En la calle Cuevas, cerca de la estación de Metro de Tetuán, conviven las últimas casas bajas del barrio con otras más nuevas. La zona lleva años en un permanente cambio inacabado, lo que se ve bien en la contigua Marqués de Viana, donde acaban de aparecer sendos rascacielos de 24 plantas que contrastan con casas bajas posadas sobre la vieja alineación de la calle.
Pero el proceso de cambio del barrio no afecta solo a las viejas paredes de ladrillo, lo hace también, a veces de manera silenciosa, con las personas. El número 25 de la calle es un edificio nuevo, que se construyó con siete apartamentos pequeños y modernos para alquiler de un perfil de inquilino joven, de clase media. En respuesta a la eterna promesa del mercado de un Tetuán bien comunicado con el centro y las áreas de negocios del norte. Sin embargo, el pasado verano el inmueble cambió de manos y la nueva propiedad comunicó a los inquilinos que en diciembre se extinguirían los contratos para hacer una reforma del edificio. La mayoría se fueron marchando a pesar de tener los contratos en vigor, aunque todavía queda una inquilina que se aferra a su contrato y negocia con la propiedad.
Coincide que en el número 23, pared con pared, la sombra del desahucio también se cierne sobre los actuales habitantes del edificio. Como para los vecinos del 25, diciembre era el lugar del calendario que señalaba su fecha de salida. De hecho, tenían fecha de desahucio para este viernes 13 de diciembre pero las gestiones de la Organización de Vivienda de Tetuán han conseguido este miércoles un aplazamiento en el juzgado hasta nuevo aviso. La comunidad migrante y queer de una veintena de personas que lleva okupando la finca desde 2022 se había enterado el pasado mes de octubre de la fecha del desahucio. Se quejan de que no han recibido notificación alguna, visita de servicios sociales ni de VALTOF PATRIMONIAL INVESTMENTS SL, el fondo que por el momento es propietario.
Blanca, una de las vecinas, cuenta que “el edificio lleva okupado desde hace dos años”. Los primeros habitantes de la finca llegaron en septiembre de 2022, unos jóvenes marroquíes que ya tenían acogida en otro sitio okupado. Los habían echado y necesitaban una alternativa. Después llegaron Blanca y sus compañeras. “Nosotras somos un grupo de chavalas que simplemente okupamos por ideología, aunque también por necesidad, pero nada equiparable a la necesidad de estos chicos”, relata en conversación con este periódico.
El edificio estaba totalmente destruido por dentro cuando entraron. “Un vecino de la zona nos dijo que el propietario había contratado a algunos obreros para que lo destrozaran y fuera inokupable porque ya había habido un intento de okupación antes”, indica la joven. A su llegada se encontraron con un montón de escombros de todas las cosas que habían destrozado con la intención de paralizar las okupaciones. La instalación eléctrica no funcionaba, tampoco había agua y muchas paredes estaban a punto de caerse.
Blanca y sus vecinos se pusieron manos a la obra y consiguieron acondicionar la finca, levantar paredes para hacer habitaciones e incluso reactivaron el suministro eléctrico y el agua potable. Los vecinos de Cuevas 23 se enorgullecen de su trabajo: “Llevaba años deshabitado pero poco a poco conseguimos hacer de estas cuatro paredes nuestro hogar”.
Desde entonces, han estado viviendo en el edificio sin ningún tipo de problema y sin recibir denuncias. “Solo vinieron a identificar una vez al principio a una persona pero nunca ha llegado a nada más”, señala Blanca. Ahora, después de dos años de convivencia pacífica hace poco más de un mes recibieron la noticia de que tenían que abandonar el edificio: “Nos enteramos de que había una orden de desahucio y que se había celebrado un juicio y nos echaban”.
Ni Blanca ni sus vecinos habían recibido ninguna notificación previa, ni sobre el juicio ni sobre el desahucio, por lo que les pilló totalmente por sorpresa la noticia. Desde ese día todo ha sido una carrera por buscar alguna alternativa habitacional para las veinte personas que viven en el edificio, algo que consideran “imposible” con el margen de tiempo que les han dado.
Desde la Organización de Vivienda de Tetuán explican que consiguieron hablar con el administrador de la sociedad para intentar negociar una salida o ganar algo de tiempo para la gente más vulnerable pero no se ha mostrado interesado. “Solo queremos dos meses. Le hemos dicho que nos diera algo más de margen para encontrar una alternativa para todas las personas que somos”, denuncia Blanca. La respuesta por parte del fondo que gestiona la finca fue un rotundo “no” a pesar de la situación en la que se encuentran los vecinos y de la posibilidad de que alguno de ellos pueda quedarse en la calle en pleno invierno. “Les da igual todo, quieren liberarse ya del edificio”, asegura la joven.
El caso de Cuevas 23 y 25, visto en conjunto, explica la complejidad y las diferentes aristas del problema de la vivienda en el distrito de Tetuán. Ambos son “un caso de gentrificación de manual”, dicen desde el grupo de vivienda, pero una mirada conjunta muestra la complejidad de un problema que puede afectar –esto es, expulsar– a los vecinos de muy distintas maneras.
Los militantes constatan cómo está cambiando el distrito a pasos agigantados y ven con preocupación nuevos polos de atracción del capital como Madrid Nuevo Norte (conocido como Operación Chamartín). “Pone a Tetuán en el punto de mira de los inversores, estamos preparando estrategias para enfrentarlo”, explican. Sin embargo, advierten que la mayoría de los casos de desahucio que les llegan implican a pequeños propietarios no a grandes tenedores, “lo que hace más difícil enfrentarnos a ellos”.
Algunos, como es el caso de Blanca, han encontrado alguna opción temporal: “Yo de momento tengo casa y sé de otras tres personas que tienen alternativa, pero la inmensa mayoría no”. El principal hándicap es que buena parte de los vecinos de Cuevas 23 están en situación irregular. La mayoría cuentan con permisos de estudio o trabajo, pero hay algunos que no y eso es un gran problema a la hora de buscar casa. Blanca considera que les va a ser imposible conseguir un alquiler: “Si no es por una cosa, será por otra, pero nunca van a cumplir los requisitos”.
De momento, el desahucio se ha aplazado pero el proceso sigue adelante. Si se efectúa el desahucio, algunas de las personas que viven en el edificio se irán a una asociación con la que estaban en contacto. Otros buscarán refugio en las casas de amigos o familiares. Pero otros muchos se quedarán en la calle. Desde Cuevas 23 piden tiempo, más tiempo para encontrar una alternativa.