicos.

Para palpar la necesidad que se está viviendo en la zona centro de este Madrid de 2020 no hay más que fijarse en lo que sucede en la plaza del Rastrillo cualquier día a partir de las 13.30 de la tarde y hasta que se acaba la comida: largas colas en torno a un sobrecargado comedor de Espíritu Santo 28, cuyos responsables buscan, de momento sin suerte, otro lugar en el que poder cocinar en mejores condiciones.

Siendo también conscientes de que a algunos vecinos de la zona les molesta la concentración que se produce en el entorno de personas con necesidades, dicen tratar de mejorar en la gestión de todo lo que se les ha venido encima. El lunes uno de esos vecinos llegó a denunciarlos por “reunión lúdica”, algo claramente improcedente y que la policía desestimó tras personarse en el lugar de reparto de comida.

Desde Espíritu 28 comparan lo sucedido como si a alguien se le ocurre quejarse porque tiene en su edificio a un médico: “¿A qué le estamos dando prioridad. Son sólo unas horas al día de posibles molestias. La policía sabe y supervisa lo que hacemos aquí y es algo que claramente no haríamos si las instituciones idóneas para ofrecer esta ayuda la estuvieran ofreciendo. Esto es un bien común y un bien mayor, hay que tener paciencia. Tampoco nos ha llegado el ofrecimiento por parte de institución alguna de un lugar mejor equipado y óptimo para seguir dando este servicio. La burocracia se pone por delante de las necesidad”.

La movilización vecinal que se está dando en el distrito para cubrir las necesidades básicas de alimentación de aquellas personas a las que la lucha contra el coronavirus está afectando más socialmente es un fenómeno que complementa al sistema de protección oficial sostenido desde la Junta Municipal. El pasado día 15 Centro anunciaba que desde el inicio del estado de alarma había entregado alimentos a 1.253 personas del distrito y desde el equipo del concejal especifican que tienen tres vías de ayuda abiertas que han supuesto el reparto a domicilio de 6.213 comidas y de 332 lotes de alimentos, así como la entrega de transferencias económicas por un total de 66.150 euros.



Casa del Cura, la entrega de nunca acabar



Casa del Cura | SOMOS MALASAÑA




Disponer de espacios dotacionales para el asociacionismo y la vida vecinal es una clásica reivindicación de los barrios y más en una Malasaña huérfana de ellos. Por eso se disparó la ilusión cuando en marzo de 2018 el anterior equipo municipal de Gobierno anunció que cedería, mediante concurso, el edificio público del número 1 de la plaza Dos de Mayo a un proyecto gestionado por los propios vecinos. Nadie podía pensar por aquel entonces que dos años después aquella promesa aún no se hubiera materializado y menos aún por una razón en apariencia tan trivial como la falta de unos contadores eléctricos. En cualquier caso, de haberse hecho de otra manera las cosas, la red de apoyo vecinal movilizada para dar de comer a personas y familias necesitadas que hoy busca con desesperación un local en el que almacenar y repartir los alimentos que están consiguiendo que se donen en el barrio no tendría ese problema y podría hacer crecer aún más la gran labor que ya de por sí están desarrollando.

Aunque el edificio llegó a ser utilizado un breve tiempo por la agrupación de asociaciones que obtuvo su gestión, entre abril de 2019 y julio de ese mismo año, unas obras de instalación de ascensores, para hacerlo accesible a cualquier persona, hizo que los obreros del Grupo Ortiz, concesionaria de los trabajos, volvieran a tomar posesión del inmueble.

Las obras fueron finalizadas a finales del pasado año y el ayuntamiento recepcionó el edificio en el mes de enero, fecha en la que éste debió de ser entregado a los vecinos. Sin embargo, faltaba un pequeño detalle: los dichosos contadores de la luz.

Gemma Martín, jefa de obra del proyecto indica que el Grupo Ortiz cumplió con los plazos a los que por contrato se había comprometido y si se busca responsable de la demora de que el edificio esté ya en manos de quien corresponde sólo cabe mirar hacia la eléctrica Iberdrola, responsable del suministro del edificio. "Tienen toda la documentación necesaria por nuestra parte para colocar los contadores de luz, pero las eléctricas se toman todos los trámites con mucha calma y les da igual que el cliente sea un particular o el Ayuntamiento de Madrid. En ocasiones, acabamos una obra y vienen a poner los contadores un año después", indica Martín.

Así pues, en manos del Ayuntamiento está ahora el tratar de que Iberdrola cumpla lo antes posible con su deber y, según fuentes del equipo del concejal de Centro, el área de Gestión Energética está en ello. Esas mismas fuentes aprovechan para indicar que todo este trámite se ha complicado aún más porque el anterior equipo de Gobierno se habría apresurado al entregar el edificio a las asociaciones vecinales en abril de 2019, cuando los contadores eléctricos del mismo no habían sido separados del de la vecina iglesia de Maravillas, por lo que Iberdrola abrió un expediente por fraude al haberse usado luz de ese edificio enganchánse a un suministro que no le correspondía.

Iberdrola, instada por redes sociales a dar una pronta solución a esta situación, tan sólo ha ofrecido buenas palabras por el momento. Desde las asociaciones vecinales del barrio creen que quizá haciendo ver a la compañía que su aparente indolencia implica que, en estos tiempos especialmente difíciles, menos personas necesitadas puedan recibir alimentos lo mismo ayuda al gigante eléctrico a moverse con más agilidad. Desde Centro descartan por completo utilizar de ninguna manera el edificio sin un contador de luz propio.
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