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Habrá placa a los represaliados en la checa del Europa pero no para las bombardeadas en el mercado de las Fuencarraleras

Labores de desscombro tras bombardeo en Tetuán

Luis de la Cruz

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El pasado viernes, 16 de diciembre, se cumplieron 86 años del terrible bombardeo de la aviación franquista sobre el mercado de la calle Marqués de Viana, en Tetuán, popularmente conocido entonces como Mercado de las Fuencarraleras por la procedencia de muchas de las vendedoras, famosas por llevar sus productos de huerta a los mercados madrileños.

Las pesadas bombas cayendo desde la panza de los aviones sobre la población civil causaron importantes destrozos en las casas de Tetuán y se cobraron decenas de víctimas. Otros vecinos, cayeron ametrallados por los cazas. Es difícil conocer el balance final de víctimas, pero se habló entonces de medio centenar de muertos y 250 heridos, de los cuales probablemente muchos acabaron engrosando la columna contable más trágica.

Se trata de un episodio poco conocido de la batalla de Madrid, a pesar de que existen fotografías del horror vivido aquellos días y testimonios escritos sobre los bombardeos en Tetuán, como los de los reporteros soviéticos Ilya Ehrenburg y Mijail Koltsov, o el relato, escrito años después sobre el recuerdo infantil del periodista Eduardo Haro Tecglen, que visito con su padre la zona devastada.

Una de las instantáneas de los bombardeos de Tetuán sirvió de referencia a Pablo Ruiz Picasso para la viñeta 17 del grabado Sueño y mentira de Franco, expuesto junto al Guernica en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937. En esta misma Exposición Universal, que la República utilizó como altavoz internacional, los asistentes también pudieron ver Madrid, Tetuán de las Victorias y Bomba en Tetuán, de los pintores Jesús Molina García de Arias y Santiago Pelegrín.

En los últimos años, el historiador y vecino de Tetuán Antonio Ortiz ha llevado acabo una intensa labor de recuperación de la memoria de Tetuán durante la guerra y suele referirse al episodio. Este curso político, además, los ecos del bombardeo del Mercado de las Fuencarraleras llegaron al Pleno Municipal del distrito. Fue el pasado mes de noviembre, a través de una proposición memorialista del grupo Más Madrid que pedía:

–“La creación en la Calle Marqués de Viana, en las cercanías al antiguo Mercado de las Fuencarraleras, de un espacio conmemorativo y de recuerdo, en memoria a las víctimas del bombardeo del 16 diciembre de 1936 y a TODOS los hombres y mujeres víctimas de la Guerra Civil y la represión franquista”.

–“Que el diseño y la naturaleza de tal espacio, monumento o lugar de memoria, así como los textos que lo acompañen, sean fruto del trabajo consensuado entre entidades de memoria histórica e historiadores, cuya línea promueva los valores básicos de la convivencia y respeto democráticos”.

Para la elaboración de la propuesta, el vocal vecino Javier Sulleiro elaboró un estudio sobre el tema que hizo público en internet –de donde salen la mayoría de datos de este artículo­– y un vídeo con fotografías custodiadas en el Archivo Fotográfico de la Delegación de Propaganda de Madrid (Archivo Rojo) que se pasó en la propia Junta Municipal mientras se exponía la iniciativa.

Pese a que el texto incluía explícitamente la necesidad de honrar a todas las víctimas de la guerra y la dictadura, fue rechazada por los grupos de la derecha. La Concejala Presidenta Blanca Pinedo Texidor (PP) explicó su posición contraria a la Ley de Memoria Democrática, “pactada con etarras”. En su intervención, los portavoces de VOX y el Partido Popular hicieron referencia a las víctimas de la checa del Cine Europa, en Tetuán, además de a los hechos de Paracuellos del Jarama y otros episodios de la represión en la retaguardia republicana.

Sin embargo, en los próximos presupuestos para la ciudad de Madrid aparece una partida de 5000 euros destinados a colocar una placa en memoria de los represaliados en el centro de detención anarquista –comúnmente conocido como checa– situado durante la guerra en el 150 de la calle Bravo Murillo (la tienda de saneamientos Eugenio Pereda, entonces Cinema Europa).

El proyecto de colocación de la placa conmemorativa salió elegido en los pasados presupuestos participativos a través de una vía excepcional. Las propuestas más votadas fueron Red de caminos escolares seguros en Tetuán , Ilumina Tetuán y Árboles en Almenara y Valdeacederas. Entre las tres, agotaron prácticamente el presupuesto asignado al distrito, del que restaron solo 565 euros.

Quedaron fuera de la edición otros proyectos, como un estudio para establecer una Red de caminos escolares seguros en Tetuán y Árboles en Almenara y Valdeacederas, pero se incluyó como cuarto proyecto aprobado la colocación de la placa en el antiguo Cine Europa.

Según explicó el Ayuntamiento a este medio, se establecieron una serie de criterios para que los remanentes no se desaprovecharan, repartiendo el dinero sobrante entre los distintos distritos. Pero, al menos en el caso de Tetuán, la inyección económica solo alcanzaba para los 5000 euros necesarios para la colocación de la placa, que obtuvo 269 votos favorables y 145 en contra (fue la propuesta que más votos negativos atesoró).

El curso político traerá a Tetuán, pues, el reconocimiento a las víctimas de derechas que fueron asesinadas en la retaguardia madrileña, pero no la de los civiles sin filiación política conocida abatidos durante los bombardeos a la población civil en diciembre de 1936.

Actualmente, existe en el fabuloso edificio racionalista de Luis Gutiérrez Soto una pequeña placa, instalada a título privado, que recuerda la vida anterior como cine del inmueble. Nada hace referencia al centro de detención, donde se practicaron durante la guerra ejecuciones extrajudiciales, ni tampoco al resto de la peripecia de un edificio donde cabe la historia de todo el siglo XX político del país. Su carácter de gran escenario político en el Madrid de la Segunda República hizo que se celebraran allí grandes asambleas sindicales y mítines de casi todos los grupos políticos. Durante el franquismo, se convirtió en punto destacado del imaginario falangista por ser el primer lugar donde sonó públicamente el Cara al sol. En sus butacas también coexistieron, durante la Transición, espectadores de las sesiones de cine de barrio y asistentes a mítines o festivales del momento. Por allí han pasado Unamuno, Largo Caballero, José Antonio Primo de Rivera, Cipriano Mera, La Pasionaria, Carrillo o Marcelino Camacho, entre otros.

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