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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

COVID-19: vuelta a la casilla de salida

Gente con mascarillas en la calle Triana de Las Palmas de Gran Canaria

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Durante el confinamiento hubo quien se preparó mentalmente para el final del encierro y se entrenó como una botella de gaseosa dando botes: se va a enterar la cuarentena cuando me suelten, me voy a atornillar a una barra de bar y me van a tener que separar con pico. Efectivamente, ha habido peña que ha salido de la cuarentena como una Casera bien agitada, boom, en tropel, a llenar bares, discotecas, playas, plazas de toros... La desescalada fue desbandada y todo lo que vino después estuvo a la misma altura.

Ahora llega septiembre con cifras de contagio que dejan pequeñitas las de marzo. Somos los fucking amos, los campeones de la Covid Champions League. Nos miramos unos a otros y nos decimos: ¿Qué ha pasado? Pues ha pasado que nos pensamos que lo del confinamiento era un periodo de penitencia y que cumplida la expiación de nuestros pecados podíamos volver ya purificados a una nueva normalidad que era una réplica exacta de la vieja. Y no. Resulta que no. Resulta que el virus no venía con una maletita para pasar un fin de semana entre nosotros y luego largarse como creímos al principio, sino con un camión de mudanzas con perro y suegra y que la casa que ocupa no es alquilada sino que ha firmado una hipoteca a cincuenta años. Ya podemos ir haciéndonos a la idea.

No ha bastado con que una mayoría de la población haya hecho un enorme esfuerzo para mantener a raya esta enfermedad fría que nos impide tocarnos y haya respetado las normas porque basta con que unos pocos se paseen con la mascarilla colgando de una oreja, se junten sin ton ni son en plazas de toros abarrotadas o en botellones descontrolados, viajen a su pueblo a pesar de haber dado positivo en COVID, para que septiembre vuelva a ser marzo, en un día de la marmota exasperante.

La imprudencia, todo hay que decirlo, también tiene sesgo politico. Hay una correlación entre la indiferencia y/o la negación de la pandemia y el interés por el beneficio neto. El negacionismo, no lo olvidemos, es cortoplacista y pone la economía por delante de la salud. Ahí están los trumps y bolsonaros del mundo para demostrarlo. Hay políticos para quienes los viejos son un lujo vintage del que debemos prescindir. Luego están los happyflowers de la vida que prefieren cerrar los ojos que enfrentarse a la realidad y si hay algo en el aire que interfiere con su concepción de un mundo de abracitos y corazones, niegan sus existencia y conflicto solucionado.

Ahora que parece marzo otra vez tenemos que organizar en nuestra cabeza un itinerario para vivir en este campo de minas vírico y echar mano de los stocks de prudencia que tengamos. Si leemos correctamente los mensajes que la pandemia nos está mandando, comprenderemos que esto no se pasa en cuatro días. No debíamos haber dado lugar a comprobar dolorosamente lo que era evidente desde el principio: teniendo en cuenta que una sola persona en Wuhan, China, ha puesto en marcha esta debacle planetaria, ¿Cómo podemos pretender que el virus haya huido con armas y bagajes porque hayamos estado encerrados dos meses? No, no ha huido, se ha quedado agazapado en nuestro portal y ahora lo que nos toca es extremar la prudencia. Prudencia, cautela y disciplina que para hacer el tonto ya tenemos a unos cuantos que parece que durante la cuarentena han tenido un brote. Cómo llamaríamos si no a la recomendación de Trump de beber lejía, a los twits enloquecidos de un Miguel Bosé  que parece Rasputín (¡vamos a morir todoooos!), al acto de José Luis Mendoza advirtiéndonos de que las fuerzas del mal nos van a instalar un chis o al obispo Cañizares afirmando que la vacuna se fabrica con fetos abortados y es obra del diablo.

Que 2020 se nos está quedando como para enmarcarlo y ponerlo encima de la chimenea ya no hay quien lo ponga en duda y para demostrarlo septiembre vuelve a ser marzo.

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