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La derecha vuelve a ganar a la izquierda el debate de las ideas

El presidente de Vox, Santiago Abascal, en la noche electoral del 28A

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Otra vez el populismo puro y duro se ha convertido en el mejor aliado de los partidos de derecha y de extrema derecha para ganar simpatías y votos, y es que hay que reconocer que desde hace mucho tiempo, los partidos ultraconservadores tienen en su mesita de noche, junto a un rosario y la biblia, el decálogo de Goebbels.

No les importa mentir, tergiversar datos, retorcer estadísticas, manipular información, lanzar globos sonda en forma de medias verdades, cualquier cosa que simplifique el mensaje es bienvenido, incluso lanzarse al cuello de quienes difieren o denuncian públicamente sus engaños.

Saben que a su fiel electorado no le hace daño que se peleen entre ellos con cuchillos y pistolas, que expulsen a diputados por denunciar prácticas fraudulentas, no quieren ser asamblearios, solo que les digan lo que quieren oír. Más aún, les da lo mismo que luego hagan lo contrario de lo que dicen, subir impuestos, despreciar la cultura sistemáticamente o retener por ley los superávit de los ayuntamientos durante años y al día siguiente denunciar a la Federación de Municipios por intentar solucionar un grave problema, no se sonrojan por nada ni por nadie, lo importante es recuperar al precio que sea el poder que creen les pertenece por vínculos de sangre, igual que si fueran unos pequeños monarcas o privilegios burgueses.

Sus mensajes calan en una parte importante de la sociedad: “La inmigración se está convirtiendo en un cáncer”, “Los rebrotes del coronavirus tiene su pulmón en la comunidad sudamericana”, “Están inundando nuestras calles de inmigrantes sin papeles pero con la Covid”, “La seguridad de nuestras familias está en peligro por culpa de los Menas”, y por si faltaba poco, ahora se han lanzado al cuello de los okupas, y saben que esa presa les traerá muchos miles de votos.

La izquierda, dicen, quiere acabar con nuestras tradiciones: Semana Santa, Toros y Caza. “Esto si que es cultura con maýusculas”, dicen orgullosos mientras cae la segunda cerveza en la barra del bar o en la peluquería: “Al Iglesias hay que cortarle algo más que la coleta”. 

Huyen a la hora de explicar por qué apuestan por beneficios fiscales a los más ricos, que para ellos es más importante satisfacer al lobby del juego que a la comunidad educativa pública, aún sabiendo que con estas políticas están poniendo a miles de familias al borde de la ruptura, de la frustración y la miseria, dicen con la boca pequeña que su política de pensiones públicas pasa por la privatización de las mismas. De lo que no huyen, y eso es de agradecer, es de su apuesta por fomentar e inyectar dinero a la educación y la sanidad privada, aunque sea a costa de deteriorar la pública, como está ocurriendo en los últimos lustros.

Frente a esto, ¿la izquierda que propone?

Solidaridad, derechos humanos, derechos laborales, igualdad, lucha contra la brecha salarial, emergencia climática, etc.

Mensajes llenos de cargas de profundidad ideológica para intentar cambiar el rumbo, pero que ni siquiera rozan las cabezas de millones de españoles que están acostumbrados a que les dirijan la vida los últimos ochenta años. 

Este país es hijo de una dictadura de cuarenta años, de una monarquía impuesta y de una transición que se vendió como modélica y que ahora está saltando hecha añicos. En España en su conjunto, hay excepciones, está partida en dos, hay dos formas de pensar, dos modelos a seguir, dos formas de entender la democracia diferentes, y cuanto antes lo asumamos, antes encontraremos la solución al problema que se nos viene encima.

Frente a mensaje simples y populistas no vale luchar con las mismas armas, sino que hay que confrontado con datos cada día, con ejemplos y sobre todo, invitándonos al escenario de la verdad.

Pregunté a cualquier ciudadano, a su vecino, o a su cuñado que votó a VOX en las últimas elecciones cansado de promesas electorales incumplidas, pregúntele que porcentaje de dinero público se destina a pagar ayudas sociales a extranjeros, y verá que no sabe que no llega al 10%, y que el 90% son beneficiarios los españoles, y ahora pregunte cual es su mayor preocupación, y verá como dice que los “moros y los negros” nos están invadiendo y llevándose todas las ayudas del Estado, mientras los españoles no nos dan ni los buenos días. 

Y ahora pregúntese, ¿Quién está ganado el debate de las ideas?

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