En el corazón de La Cámara Roja: formación, exhibición y compromiso
Si entras a La Cámara Roja un día cualquiera podrás encontrar a una pareja de jubilados que llevan años sin tocar una cámara fotográfica manejándola como expertos, niños de nueve años aprendiendo a expresarse mediante las imágenes, adolescentes encontrando un hobby y todo tipo de personas disfrutando de la pasión por el arte.
“La fotografía es un medio para aprender y emocionarse. Es importante trabajar el campo de la creatividad y que cada uno descubra cuáles son sus talentos. Por eso queremos contagiar nuestra pasión por la fotografía a todos”, cuenta David de Flores al hablar de los alumnos que han pasado por la escuela de fotografía de La Cámara Roja. Del proyecto es copropietario junto a Silvia Marte, y que se ha convertido “no solo en algo que nos da de comer −asegura ella−, sino que es lo que nos da alegrías y tristezas. Por lo que todo lo que podamos crecer nosotros desde un punto de vista personal, lo va a crecer la empresa de forma paralela”.
Pero La Cámara Roja no es solo una escuela, sino un “trípode” que también engloba la fotografía social y un laboratorio digital y analógico único en la Región de Murcia. Eso se debe gracias al estándar de calidad que es el Sello Digigraphie, que certifica la gestión óptima del archivo y el color. Pero para convertirse en el proyecto que es ahora se ha necesitado mucho tiempo y esfuerzo. “Mi idea de funcionamiento era esto, pero cuando empiezas tienes los medios que tienes… Hemos tenido que ir poco a poco, cavando la trinchera y, es hoy, después de diez años (siete de ellos en Murcia), que lo hemos hecho posible”, narra David.
Exposiciones y Fine Art
También cuenta con un espacio expositivo recién inaugurado con 'Adolescentia', de Manuel Zamora; espacio que también acogerá a los premiados del certamen de fotografía 'Acción Autor', en el que se reconoce a fotógrafos emergentes con la producción de una exposición. “Es importante que ellos vean el cambio de lo tridimensional a lo físico −explica Silvia acerca de la citada muestra−; a nosotros, que somos unos románticos, nos encanta ver que como el papel sigue siendo el formato perfecto para una fotografía”. Visitable todavía, cuando descuelguen las fotografías serán subastadas y los beneficios será destinados íntegramente a una causa benéfica aún por concretar.
Este proyecto, que se encuentra enmarcado dentro de un convenio que ha unido a La Cámara Roja con la Universidad de Murcia −y según el cual, Silvia y David impartirán próximamente cursos de libre configuración para los alumnos de la pública−, no solo centra su valor en la materialización de las obras, sino también en la forma de transmitirlas gracias a la impresión de alta calidad Fine Art, que se basa en tres principios.
El primero tiene que ver con el uso de materiales nobles como el papel de fibra de algodón, que permite una alta perdurabilidad en el tiempo. Normalmente las láminas que se utilizan tiene alto contenido en celulosa, material plástico, por lo que se deterioran con mucha más rapidez. Por otro lado, también cuentan con tintas con pigmento mineral orgánico, y eso aumenta su durabilidad, con una calidad de 'impresión museística' que permite una conservación que alcanza más de cien años. El tercer y último principio es el propio sistema de impresión (por inyección de tinta), que pueden plasmar más de 4.000 gotas de color por pulgada.
David insiste en el proceso de impresión por detalle, “ya que todo se realiza de manera artesanal: meter y sacar el papel de la máquina, guillotinarlo, envolverlo… Todo ello se hace totalmente a mano”. Esto es importante, ya que los artistas visuales “están traumatizados −señala Silvia− porque los archivos impresos no suelen ser fieles a los que ellos han creado y visualizado en la pantalla. La forma de trabajar Fine Art se preocupa especialmente por la fidelidad de la copia”. En este sentido, también cuentan con el sistema de acreditación Digigraphic, que certifica las condiciones de impresión y el número autorizado de copias que se han llevado a cabo.
Valor social y medioambiental
La Cámara Roja es un “proyecto de vida”, de ahí que también tengan en cuenta su valor social. Sito en la esquina de la calle Luis Fontes Pagan con la Avenida de la Fama, en Vistabella, el estudio ha encontrado allí “su sitio en la ciudad”. Y es que, según comenta Silvia, para ellos “es muy importante que la actividad no sea solo empresarial, sino que el barrio se beneficie de lo que hacemos”.
De hecho, recientemente inauguraron en un bar del barrio llamado El Imperdible una exposición titulada 'Miradas Vistabella', enmarcada dentro del proyecto Murcia Inspira, con la han querido retratar la “rica mezcla entre los vecinos de siempre y las nuevas familias”.
El impacto en el medio ambiente también es algo a tener muy en cuenta por los directores de La Cámara Roja, y, por ello, todos los papeles con los que trabajan tienen el sello FSC, que identifica a los materiales extraídos de bosques explotados de forma sostenible, respetuosos con poblaciones indígenas. “Todo el trabajo de laboratorio va de la mano de una conciencia ecológica y de un saber hacer que estamos enfocando de ese modo. Uno de los proyectos de 2020 es reducir la huella de carbono que estamos generando con una plantación de especies vegetales autóctonas”, aclara Silvia.
Formación enfocada en la motivación
Cuando David habla del valor de los cursos del estudio, deja claro que su punto de vista se centra en la “experiencia de trabajo”. “La parte técnica la puedes aprender en cualquier lado”, asegura el fotógrafo. Por ello se centran en “animar a los alumnos a que tengan confianza en sí mismos y a que sean capaces de utilizar la cámara, no solo como herramienta para hacer las fotos del fin de semana, sino para conocer el mundo y mostrar al resto cómo lo ven”.
Entre los talleres a destacar, podemos encontrar un curso de nivel avanzado que realizan anualmente y que, aseguran, se llenó casi al momento de publicarlo, ya que “ayuda a doce alumnos a convertirse en profesionales”. Para ello enseñan “básicos” tan importantes como crear presupuestos, las nociones legales que hay que tener en cuenta o cómo se comunica el trabajo de cada uno. Pero, tal y como dice Silvia, la formación que plantean es “como una escalera”, por lo que también disponen de talleres como el de fotocreatividad para niños de entre cinco y nueve años, destinado a hacer reflexionar a los pequeños inscritos sobre la fotografía o la posibilidad de 'leer' las imágenes.
Sin embargo, lo más importante para ellos es nutrirse de la energía de la gente: “Nos hemos encontrado con alumnos que nos han dicho que gracias al curso y a la fotografía han conseguido salir de una depresión… Cuando recibes esas señales piensas en que algo estaremos haciendo bien”.
0