Xavier Bobés, director y actor: “Maestros que estaban implicadísimos en la educación de sus alumnos fueron fusilados en la Guerra Civil”
Xavier Bobés presenta junto a Sergi Torrecillas este viernes en el Teatro Circo la obra de teatro 'El mar, visión de unos niños que no la han visto nunca', dirigida por Alberto Conejero y por él mismo.
Xavier, bienvenido a Murcia, no es la primera vez, ¿verdad?
No. Creo que hace dos años actué en el mismo teatro, además en el festival Titeremurcia, con un espectáculo sin palabras muy diferente, que se llamaba Corpus y después he estado en el Centro Párraga también con un par de espectáculos y me encanta poder estar aquí en Murcia porque tengo recuerdos muy bonitos y el lugar y me parece maravilloso.
Xavier, para quien no lo conozca, es un dramaturgo especializado en el teatro de objetos. ¿Si tuvieses que elegir un objeto con el que has creado, cuál elegirías? ¿Cuál ha sido el más poético, con el que has tenido mayor conexión?
Así como un objeto muy revelador fue una agenda que encontré en el mercado de calle. Por un euro la compré y dio lugar a la obra 'Cosas que se olvidan fácilmente', que es un espectáculo también de memoria histórica que hago para cinco espectadores. Es una agenda chiquitita del año 42 que justamente encontré en un pueblo de Girona en un mercadillo. Yo estaba leyendo Stefan Zweig justo en ese periodo 'Memoria de un europeo', y él se suicidó en el 42 y encontré esa agenda del 42 y a mí me repeló y se me abrió un mundo. Además iba a comer ese día a la casa de mis padres y ellos me dijeron: “Ay, déjame ver en qué día he nacido”, porque había un calendario dentro de la agenda y los dos habían nacido en el año 42. Entonces este objeto fue como disparador de lo que fue el espectáculo, porque al abrirlo en la primera página pone “cosas que se olvidan fácilmente” y pone nombre, domicilio, población, teléfono. Y me pareció increíble. Yo hacía tiempo quería hablar sobre la familia y sobre la historia familiar y el momento en el que mis padres crecieron, que es justamente la dictadura. Que las primeras cosas que se olvidaran fuera, pues el nombre, no la identidad de algún modo. Y es una agenda fascista realmente tremenda, realmente acojonante y está llena de pies de página con anotaciones de lo que Franco decía, citas de Mussolini, fotografías de Franco, de Hitler…
Y es una agenda de un carpintero porque, viéndola, hay anotaciones de carpintería. Y a raíz de esto hice esta propuesta que ya vino a Murcia hace años al Centro Párraga. Y que también me abrió un mundo de encuentro con Alberto Conejero, porque yo estaba haciendo esta obra cuando él estaba haciendo ‘La piedra oscura’ y él me regaló un libro ‘Desenterrando el silencio’ que justamente es de donde parte la historia de ‘El mar’. Y mira, pues una cosa te lleva a la otra y los objetos también de un modo u otro, son guías de lo que la vida te regala.
La historia de Antoni Benaiges, el maestro catalán que en el 34 viaja a Bañuelos de de Bureba (Burgos) para aplicar la técnica Freinet en una escuela rural ahora ha empezado a ser más conocida entre el público gracias a la adaptación cinematográfica, la película dirigida por Patricia Font. ¿Has tenido ocasión de verla? ¿Te ha removido en tu proceso de creación?
No la he visto todavía. La verdad es que el proceso de investigación de este espectáculo fue tan intenso. Sergi Bernal sí ha estado vinculado a la película porque él ha sido la persona que tiene más información con el trabajo de investigación que ha hecho. A día de hoy, sigue yendo a hemerotecas, buscando artículos escritos por Antoni Benaiges porque la mayoría de sus escritos desaparecieron, lógicamente fueron quemados y fue un trabajo realmente de hormiguita. Entonces Sergi nos prestó todo este material hace casi 4 años y con eso empezamos a trabajar.
Como la obra seguimos representándola y es tan íntimo todo lo que representa el maestro, quiero preservar también este imaginario, porque yo al maestro lo tengo muy, muy cercano. Y la película es un registro más de la propia historia, pero yo de momento prefiero no verla mientras estoy haciendo esta propuesta teatral que también a la vez es más frágil. Desde esa complicidad nosotros también mantenemos un poco ese distanciamiento para tener un espacio de crecimiento artístico. En eso es lo que le da valor a la película y también a la obra.
Hay también una novela gráfica, ‘La promesa’ dibujada por Javier Martínez Sancho y publicada por Blume. No sé si has tenido ocasión de leerla.
Sí, sí, la conozco y la tengo.
¿Cómo crees que se pueden complementar estas tres adaptaciones en novela gráfica, cine y teatro para dar a conocer un episodio de la historia reciente que ha pretendido ser olvidado por una parte de la sociedad?
Pues justamente en sus valores. Me imagino que llegan desde lugares diferentes a más personas y de lugares realmente artísticos que proponen también un acercamiento desde la memoria pero también desde la plástica. Un cómic seguramente puede llegar desde un lugar muy diferente al que llega la película.
El libro ‘Desenterrando el silencio’, que es un libro de fotografías y de documentos que es muy ameno también. O sea, que se ha conseguido generar también un vínculo con el lector, con el espectador que puede resultar también muy atractivo para recuperar la historia de algo que ha estado silenciado durante tantísimos años.
Ochenta años más tarde esta historia llega a través de tantos registros artísticos, pero es que es una historia que además no es única. Es decir, es única por la vida del propio maestro, pero a medida que hemos ido haciendo la obra por España, hemos ido viendo además que había muchos más maestros y maestras que corrieron la misma suerte. Incluso en algunos lugares se han publicado fotografías que son hermanas de la fotografía tan famosa del maestro y sus alumnos. Y que corrieron la misma suerte, maestros que estaban implicadísimos en la educación de sus alumnos, que fueron fusilados en la Guerra civil y con el alzamiento militar.
Nuestra aportación chiquita, pero a la vez inmensa, de este cómic, de este libro, de esta película, dan voz al maestro en singular y a tantos otros.
Cuando estrenasteis vuestra obra en 2022, os imaginasteis en algún momento que esta obra podría ser censurada como os pasó en Briviesca, cuando el Ayuntamiento gobernado por PP y Vox os canceló la actuación. ¿Se os pasó por la cabeza que esto podía suceder?
No, no, ni esto ni tantas otras cosas muy buenas también que han pasado. Es decir, estrenas un espectáculo y estás con expectativas muy en el presente. No tienes conciencia tampoco. Yo al menos no, creo que Alberto, que fue realmente la persona que me propuso a compartir este proceso artístico sí tenía una mirada realmente con más perspectiva de tiempo. Y de la dimensión de lo que implicaba contar una historia de este tipo yo no era tan consciente, la verdad.
A medida que hacíamos las funciones y encontrábamos ese vínculo con el público, la emoción y, sobre todo, vinculado a lo que estábamos contando. Por la necesidad de compartir justamente historias como esta fue lo que a mí personalmente me desveló que lo que teníamos en en escena iba más allá de nosotros. Y esto es un poco lo que he ido viendo con el tiempo, cuando hemos ido a tantos teatros y hemos tenido tantas conversaciones con el público después del espectáculo.
El caso de Briviesca realmente fue tan lamentable que a la vez despertó una reacción tan emotiva, cercana, de tantos vecinos y vecinas de Briviesca y de Bureba que para nosotros fue como una historia de amor, porque lamentablemente fue un acontecimiento que esperemos que no se vuelva a repetir. Pero la reacción de la gente fue todavía mayor, los vecinos y vecinas me escribieron y me solicitaron si podían hacer una lectura dramatizada de la obra, si les podíamos facilitar el texto. Y les agradecimos su solidaridad, su ímpetu, empeño, riesgo y tenacidad.
Y el mismo día, a la misma hora, en el mismo lugar donde teníamos que representarla, se hizo para un público de 500 personas una lectura dramatizada de la obra con unas 10 a 15 personas que leyeron toda la pieza entera. O sea, incluso nosotros no hubiéramos podido llegar donde llegaron ellos.
Llevamos más de 120 funciones alrededor de España. Estuvimos en Chile y hemos podido tener esa sensación de que tenemos una suerte inmensa de contar una historia como esta, una historia que es de todos. Entonces, es lamentable que por la decisión de unos pocos repercuta un acto como este, que tiene también unas consecuencias a largo plazo. Pero la sociedad civil se organiza y eso es para mí muy importante, porque no se silencia tan fácilmente. Al contrario, lo que ocurre es todo lo contrario. A mí me dio mucha esperanza, mucha fe y mucha energía para seguir adelante.
Ante un caso de censura, no suele ocurrir, pero en caso de que os diesen la opción de argumentarles el porqué es necesario representar una obra así, ¿qué le diríais? ¿Por qué es necesario representar esta obra y no censurarla?
La obra es realmente necesaria para poder seguir pensando juntos, es todo un homenaje a los maestros, no solo los maestros de la República, sino los maestros a día de hoy, que están en circunstancias cada vez más complicadas, en un contexto cada vez más adverso. Por eso el espectáculo se centra en los dos cursos que mantuvo el maestro con los alumnos en Bañuelos de Bureba.
Y eso para nosotros es importante porque es una historia muy compleja y extensa, con mucha documentación, y nos centramos también en el curso escolar. Por eso, para entender cómo se elabora, cómo se trabaja, cómo se imagina con niños y niñas en un sentido horizontal en la que el maestro aprende, al igual que el alumno. El mensaje del maestro es muy, muy actual. Por eso utilizamos palabras de Marina Garcés, que es la filosofía catalana para cerrar y abrir el espectáculo de su libro ‘Escuela de aprendices“.
Además, es necesario recordar las cosas que han sucedido para que no se vuelvan a repetir por memoria, por justicia, por el peso simbólico que tiene, de algún modo también reconciliar el lugar con la memoria histórica. Lo que hacemos en escena y lo que la gente escucha en la mayoría de lo que es la pieza escénica, excepto en 3 momentos, son las palabras del propio maestro que él escribió, nosotros hemos transcribido y hemos destilado para que sea de fácil comprensión, pero están las voces del maestro y las voces de los niños y las niñas que podemos leer a través de las proyecciones. También los escuchamos a través de algunos testimonios que se pudieron entrevistar. Lamentablemente, ahora, lógicamente, los alumnos ya fallecieron. Esa memoria es importante para no olvidar y para que esos acontecimientos puedan llegar a un lugar donde la luz realmente sea el lugar común para todos. Hay tantísimos motivos también para generar diálogo y el más esencial; el de aprender juntos. Para que podamos realmente reflexionar y que podamos comprendernos por qué somos como somos.
El libro que fue el detonante de que la historia del maestro se llevase al teatro es ‘Desenterrando el olvido’ de Sergi Bernal, lo has citado antes. En él nos cuenta no solo esta historia, sino también cómo el cuerpo de Antoni sigue sin tener un entierro digno y sigue en esa fosa común de La Pedraza. ¿Crees que con la nueva Ley de Memoria Democrática de 2022 se conseguirá mayor reparación y justicia que con su antecesora?
Sí, completamente. Y también creo que falta mucho por hacer. No soy un experto en el tema, he ido leyendo a medida que iba creando para entender lo que implicaba contar una historia como esta.
Parece que siempre surgen contratiempos, cuando es necesario agilizar los trámites. Hablando con algunos forenses, gente que está realmente en primera línea, nos cuentan de las dificultades que tienen por trabas burocráticas o trabas que tienen que ver también con el financiamiento. Es un trabajazo enorme que implica a muchísima gente porque estamos haciendo un trabajo que pertenece a la comunidad y tendría que ser prioritario.
Y cuando una ley como esta tarda tantísimo en llevarse a cabo, se pierden oportunidades que son urgentes, porque mucha gente mayor ya no está. Familias que no tienen la posibilidad de poder enterrar a sus padres o a un hermano. No saber en qué lugar está es muy cruel y no solo tiene que ver con la persona singular, tiene que ver con todos.
Queda claro que la sociedad civil, más allá de los pasos que se puedan dar a nivel gubernamental, no está dispuesta a olvidar. No sé si has podido leer el cómic de Paco Roca, ‘El abismo del olvido’ que publicó en 2023 con Astiberri.
Lo tengo, me lo regaló Alberto que está muy, muy al tanto de todo y lo estoy terminando justamente ahora. Lo llevo al compás del último libro de Paul Auster, quien lamentablemente falleció el miércoles.
Te lo decía porque en ‘El abismo del olvido’ aparece la figura de Leoncio Badía, quien fue condenado a trabajar de sepulturero. Y quien, jugándose la vida, da sepultura a los represaliados del 40 en Paterna de la forma más digna posible. Él se dedicó a ocultar mensajes entre los cuerpos para una futura identificación, de una forma bastante visionaria, y entregar objetos personales a las viudas. Y me ha llamado la atención la conexión que se establece entre estos gestos de Leoncio y la importancia de los objetos en vuestra obra. No sé si encuentras ligada esa poética objetual en ambos casos.
Sí, sí, lo que me cuentas realmente me parece que va mucho más allá. Los objetos realmente son casi extensiones de nuestras manos, de nuestro pensamiento. Son testimonios. Por eso tienen ese valor simbólico, de nuestras decisiones, del cotidiano, de nuestras luchas, de nuestras dudas y se convierten realmente en lugares donde se expresa de la forma más fiel posible.
No, no es anecdótico, los objetos que nos acompañan son realmente nuestra forma de pensar. Muchas veces los objetos que tenemos en nuestra vida cotidiana no mienten: el lugar donde dejamos las cosas, el modo en el que las tocamos, lo que reunimos, todo eso forma parte de nuestra forma de comunicarnos con el entorno. Y cuando una persona fallece o es asesinada, todo eso se queda en ese estado de latencia en el que ya no tiene ningún sentido de algún modo, pero tiene todo el eco que lleva consigo en la vida de esa persona. Son oportunidades de reencontrar esa memoria. Justamente Paul Auster, en su libro de ‘La invención de la soledad’ retrata justamente eso: ¿cuáles son los objetos que tienen que ver con esa persona que ya no está allí y qué ocurre con ellos una vez que ya no está?
Por eso, el símbolo de devolver ese objeto al familiar, de poder identificar una persona a través de algo, me parece de una potencia extraordinaria. En el Teatro de objetos intentamos acercarnos a eso pero de una distancia muy diferente porque no, nunca podremos llegar a comprender lo que pudo llegar a comprender la persona que ejerció ese oficio.
Nosotros nos pensamos tocando, nuestro vínculo con el entorno es a través del tacto, o sea, empatizamos porque sabemos que a todos nos pasan cosas parecidas y nuestro corazón late, sudamos, lloramos y necesitamos también expresarlo de algún modo. Y esos testimonios son todas esas cosas que vamos dejando atrás, esas cosas que vamos dejando a medida que avanza la vida. Por eso el espectáculo rinde también homenaje a esos cuadernos, deseamos que se animen en escena y que todos los objetos que de algún modo no tenían más interés que los que puede llevar a cabo, pues un maestro con los alumnos: lápices, papeles… en realidad son herramientas muy poderosas, mucho más que cualquier arma. Y eso es lo que hoy en día es muy complicado de comprender porque no se le da ese valor.
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