Los escritores Caballero Bonald y Fernando Quiñones se reencuentran con placas en su casa de la Dehesa de la Villa
No es habitual que una misma pared tenga dos placas conmemorativas de vecinos conocidos (y mucho menos que esta coincidencia se dé fuera del centro de la ciudad). Es lo que desde hace pocos días sucede con los escritores Caballero Bonald y Fernando Quiñones, ambos nacidos en la provincia de Cádiz en 1930.
El pasado 8 de octubre se colocaron sendas placas amarillas –de las que señalan en Madrid los lugares relevantes y casas que fueron habitadas por personas notables– en el número 5 de la calle de María Auxiliadora, donde vivieron. En el acto estuvieron presentes, entre otros, familiares de los dos escritores y el poeta Luis García Montero, director del Instituto Cervantes.
El edificio de viviendas está situado a orillas de la Dehesa de la Villa (en el distrito de Moncloa-Aravaca, muy cerca de los límites del de Tetuán) y la colocación de las placas fue solicitada por los vecinos del edificio en 2022.
Ya hicimos referencia a la intensa relación de vecindad de José Manuel Caballero Bonald con la Dehesa de la Villa con motivo de su muerte en 2021. Los pinares del bosque urbano fueron parte de su etapa madrileña y aparecen en su volumen de memorias La costumbre de vivir. El luego Premio Cervantes llegó al barrio en 1963,, precisamente después de conocer el vecindario en una visita a Fernando Quiñones, que ya vivía allí.
Ambos autores, andaluces y vecinos en María Auxiliadora, compartían temas y época, como pone de manifiesto el libro de Luis Pascual Cordero Caballero Bonald y Quiñones: viaje literario por Andalucía.
Vivieron también en el grupo de edificios de María Auxiliadora otros literatos y artistas como la pareja de ceramistas Arcadio Blasco y Carmen Perujo, José Ramón Ripoll o Paco Brines, otro Premio Cervantes que nos dejó el mismo año que Caballero Bonald.
Durante la inauguración de las placas el poeta Luis García Montero tuvo tiempo para recordar también estancias pasadas en el lugar: “Al entrar me ha emocionado porque la primera vez que vine a esta casa era en el año 1985, cuando los jóvenes queríamos hacer un homenaje a la generación del 50”.
Un hijo de Quiñones y una de las hijas de Caballero Bonald leyeron poemas de sus padres, haciendo revivir con sus palabras el ambiente literario cuya memoria pretenden conservar las placas recién inauguradas.
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