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Tres Cantos independiente 30 años después: el urbanismo franquista que dio paso a una de las ciudades más ricas

Uno de los sectores clásicos de Tres Cantos, recién pavimentado

Alberto Ortiz

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Un grupo de vecinos se reunió este lunes ante una serie de portadas históricas de un diario local. Una de ellas, con un titular especial: “Aprobada la segregación”. Un fotógrafo retrató el momento: una veintena de los primeros habitantes de Tres Cantos reunidos de nuevo para celebrar el 30 aniversario de la independencia de la ciudad madrileña, aprobada el 21 de marzo de 1991. 

La exposición, un recorrido por las portadas más importantes del diario Norte Tres Cantos en estas tres décadas, ha sido uno de los numerosos eventos organizados en la ciudad para recordar una hazaña singular. Al separarse de Colmenar Viejo, Tres Cantos se convirtió en el primer municipio segregado de España. Hoy es una de las localidades con mayor renta per cápita del país, un polo de industrias farmacéuticas y la sede del primer centro de producción de Netflix en Europa. 

Uno de esos vecinos originales es Gabriel Muñoz, que llegó a la ciudad en 1984, cuando el lugar era una urbanización en construcción. Vivía en Carabanchel, en la zona sur de Madrid, y tardaba más de 45 minutos en llegar hasta su lugar de trabajo en Nuevos Ministerios. Cuando conoció el proyecto, no lo dudó mucho. “Eran viviendas más baratas que en Madrid, de tres o cuatro habitaciones, a pocos kilómetros en coche y los de la inmobiliaria te vendían que aquí pulsabas un botón y estabas en el centro de salud, pulsabas otro y estabas en el colegio”, cuenta. 

Muñoz pasea por la ciudad en su coche y repasa con detalle la evolución que ha vivido el municipio a lo largo de estos años. Hoy es un conglomerado urbano de más de 48.000 habitantes, mucho espacio verde y bien comunicada con la capital. Sin embargo, cuando llegaron los primeros inquilinos no había nada de aquello: faltaba línea de teléfono, alumbrado o saneamiento. 

La urbanización había sido pensada por el Ministerio de Vivienda del franquismo en la década de 1960. Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia experimentaban un crecimiento espectacular a raíz de las migraciones internas, del campo a la ciudad, y el Gobierno se inspiró en las ‘new towns’ para construir nuevos proyectos urbanísticos y solucionar así los problemas de vivienda a los que se enfrentaban. 

“Las ‘new towns’ comenzaron a desarrollarse a partir de la Segunda Guerra Mundial alrededor de ciudades como París o Londres. Eran un plan para descongestionar las grandes urbes”, explica Donato Fernández Navarrete, catedrático y coautor junto a Mónica Egea del libro ‘Tres Cantos, 20 años de historia’. Ambos fueron habitantes primigenios de Tres Cantos y actores destacados de su proceso de segregación. 

En el libro, Fernández y Egea se centran en los años previos a la independencia. El Ministerio de Vivienda, a través del Instituto Nacional de Urbanización (INUR) puso en marcha las Actur (Actuaciones Urbanísticas Urgentes), con el objetivo de crear ciudades autosuficientes en las periferias de las ciudades más densificadas. El Tres Cantos inicial formó parte de este plan.

Para ello, el Estado expropió un terreno en la frontera entre el norte de Madrid y el sur del municipio de Colmenar Viejo con el objetivo de edificar un núcleo de 36.000 viviendas y 150.000 habitantes. “Se expropian los terrenos en una ubicación ideal, teniendo en cuenta la distancia con Madrid, que los terrenos eran baratos y estaban rodeados de parques, una zona sísmicamente segura y bien comunicada por carretera, que tiene dos grandes líneas de alta tensión y donde confluyen varias ramas del Canal de Isabel II”, detalla. 

A partir de la expropiación, se crea una empresa pública en 1976, Tres Cantos S.A., que se encarga del desarrollo urbano. La corporación vende los terrenos a diferentes cooperativas que se encargan de la construcción de las viviendas, distribuidas en “sectores” o manzanas. “Según el plan diseñado, los sectores tenían que tener un tercio edificado aproximadamente, un tercio dedicado a espacios verdes y otro a instalaciones públicas (colegios, centros de salud, centros deportivos…)”, cuenta Fernández.

Esos sectores originales se ubican en el centro de la ciudad, alrededor de un parque enorme. “Todo el sector lo compraba una misma cooperativa y la cooperativa edificaba. Había cooperativas de militares, de gestores administrativos, de sindicatos, de funcionarios, etc.”, cuenta Muñoz mientras recorre el de “Embarcaciones”, en el que vivió originalmente. “Tiene más de 774 viviendas, comercios y oficinas. Pueden vivir unas 2.000 personas aproximadamente”, dice. Dentro del sector, en la parte destinada a las dotaciones públicas, hay un colegio y un centro deportivo. 

El problema llegó con la resaca de la crisis del petróleo de 1973, que tuvo un impacto significativo en la construcción. Muchas de las cooperativas fracasaron y la llegada de población del interior rural hacia Madrid se frenó. “Se empieza construyendo la ciudad pensando en un mamotreto de 150.000 habitantes con la idea de que Madrid se iba a expandir de manera ilimitada, pero con la crisis eso termina no pasando. Lo que estaba previsto era carísimo y se piensa incluso en parar el proyecto”, cuenta el catedrático. 

Tres Cantos, como proyecto, estuvo en vilo varios años. Hasta que la flamante Comunidad de Madrid, con el socialista Joaquín Leguina como presidente y Eduardo Mangada como consejero de Ordenación del Territorio y Vivienda, replantea el proyecto y, cuenta Fernández, cambia radicalmente la idea. “Se hacen chalets en medio de la ciudad, el parque central se reduce un montón de hectáreas y se vende el terreno tanto a cooperativas como al que lo compre”, dice. 

Al pasar por la calle Bodonal, Muñoz señala a ambos lados de la carretera. “A un lado tienes Embarcaciones y al otro un sector de la segunda fase -la de la remodelación de Mangada-. En un lado hay espacios verdes, distancia de los edificios con la carretera, y en el otro, los chalets ya al pie de la calzada. Al meter chalets, como hay menos densidad de población, hay menos zonas de dotaciones públicas. Es más gestión económica, más beneficio privado. Otra idea”, cuenta. 

En concreto, la remodelación del Gobierno socialista consistió en la reducción del plan de 36.000 viviendas a 10.000. También se decidió instalar el Parque Industrial de Tecnología Avanzada (PITA) y se consiguió atraer a la multinacional AT&T (American Telephones and Telegraphs) para que construyera una planta a las afueras de la ciudad, en lo que fue el inicio de la expansión industrial tricantina. 

La unión vecinal y el camino hacia la independencia 

El crecimiento de Tres Cantos en los 80 se produce bajo el control político de Colmenar Viejo, un municipio de tradición agrícola y ganadera que en ese momento rondaba los 30.000 habitantes y que empezaba a mirar con suspicacia a su urbanización del sur. Tres Cantos se llenaba de familias de funcionarios, empresarios y trabajadores de las industrias que se iban instalando en el perímetro de la ciudad, una clase media acomodada. 

“A mediados de los años 80 la ciudad tenía unos 10.000 habitantes y comenzaba a demandar servicios a Colmenar que los vecinos entendían que no estaban cubiertas”, dice Fernández. Esas reivindicaciones fueron la piedra angular para el surgimiento de la Asociación de Vecinos de Tres Cantos, de la que Muñoz fue parte desde sus inicios y de la que actualmente es vicepresidente. “Se empieza a generar un caldo de cultivo de que Colmenar no nos atiende. Colmenar es un pueblo rural y ganadero, no tiene industria como tiene Tres Cantos y tienen cierta envidia de que aquí las cooperativas te hacían un polideportivo, una guardería, un colegio”, cuenta. 

“La Asociación de Vecinos estaba formada por muchos vecinos de diferentes ideologías, pero todos coincidían en que había que cumplir ciertos compromisos de servicios públicos y fue el aglutinante de las demandas ciudadanas”, añade Fernández. “Es el primer foco político. Se empiezan a reunir en el bar ‘Velázquez’ y de ahí surge el germen de la independencia”, dice. 

Ese sentimiento vecinal generado, en palabras de Fernández, por el “estado de necesidad”, galvaniza en la creación de un partido político de vocación localista llamado Tres Cantos Unido (T.C.U.). Fernández militó en la formación en sus inicios y elaboró su primer programa. “La razón de ser de ese partido era conseguir la segregación de Colmenar”, recuerda. Así, T.C.U. concurrió por primera vez a las elecciones en 1987. El partido obtuvo tres concejales que le sirvieron para espolear el proceso de independencia. 

En 1988, T.C.U. y PSOE se aliaron para sacar adelante una moción de censura en el Ayuntamiento de Colmenar y sacar así a Alianza Popular del poder. El partido localista le dio los votos necesarios a los socialistas a cambio de que impulsaran el proceso de independencia de Tres Cantos, que se consumó finalmente en el 21 de marzo de 1991. T.C.U. ganó las primeras elecciones y el primer alcalde de Tres Cantos fue Antonio Osuna.

“La independencia supuso mucho. Primero solucionó el problema a futuro con Colmenar. Después, al hacerse cargo paulatinamente el Ayuntamiento de las funciones de Tres Cantos S.A., el desarrollo industrial se va potenciando y la ciudad va creciendo mucho más”, cuenta. 

Miguel Aguado, que fue concejal socialista del municipio y más tarde diputado de la Asamblea de Madrid, reconoce la lógica del triunfo de Tres Cantos Unido: “Tenía su razón de ser, porque en Colmenar había una visión de que se gobernaba con la idea de sacar la pasta a los pijos de Tres Cantos. Decían que con los impuestos de Tres Cantos se pagaba una plaza de toros y aquí no había ni teléfono”. 

Igual que Muñoz y Fernández, Aguado atribuye el éxito inicial del partido y de la segregación al espíritu vecinal, que se dio, dice, no solo por la rivalidad contra Colmenar sino, también, por un “espíritu de luchar por lo público”. “Ahora parece que el modelo de cooperativas está denostado, pero se generaron cooperativas de vivienda en ese momento que permitieron que gente de clase media tuviera acceso a una vivienda de calidad, con infraestructuras bien hechas. Sobraba pasta y se destinaba a las dotaciones, a hacer un instituto, una piscina, un polideportivo”, explica. “Esta ciudad surgió desde un modelo de cooperativa participativo y funcionó”, cierra. 

Hegemonía del PP y el ‘boom’ inmobiliario

Lo irónico de esta historia es que con el paso de los años, el partido que más se opuso a la segregación de Tres Cantos (Alianza Popular y posteriormente el Partido Popular) ha acabado siendo una fuerza hegemónica. “El único que se opuso a la segregación fue el PP -AP-, que luego ha estado gobernando la mayor parte del tiempo”, dice Fernández. T.C.U consiguió gobernar varias legislaturas más, aunque acabó siendo un partido bisagra y, posteriormente, desapareciendo. Desde 2007 gobierna el PP y su actual alcalde, Jesús Moreno, ostenta el cargo desde 2012.

Este cambio político tiene que ver con la mutación sociológica de una ciudad con un poder adquisitivo notable que ha ido creciendo con los años. Pero este cambio de tendencia no tiene que ver únicamente con el bolsillo, opina Fernández, sino también con los cambios urbanísticos que ha experimentado especialmente en las dos últimas décadas. “La mayor parte del desarrollo norte de la ciudad está ocupada por los hijos de los vecinos originales, que se han ido a vivir al extrarradio, donde se ha construido una idea de ciudad que supone diluir el concepto de la conciencia ciudadana”, comenta. 

Aguado señala hacia la parte moderna de la ciudad, el Nuevo Tres Cantos: “Aquí vas caminando por muchísimos sitios. Es peatonal casi todo, ves el parque, la sierra. Allí no tanto. Podrías estar en Alcobendas, en Getafe o en Esplugues. Nadie quiere una tienda debajo, para ir a por el pan tienes que coger el autobús. Son más modernos y bonitos, quizás, pero infinitamente más caros. Esto es una ciudad, lo otro es un conjunto”, opina. 

La configuración del Nuevo Tres Cantos es radicalmente distinta a la ciudad original. Mientras los sectores centrales se distribuyen alrededor de un parque, dominan los espacios verdes y hay colegios y polideportivos desperdigados por la ciudad, en la parte nueva apenas se advierten edificios públicos y las colmenas de edificios se extienden hacia arriba. 

“El Nuevo Tres Cantos lo sacan a concurso para dárselo a constructoras privadas y acaba ganando el concurso FCC. El diseño urbano en teoría lo hace la empresa pero en la práctica hay menos servicios, menos dotaciones, apenas hay colegios o institutos. Entonces, la gente de la parte nueva si quiere llevar a sus hijos al colegio viene aquí. Se pierde esa idea original de la peatonalidad, la cercanía”, expresa Muñoz. 

Lo que no ha perdido la ciudad es su capacidad para atraer a grandes empresas. Aunque AT&T se quedó durante dos décadas finalmente se marchó en medio de un proceso de deslocalización hacia países asiáticos. Sin embargo, la ciudad sigue siendo un polo farmacéutico muy importante, con plantas de Normon, Biomed o Merck, y desde hace unos años alberga el segundo centro de producción de Netflix más importante en Europa. Nivea, Repsol, Movistar, Siemens, Michelin o Danone también están instaladas en suelo tricantino.

A pesar de todo, Tres Cantos sigue siendo una muy buena ciudad para vivir, dice Muñoz. “Tiene muy buenos servicios públicos, el nivel de renta medio es alto, no hay muchos extremos ni barrios de miseria”, cuenta. “Tres Cantos es la ciudad más singular de España, la que mejores condiciones medioambientales tiene y está entre las diez primeras en renta per cápita de España”, presume Fernández, que reconoce que aunque el espíritu inicial de la independencia se ha ido diluyendo, todavía hay un gran sentimiento de comunidad. La foto de los vecinos originarios, 30 años después, es una buena prueba de ello. 

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