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El palacio isabelino que echó a La Central reabre con un museo del videojuego después de cambiar de dueño

Fachada del palacio isabelino en el que se ubicará OXO Madrid

Nerea Díaz Ochando

Madrid —
5 de octubre de 2024 14:00 h

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Antes de que termine 2024, Madrid contará con una novedosa apertura: su primer Museo del Videojuego. El proyecto llegará a la capital en noviembre y abrirá sus puertas en un emblemático edificio del centro de la capital, el palacete isabelino que hasta hace poco ocupaba La Central en el número 8 de la calle Postigo de San Martín.

La antigua ubicación de la mítica librería en Callao se convertirá en la sede madrileña de OXO, que ya cuenta con otra sucursal en Málaga desde enero de 2023. El museo nace con la intención de convertirse en un espacio destinado a la conservación y divulgación del videojuego, donde el público podrá conocer tanto el pasado como el futuro hacia el que se dirige este sector. Será el “hermano menor” del museo malagueño, que se mantendrá como la sede principal.

OXO Madrid contará con una exposición permanente dedica a los 70 años de historia del videojuego, con piezas de arcade y consolas. Además, las instalaciones del museo acogerán exposiciones temporales, así como una agenda cultural llena de talleres, eventos, cursos y presentaciones. El museo se centrará también en el apoyo a la creación de videojuegos y buscará convertirse en el nexo de unión entre creadores y consumidores.

El enclave elegido para abrir sus puertas contrasta con el contenido del museo, ya que, lejos de ser un espacio moderno y futurista en consonancia con el mundo de los videojuegos, se trata de un palacete del siglo XIX. A la hora de escoger la sede, los impulsores de OXO se han decantado por mantener una misma línea que en su sucursal malagueña, que se encuentra en la plaza del Siglo, en pleno centro histórico de la ciudad.

El edificio en el que se instaló la sede de Málaga es propiedad de la Diputación provincial y salió a concurso después de que fracasara por completo el Centro de Arte de la Tauromaquia que montó en este mismo enclave el empresario Juan Barco en 2015. La empresa tecnológica Kaiju fue la única que concurrió al concurso y mejoró sustancialmente el canon anual mínimo exigido por la institución supramunicipal, aumentando la oferta de los 87.259 euros que pedía la Diputación a los 114.759 euros ofrecidos por la firma durante 30 años, prorrogables hasta 75.

La propuesta era arriesgada pero Kaiju se volcó de lleno con el proyecto y han recogido sus frutos en el primer año de apertura con más de 120.000 visitantes. El museo se ha convertido en un proyecto pionero en la ciudad de Málaga, que no contaba con nada similar y se ha puesto a la cabeza en la promoción de la realidad virtual como arte y entretenimiento.

OXO Museo Videojuego Madrid es una iniciativa privada que cuenta con el apoyo de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI) y la Asociación Española de Empresas Productoras y Desarrolladoras de Videojuegos y Software de Entretenimiento (DEV). Detrás del proyecto se encuentra Javier Ramos, CEO de Kaiju Entertainment, la empresa inquilina del inmueble. El grupo también cuenta con un estudio (Kaiju Games) y una escuela de enseñanza enfocada al desarrollo de videojuegos (EVAD).

Después de alcanzar el éxito en la ciudad andaluza, la empresa impulsora ha decidido dar el salto a la capital, donde abrirá el próximo mes de noviembre - aún no se ha concretado la fecha exacta - en un edificio que era una casa palacio de la época isabelina con seis plantas y 1.220 metros cuadrados, construido en 1863 por José María Guallart Sánchez y con una gran historia entre sus paredes. Su importancia histórica es tal, que se tuvo que tramitar un permiso especial para ser reconvertido a edificio comercial antes de la instalación de la icónica librería madrileña de La Central, su antigua inquilina.

La expulsión y mudanza de La Central

La inauguración del nuevo Museo del Videojuego en la antigua sede de La Central pondrá fin a más de un año de incógnita. El cierre de la mítica librería generó expectación por su incierto futuro, hasta que hace unas semanas saltó la noticia de la apertura de OXO, pero hasta llegar aquí el proceso ha sido bastante turbulento.

En junio de 2022, el emblemático palacio isabelino salió a subasta. El inmueble estaba alquilado a La Central, aunque era propiedad de dos compañías de origen aragonés, Marblestar e Inmuebles Postigo, que recibieron el inmueble en herencia. La Caja Rural de Aragón Sociedad Cooperativa de Crédito (Bantierra) les reclamaba algo más de 8,5 millones de euros y para recuperar su dinero, Bantierra recurrió a los tribunales. Para saldar la deuda, el Juzgado de Primera Instancia Número 32 de Madrid instó a la ejecución hipotecaria y la subasta de este edificio.

El palacio salió a subasta por 10,8 millones de euros, pero finalmente fue adjudicado por 11,35 millones de euros, un 5% por encima del precio fijado, a una empresa sin identificar. El cambio de caseros, obligó a La Central a mudarse de forma precipitada e inesperada de la que había sido su sede durante los últimos diez años.

La subasta especificaba que la nueva propiedad podría o no subrogar el contrato de alquiler que La Central mantenía con los dueños con los que firmó su instalación en este espacio, que había restaurado y decorado para albergar la librería. Después de varios meses de negociaciones, la librería se vió obligada a tomar la decisión de abandonar el palacio.

“Nos hemos topado con disputas entre terceros, fuera de nuestro alcance”, explicaban desde La Central en un comunicado enviado a sus clientes. “Tal vez estas disputas resulten muy normales en la vida del llamado «sector inmobiliario» –embargos, pleitos, subastas, nuevos propietarios con nuevas ambiciones– pero pueden volver inviable la continuidad de un proyecto como el nuestro, al menos tal como la hemos venido desarrollando hasta ahora; por ello, ahora ha llegado el momento en el que tendremos que cambiar de local, no nos queda otra”.

A principios de 2023, La Central se instaló en en un local justo enfrente de su antiguo emplazamiento, en el número 9 de Postigo de San Martín, mucho más pequeño que el palacio pero en el que, “como en las pastillas de caldo”, consiguieron concentrar todo el sabor de las sede anterior. Ahora, después de más de un año cerrado el público, la fachada del palacio dejará de estar vacía para ser ocupada por el nuevo museo. El proyecto representará un nicho que hasta ahora no tenía sede fija en Madrid, exceptuando las convenciones de videojuegos, y promete convertirse en un punto de referencia en el sector.

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