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Prueba del Alfa Romeo Tonale: viajero de larga distancia

El Alfa Romeo Tonale combina tamaño compacto con cuatro plazas amplias y un maletero capaz.

Pedro Urteaga

En el transcurso de 2022 tuvimos ocasión de conocer las diferentes versiones con las que desembarcaba en el mercado español el Alfa Romeo Tonale, un modelo llamado a revitalizar -como ha sido el caso- las ventas del fabricante italiano. Por razones que no viene al caso mencionar, solo nos quedó pendiente por conducir la diésel de 130 caballos, pero el mes de agosto recién terminado nos ha brindado la oportunidad de resarcirnos de aquella carencia, y por extenso además.

Debemos reconocer que, sobre el papel, nos parecía la variante menos apetecible del catálogo, en comparación con un flamante híbrido enchufable de 280 CV, con etiqueta 0 emisiones, y los microhíbridos de gasolina de 130 o 160 CV que lucen el también codiciado Eco. Aparte de la falta de un distintivo ambiental ecológico (lleva el C), nos preocupaba una cifra de potencia que se nos antojaba algo justa para un modelo de tipo SUV y cierto tamaño que bordea los 1.700 kilos de peso.

Pronto descubrimos que nuestros temores eran infundados y que, puestos a recordar las prestaciones de la versión de gasolina de la misma potencia, la de gasoil hacía valer claramente el mayor empuje a bajas revoluciones característico de estos motores. En definitiva, que se movía con mayor soltura en todas las condiciones y, de forma especial, en el lento tráfico urbano, apoyada en la acción de una transmisión automática de seis velocidades que puede manejarse también de manera manual por medio de unas grandes levas tras el volante.

Aquí hay que precisar que, de los tres modos de conducción disponibles en el selector DNA de Alfa, el pensado para obtener la máxima eficiencia resulta contraproducente porque hace al Tonale demasiado lento de reacciones; el llamado Normal ofrece, a nuestro parecer, una respuesta adecuada en general, y el deportivo puede reservarse para cuando queremos mayor viveza del motor y, por ejemplo, cuando circulamos en zonas de grandes pendientes en las que no conviene que el motor caiga en exceso de vueltas.

A partir de 1.500 rpm, donde se sitúa el par máximo, el coche reacciona con fuerza suficiente, y entre 1.500 y 2.200 revoluciones presenta el rango donde desarrolla la mayor parte de su actividad en el uso cotidiano. Todo ello con el rumor de fondo propio de los propulsores diésel, mínimo en el caso del Alfa y que no supone ninguna molestia para los ocupantes.

En todo caso, no estamos ante un modelo de talante deportivo, como podrían esperar algunos alfistas, sino más bien de orientación familiar como la de muchos SUV semejantes que pueden adquirirse hoy en nuestro país.

Por supuesto, la mayor cualidad de un vehículo como este reside en un consumo de combustible notablemente parco, de entre 5,5 y 6 litros/100 km de promedio. Este registro no aumenta ni siquiera con la conducción asidua en ciudad, donde el sistema start & stop compensa lo que se nos va en las continuas arrancadas, y solo puede verse incrementado si se circula a alta velocidad por autovía o autopista de manera continuada.

Combinado el poco gasto de carburante con una capacidad del depósito generosa, de 55 litros, nos encontramos al repostar a tope con una autonomía que, por momentos, supera los 1.000 kilómetros según la información del cuadro de instrumentos y, en la realidad, suele superar largamente los 800. Con este alcance, el Tonale se convierte en un excelente aliado para largos desplazamientos en los que las paradas dependen de la voluntad del conductor y no de la necesidad de combustible del coche.

Un modelo muy equilibrado

Los 4,52 metros de longitud del SUV de Alfa conjugan un tamaño relativamente compacto con cuatro plazas amplias -no tanto la quinta, pero esto no es noticia- y un maletero lo bastante generoso para alojar el equipaje razonable de sus ocupantes. Los 500 litros de capacidad (1.550 con los asientos traseros plegados) presentan la ventaja adicional de que el piso del maletero se puede colocar a dos alturas y extraer.

Algunos aspectos por mejorar tienen que ver con la visibilidad necesaria para que quien se pone al volante se desempeñe con seguridad. Lo más crítico es la visión hacia atrás desde el puesto de conducción, limitada por la posición -más que por el tamaño- de los reposacabezas traseros. También es llamativo que la parte superior del retrovisor exterior del lado derecho quede oculta a los ojos de un usuario de estatura normal.

El interior del Tonale recibe a los pasajeros con un acabado sólido y hasta vistoso, especialmente si uno se fija en la moldura que recorre el salpicadero y presenta un diseño trenzado y retroiluminado (en diferentes colores) que por la noche ayuda a crear un ambiente muy cálido a bordo.

Nos han agradado las tres configuraciones posibles del panel de instrumentos, de 12,3 pulgadas, y el funcionamiento del sistema multimedia, integrado en una pantalla central de 10,25“. Sin embargo, este último se muestra a veces lento a la presión de los dedos y, en otras ocasiones, sencillamente no responde a la primera a aquello se le solicita.

Esta variante diésel del Tonale es la más asequible de la gama y cuesta unos 650 euros menos, a igualdad de acabado, que el modelo híbrido ligero de 130 caballos. Está a la venta entre los 37.032 euros de una versión Super y los 41.982 euros de la denominada Ti; entre ellas queda la Sprint, disponible por 39.507 euros.

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