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Retrovisores, llave, palanca de cambios… ¿Qué más desaparecerá pronto del coche?

Audi e-tron.

Pedro Urteaga

Desde que los ahora cincuentones acostumbraban en su juventud a cargar con el radiocassette -y un poco más adelante solo con la carátula de este- para evitar que se lo robaran del coche, muchos elementos tradicionales de nuestros vehículos se han ido quedando por el camino.

Naturalmente, el fenómeno no se limita a los últimos años, pues también desde la aparición del automóvil a finales del siglo XIX numerosos componentes han desaparecido, algunos de ellos sumamente engorrosos como la manivela de arranque, felizmente sustituida por un gran invento de Charles Franklin Kettering -el fundador de Delco- que cumplió una centuria en 2012: el motor de arranque.

Limitándonos, pues, a las últimas décadas, hemos asistido a la generalización de los sistemas que permiten acceder al coche y ponerlo en marcha sin la llave de toda la vida, lo que trae consigo una gran comodidad al tiempo que algunos inconvenientes sobre los que nos extenderemos más adelante. La palanca del freno de mano es otro adminículo en peligro de extinción, superada por los modernos frenos de estacionamiento eléctricos, que no solo son más fáciles y agradables de manejar, sino que además liberan un considerable espacio en la consola central.

Algo parecido está sucediendo con las palancas de cambios, de la que se han despedido hace años marcas de lujo como Mercedes o Jaguar, optando la alemana por un mando situado en la columna de la dirección y la inglesa, por un selector circular. Los fabricantes generalistas han ido popularizando esta solución, que -como la anterior- redunda en un habitáculo más despejado y con más emplazamientos donde guardar los muchos objetos con que cargamos hoy en lugar del cassette, especialmente móviles, cables de carga y las gafas que entonces no necesitábamos.

Más reciente, y todavía limitada a unos pocos modelos, es la incorporación de virtual mirrors que remplazan a los retrovisores exteriores tradicionales y se valen de un sistema de cámaras para mostrar al conductor con toda nitidez lo que antes veía entre brumas a poco que los espejos estuvieran sucios o lloviera con cierta intensidad.

El Audi e-tron ha sido pionero en la utilización de retrovisores virtuales, que en distintas variantes se pueden encontrar en el Nexo, el modelo de pila de combustible de hidrógeno comercializado por Hyundai, el nuevo Honda-e y la versión europea del Lexus ES 300h, así como en multitud de modelos de camión, donde esta tecnología cobra un particular sentido.

Una mejor aerodinámica, la disminución de masa suspendida fuera de la estructura principal y la seguridad son los principales argumentos a favor de este tipo de retrovisores, junto con la calidad de las imágenes ya mencionada.

Otro dispositivo cada vez más presente en los vehículos actuales es el head-up display (HUD), una suerte de proyector que muestra la información más relevante para el conductor en el parabrisas para evitar que tenga que desviar la mirada de la carretera. El HUD está recibiendo mejoras en los últimos tiempos con el empleo de realidad aumentada y nuevas funcionalidades como la que la empresa WayRay está preparando para Hyundai y Porsche, consistentes en señalar las plazas libres en un aparcamiento y proyectar las indicaciones del navegador sobre la carretera.

Si tomamos como ejemplo la tecnología de acceso y arranque sin llave, la cara negativa la hallamos en los fallos que pueden registrar en presencia de inhibidores de frecuencia o en la posibilidad de que quien lleva el mando en el bolsillo abandone el coche dejando a otra persona al volante. Tampoco se le oculta a nadie el riesgo el sufrir hackeos como el que realizado -con propósito pedagógico- un grupo de investigadores de la Universidad KU Leven, en Bélgica, que ha demostrado que con un ordenador, un par de radios, un disco duro externo y baterías se puede robar un Tesla en segundos.

A partir de una base de datos creada con todas las claves digitales posibles que se pueden usar para abrir un Model S, los hackers copiaron la señal del sistema de bloqueo que emite el vehículo y aproximaron la radio a menos de un metro del llavero para engañar al mando a fin de que emitiera dos códigos de respuesta. Ejecutaron las señales a través de la base de datos que contenía las posibles claves para desencriptar la clave digital y accedieron al automóvil. De esta manera se puede clonar el llavero y crear uno propio, de forma que se puede desbloquear y conducir el coche tantas veces como se quiera.

La compañía californiana respondió a este problema de ciberseguridad añadiendo una clave para poder iniciar la marcha, el llamado PIN to drive. No solo eso, sino que lleva más de cinco años ofreciendo recompensas a quienes hallen fallos semejantes en sus modelos siempre que se comprometan a notificarlos a Tesla en vez de compartirlos en internet.

El caso más sonado de este programa ha sido el de dos jóvenes hackers que se llevaron un Model 3 tras descubrir algunas vulnerabilidades del coche en la edición de 2019 del Pwn20wn, un evento que se celebra en Vancouver precisamente con estos fines.

Ya que tratamos de partes del coche que tienden a desaparecer, el capitoste de Tesla, Elon Musk, es uno de los jefes de la industria que más tiende al minimalismo, y es precisamente el Model 3 el mejor exponente de esta tendencia a crear habitáculos limpios de elementos superfluos. Tanto aboga el visionario Musk por suprimir cosas que lo siguiente que pretende eliminar es al conductor mismo, que en su opinión será un peligro en cuanto se perfeccionen los sistemas de conducción automatizada. 

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