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Mercedes se despide de los híbridos enchufables: ¿el principio del fin de esta tecnología?

Mercedes-Benz dejará de fabricar híbridos enchufables (PHEV) a partir de este mismo año.

Víctor Celaya

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La de los híbridos enchufables es tal vez la tecnología que más está dando que hablar en los últimos tiempos, y siempre acompañada de controversia por las muchas dudas que despierta su supuesto carácter ecológico. Las invectivas apuntan especialmente a su desempeño con la batería del coche descargada, momento en que comienza a consumir y emitir CO2 como el vehículo pesado y habitualmente grande que es, y al hecho -probado por distintos informes- de que sus propietarios no siempre se molestan en enchufarlo a la red y, en consecuencia, rara vez circulan en modo cero emisiones.

La polvareda viene de lejos, y ahora podemos decir que nos adelanta por la derecha una vez que se ha sabido que una marca tan señera como Mercedes-Benz dejará de fabricar híbridos enchufables (PHEV) a partir de este mismo año, como parte de un plan para poner en el mercado exclusivamente modelos eléctricos puros en 2030.

Tampoco es que la decisión pueda tomarnos por sorpresa, pues ya en septiembre pasado, durante el Salón del Automóvil de Múnich, el jefe de Desarrollo y director de operaciones de Mercedes, Markus Schäfer, confirmó que la compañía tenía pensado dejar de desarrollar esta tecnología.

Desde un punto de vista estrictamente industrial y económico, la firma de Stuttgart habría tenido en cuenta los altos costes de fabricación de esta clase de modelos. Como es bien sabido, en este caso se unen en un mismo coche un motor de combustión interna, otro u otros eléctricos y una batería -el elemento más costoso de la ecuación-, además de los sistemas eléctricos asociados.

Pero no podemos ignorar que el anuncio tiene lugar en un contexto en que diversos gobiernos locales y estatales de toda Europa debaten si retirar las ayudas públicas a los híbridos enchufables, haciéndose eco de las constantes críticas a su dudosa sostenibilidad. Alemania, sin ir más lejos, ha anunciado a través del Ministerio Federal de Asuntos Económicos y Acción Climática que tiene la intención de acabar con esos estímulos antes de que termine el año.

De hecho, la iniciativa va mucho más allá y supone todo un aviso a navegantes de lo que podría suceder en otros países, como el nuestro, de aquí a unos años. El Ministerio alemán propone recortar también las ayudas a la compra de vehículos 100% eléctricos, que se irían reduciendo de forma gradual desde el 1 de enero de 2023 hasta 2025, cuando se eliminarían por completo.

Este movimiento es de momento una especie de globo sonda para testar la opinión pública alemana y ha encontrado oposición incluso dentro de la coalición gobernante ahora mismo en el país -que había pactado otros plazos para el fin de los incentivos-, pero indudablemente dice mucho del clima que se está generando alrededor de los polémicos PHEV. Y Alemania no es el único país donde se plantea la cuestión; Francia también se enfrenta a los mismos equilibrios.

Lo acordado por los partidos que forman el Gobierno alemán incluía la rebaja progresiva de las ayudas durante los próximos años, así como otro requisito muy relevante: que, para ser catalogados oficialmente como tales en el país, los híbridos enchufables deberían acreditar, para 2025, una autonomía mínima en modo eléctrico de 80 kilómetros.

Aunque la posibilidad de suprimir de un plumazo los incentivos no ha gustado al grueso de la industria del motor germana, también ha encontrado el apoyo de personalidades de primer nivel dentro de ella. Nada menos que el CEO de Audi, Markus Duesmann, ha respaldado que el coche eléctrico debe ser en el futuro la opción de movilidad preferida de los usuarios. “Estoy firmemente comprometido a hacer que esta tecnología sea la elección mayoritaria. Y por ello, también estoy a favor de eliminar el incentivo a la compra de híbridos enchufables a finales de este año”.

Un contexto poco favorable a los PHEV

Para considerar todos los elementos en juego en este asunto, recordaremos que en 2025 entra en vigor la norma Euro 7, que obligará a la gran mayoría de los fabricantes a acelerar sus planes de electrificación en el Viejo Continente. Para cumplirla, será forzoso que cuenten con cada vez más modelos eléctricos puros, de cero emisiones, y con menos híbridos enchufables, que -aun dando por buenas sus parcas cifras de homologación- sí suman en el cómputo general de cada marca, escrutado al milímetro por las autoridades comunitarias.

Una de las primeras entidades locales que ha puesto veto a las ayudas para estos vehículos ha sido el cantón suizo de Valais, que las eliminó a partir del 1 de enero de 2022. Se basó para ello en un estudio según el cual el consumo de combustible real medido en una amplia muestra de PHEV estaba muy lejos de sus datos de homologación y solo ofrecía ligeras ventajas en comparación con un coche convencional provisto de un motor de combustión interna.

Lo que va de España a Noruega

Como ningún ocaso sucede de un día para otro, la salud de los enchufables, en términos de ventas, parece curiosamente mejor que nunca en países como España donde la infraestructura de recarga es insuficiente para garantizar viajes sin excesivos sobresaltos a bordo de un vehículo 100% eléctrico.

Durante el pasado mes de abril, las matriculaciones de PHEV se incrementaron un 42,6% en nuestro país, con 4.391 unidades vendidas y una cuota dentro del mercado total del 5,44%. En lo que va de año, acumulan 14.959 entregas, un 46,1% más que en el mismo periodo del año anterior, y su cuota anual es del 5,37%.

Por el contrario, en el paraíso de los vehículos de baterías, Noruega, el mismo mes se ha cerrado con más de 7.207 coches eléctricos puros vendidos, por solo 982 híbridos enchufables. Si este es el futuro que nos espera, no puede ser más lógica tanto la decisión de Mercedes de dejar de fabricar PHEV este año como los intentos de ejecutivos como el de Alemania para poner fin a los estímulos para su adquisición.

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