¿Deben seguir los sindicatos sentados en la mesa de la Función Pública?

Ayer fueron de nuevo los trabajadores del IMIDA los que se volvieron a concentrar para exigir simplemente que se cumpla lo acordado con la Consejería de Agricultura. El otro día el 'pin parental', que ponen a los profesionales de la Educación a los pies de los caballos y sin competencias. Hace unos meses se permite una Carrera Profesional discriminatoria para una parte importante de los empleados públicos. Por si faltaba poco, los opositores de sanidad y educación son ninguneados y humillados, y las mesas de negociación se han convertido en simples foros informativos. ¿Qué más tiene que pasar para que los sindicatos que componen la función pública se levanten de las mesas de negociación?

En muchas organizaciones ha calado, y de qué manera, la máxima: “Más vale un mal acuerdo que un buen conflicto”, y esto les ha llevado a una de las más grandes crisis de representatividad e interlocución que las más que necesarias organizaciones sindicales, hayan perdido gran parte de su prestigio y de su capacidad de movilización.

Una de las pruebas más evidentes es que las últimas grandes manifestaciones que se han producido en este país y en esta región en materia pública, han venido de las diferentes mareas. La verde de educación o la blanca de la sanidad, como más importantes pero no únicas, donde las organizaciones sindicales han jugado un papel secundario.

Cometerían un error si deciden seguir por el mismo camino. Es la hora de que los representantes legales de los trabajadores saquen músculo frente a una administración que sabe que sus interlocutores son cada día más débiles.

¿Se imaginan que pasaría si ningún sindicato con representación en las diferentes mesas de la función pública se levantara y no volvieran hasta que se cumplan los acuerdos?

Seguramente la administración convencería a algunos de los sindicatos 'amigos' de no abandonar dichos foros informativos, y casi seguro que no habría unanimidad. Pero seguir permitiendo que la administración se siga riendo de los empleados públicos mientras existan direcciones generales con un trabajador, o con tres o cuatro, con una estructura política sobredimensionada, donde la transparencia y la eficacia brilla por su ausencia, y encima se le permite al propio Presidente decir en unas jornadas que somos un ejemplo de una administración seria y eficaz, es seguir participando de una política hipócrita.

Como es el caso del IMIDA, que no el único, donde hay una temporalidad y precariedad del 65%, o en el SEF, donde apenas representa un porcentaje marginal, los trabajadores y trabajadoras con plaza fija y donde curiosamente, hace tres años, en aquella famosa foto de San Esteban entre el Presidente y los sindicatos más representativos, firmaron aquel PACTO POR LA CALIDAD EN EL EMPLEO, que tenía por objetivo principal luchar contra todo lo que algunos están peleando.

Ver este pasado viernes día 20, concentrarse a un puñado de valientes en la puerta de Agricultura, es una bocanada de aire fresco de que todo no está perdido. Pero seguir luchando con tirachinas, cuando el de enfrente tiene 'balas' y mentiras, creo que no es el mejor camino para que se haga justicia.