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Coronavirus: el éxito o el fracaso de la gestión de una crisis sanitaria

Sánchez sobre el estado de alarma: se tomarán las decisiones que haya que tomar

Julio López Guillén

Murcia —

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La gestión de las crisis de mayor envergadura, como la que estamos viviendo, es una de las curvas de la vida política que mayor cantidad de recursos genera y desgasta, a partes iguales, a la clase dirigente en general y a los gobiernos en particular.

Hay dos factores que separarán el éxito del fracaso en la gestión de crisis. El primero de ellos es la puesta en marcha de medidas extraordinarias para responder a las excesivas anomalías que sacuden la vida social y mercados económicos. En este plano, es esencial la coordinación administrativa que involucre a la totalidad de los actores y a la sociedad en su conjunto.

El segundo factor es la comunicación de los datos en tiempo real, las medidas adoptadas y la evolución de la situación. Estas dos líneas de actuación, que quizá ahora nos parezcan lo más razonable y que estarían en cualquier manual básico de buen gobierno, no es siempre lo que hemos tenido en nuestro país y esto es, en parte, lo que genera algunas alarmas y miedos injustificados.

Hasta el momento, que sepamos, ésta ha sido la actitud de nuestros gobernantes. Desde el primer momento las comparecencias del Coordinador del Centro de Emergencias, Fernando Simón, así como de miembros de los gobiernos central y autonómicos, han sido constantes, casi diarias. También desde el primer momento comenzaron las recomendaciones y aclaraciones sobre la importancia de la ya denominada “pandemia global” por parte de la OMS, y ha sido a finales de esta semana cuando se han puesto en marcha los grandes paquetes conjuntos de medidas.

Aclaremos. La generación de recursos tiene que ver la puesta en marcha de líneas de crédito vía presupuestos para, por ejemplo, poder contratar más profesionales sanitarios. O para la exención de pago en determinados momentos a sujetos afectados de uno u otro modo por la enfermedad, aunque no sean directamente infectado, como ha sido la acción del Gobierno italiano de suspender el pago de hipotecas hasta final de año. En cualquiera de esos casos, la generación de estos recursos adicionales solo podrá ser evaluada con solidez en el futuro, cuando de una forma prudencial podamos atisbar el final de la crisis y su resolución total.

Flujo de información frente a fake news

fake newsLo que sí podemos evaluar en tiempo real es la transparencia de los datos ofrecidos, es decir, el segundo de los factores, porque tiene una demanda inmediata y que responde a la pulsión diaria de la población y, por supuesto, de los agentes específicos. Será imprescindible saber cuales son las normativas aplicadas a los profesionales sanitarios y su ámbito de trabajo, así como todo lo que afecte a quiénes tienen que moverse sí o sí, a pesar de la recomendación de no hacerlo, como lo son las empresas transportistas. Ese flujo de información continua, centralizada en los canales oficiales se ha de comportar de manera dinámica y nosotros, como sociedad que se enfrenta un reto global, seguirlos frente a las fake news y cadenas de mensajes que tanto estorban estos días.

Pero aún teniendo claro el manual y las llamadas de atención de las agencias internacionales era evidente que no todo iba a funcionar como debiera en torno a la coordinación. Parece que cuanto más subimos en el escalafón supranacional más inconvenientes encontramos para aplicar las recetas que han de parar la propagación del COVID-19.

Una de las situaciones más llamativas ha sido la decisión unilateral del Gobierno estadounidense de suspender todos los vuelos comerciales provenientes del espacio Schengen (casi la totalidad de Europa), pero no de Suiza, Irlanda y Reino Unido. Llamativo por no haber sido consensuada con sus homólogos a este lado del Atlántico y también porque no es recíproca, como si en Estados Unidos no hubiera focos virales. Una de esas medidas que los especialistas están denominando como “sin sentido”.

Rédito político

También estamos viendo, más cerca de casa, cómo la oposición parlamentaria ha tratado de sacar rédito político. La ultraderecha lo hizo el mismo día que uno de sus máximos representantes era conocido como infectado, habiéndolo podido expandir en su acto más multitudinario celebrado en el palacio de congresos de Vistalegre. Otro intento, más soslayado, lo protagonizó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, cuando acusó veladamente al Ejecutivo central de querer asfixiar la capital cuando se hizo evidente la carencia de personal en los hospitales públicos, producto de los recortes que la derecha viene practicando desde hace más de una década en el presupuesto para este capítulo y que ha devenido en el descenso de más de tres mil profesionales sanitarios, según datos del propio Sistema Madrileño de Salud.

Evitar este tipo de episodios es también un reto de nuestras sociedades. Si bien podemos conservar nuestro característico sentido del humor, no debemos olvidar que no estamos delante de una broma y que, confiando en la excelencia de los servicios públicos que mantenemos con nuestros impuestos, el camino de varias semanas de incertidumbre que nos espera lo vamos a recorrer juntos.

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