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Prueba del Nissan Qashqai e-Power: no es eléctrico, pero sí muy eficiente

Nissan Qashqai e-Power.

Pedro Urteaga

Desde que probamos hace unas semanas la gama electrificada de Nissan en el Pirineo catalán, esperábamos el momento de ponernos de nuevo al volante del Qashqai e-Power. La razón principal era explorar con más detenimiento los consumos de este híbrido sui géneris y confrontarlos con los que obtuvimos en aquel momento, que nos habían causado cierta extrañeza.

Antes de entrar en materia recordaremos que la vía escogida por Nissan para rebajar las emisiones de su gama se desdobla en dos caminos: el de la electrificación pura de un Leaf o un Ariya, recién lanzado al mercado, y el de la hibridación e-Power que ha comenzado a embarcar en Qashqai y X-Trail.

La gran particularidad de este sistema reside en que incluye un motor eléctrico de 190 CV que se encarga en exclusiva de impulsar el vehículo; a él se une una pequeña batería de 2,1 kWh y un motor de gasolina de 156 CV cuya misión es solo generar electricidad. Esta última puede transmitirse a través de un inversor al paquete de baterías, al motor eléctrico o a ambos, según el escenario de conducción. 

La firma japonesa se aferra al hecho de que el motor térmico nunca opera como fuente de tracción para considerar a este Qashqai un vehículo eléctrico o, más bien, capaz de proporcionar la experiencia de conducción propia de un eléctrico. Estrictamente hablando, el argumento es plausible, sobre todo porque la respuesta que obtiene el conductor es instantánea y lineal, pero las impresiones al volante no son siempre las que se buscan.

Sensaciones a un lado, el nuevo modelo presenta algunas cualidades de lo más relevantes. La principal es que la tecnología e-Power representa, por consumos, una alternativa clara a los vehículos diésel que llenaban las carreteras hasta hace pocos año. Además, permite que el coche donde se incorpora se desenvuelva a baja velocidad con la suavidad y el silencio de un eléctrico, además de concederle el ansiado distintivo ambiental Eco.

Aquí llegamos precisamente al punto de discordancia que hemos apreciado con respecto a lo vivido en febrero. Si entonces el Qashqai se mostró muy parco en gasto de combustible cuando el terreno era favorable (menos de 5 litros/100 km) y no tanto en caso contrario, llegando a pasar fácilmente de los 7 litros/100 km, ahora nos ha sorprendido con registros contenidos en casi cualquier circunstancia.

Sin que podamos explicarlo claramente, la unidad que ha pasado por nuestras manos ha logrado un consumo medio que no llegaba a los 5,5 litros/100 km, se situaba por debajo de 5 incluso en tramos de carretera revirados y con desniveles considerables, y únicamente se mostraba un poco más sedienta de carburante al elegir el modo de conducción más deportivo de los tres disponibles. De ese modo, la autonomía del coche sobrepasa con facilidad los 800 kilómetros, similar a la de un diésel, con lo que ello comporta de comodidad y tranquilidad en carretera.

Menos ruido en el habitáculo

Otro aspecto del Qashqai e-Power que no acabó de satisfacernos tenía que ver con el ruido que, a partir de cierta velocidad y en función de variables diversas que no entraremos a detallar, emitía de forma casi constante el motor de gasolina que actúa como generador de electricidad y que -comentábamos entonces- resultaba mucho más presente que en el X-Trail equipado con la misma tecnología.

Pues bien, en esta ocasión ese rumor de fondo que -esto es innegable- acompaña la marcha del vehículo nos ha parecido menos molesto y llega bastante más matizado al habitáculo. Los ingenieros de la marca han ideado un sistema, denominado Linear Tune, que pretende evitar la frustrante sensación de otros modelos híbridos consistente en que la velocidad de giro del motor de gasolina no casa con la ganancia real de velocidad. Aquí se ha buscado una correspondencia entre ambos fenómenos para suprimir esa disparidad entre el sonido del motor y el rendimiento que obtenemos de él.

Justamente por esto, lo que siente el conductor del Qashqai e-Power es que, sobrepasada la velocidad de ciudad, está a los mandos de un coche térmico cualquiera, por lo que el feeling de vehículo eléctrico al que aspira Nissan brilla por su ausencia, a nuestro parecer. Dicho esto, en términos de eficiencia, pocas opciones encontraremos en el mercado que superen a esta versión del exitoso SUV de Nissan.

De hecho, si la comparamos con las de hibridación ligera que también encontramos en el catálogo de la firma japonesa, el único punto de igualdad estriba en la etiqueta Eco de que ambas disfrutan. La e-Power de 190 CV mejora en todo lo demás a los mild hybrid de 140 CV y de 158 CV, pues no solo es más potente, sino que acredita mejores prestaciones, consumo y cifra de emisiones. 

El 0 a 100 km/h, por ejemplo, se acorta en más de 1,5 segundos con respecto al de la variante de 158 CV. El consumo es alrededor de dos litros menor por cada 100 kilómetros, y la cifra de CO2 pasa -a igualdad de versión y acabado, en este caso Tekna- de 144 a 121 g/km. El diferencial de precio entre ambas (38.750 frente a 43.050 euros) seguramente se vea compensado por el muy superior nivel de eficiencia y rendimiento que ofrece el e-Power, aunque por supuesto será el usuario quien decida si merece o no la pena el desembolso extra.

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